SATHYA SAI ANANDAM
SATHYA SAI ANANDAM: ¿Cómo interrelacionan las distintas corrientes esotéricas?

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lunes, 9 de septiembre de 2019

¿Cómo interrelacionan las distintas corrientes esotéricas?

¿Cómo interrelacionan las distintas corrientes esotéricas?


Antes de entrar en materia, primero haré una breve y personal descripción de la masonería, la alquimia, la cabalística y los rosacruces. La masonería, o francmasonería, es una institución de carácter iniciático que afirma tener como objetivo la búsqueda de la verdad, el estudio filosófico de la conducta humana, de las ciencias y de las artes y el fomento del desarrollo social y moral del ser humano, orientándolo hacia su evolución personal, además del progreso social. Ejemplifica sus enseñanzas con símbolos y alegorías tradicionales tomadas del Arte Real de la Construcción, es decir, de los constructores de las catedrales medievales. Aparecida en Europa entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, la masonería moderna, o «especulativa», ha sido descrita a menudo como "un sistema peculiar de moral, bajo el velo de alegorías y enseñado por símbolos". Se presenta a sí misma como una herramienta de formación, con un método particular que, basado en el simbolismo de la construcción, permite a sus miembros desarrollar su capacidad de escucha, de reflexión y de diálogo, para transmitir estos valores a su entorno. Una de las denominaciones masónicas que más me seduce es la de Gran Arquitecto del Universo, en lugar de utilizar la de Dios creador. Me hace pensar en algún tipo de Gaudí cósmico. Por otro lado, en contra de la creencia generalizada, relativa a que los Illuminati, o iluminados de Baviera, se extinguieron a finales del siglo XVIII, todo parece indicar que dicha organización continúa operativa en la actualidad. Hoy día estaría integrada en la cúpula superior de la masonería moderna europea y americana, constituyendo la sección de los Elegidos. Por encima de todo el conjunto de la Masonería Invisible se alzaría el consejo de los 33, que serían los más altos masones del mismo grado en el mundo. Un nivel más arriba, estaría el Gran Consejo de los Trece Grandes Druidas, compuesto por trece masones de alto grado. En un nivel más alto tendríamos un misterioso grupo conocido como El Tribunal. El nivel superior, el grado 72, estaría integrado por los 72 cabalistas o iluminados más importantes de la Tierra, que en la enseñanza cristiana son conocidos como los Coros Angélicos (Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Potencias, Virtudes, Principados, Arcángeles y Ángeles). Para los iluminados, Lucifer sería el verdadero Dios. Pero se sospecha que en la cima de esta pirámide se puede encontrar el Gran Sacerdote del Gran Sanedrín luciferino.

El termino Alquimia deriva del árabe "Alkimiya". Pero tenemos una segunda parte de definición, que se remonta a la raíz egipcia "kmm" que significa negro. Alquimia viene a ser pues "Arte Negro". Otra interpretación se basa en el hecho de que el plomo negro es una materia prima muy importante en los procedimientos alquímicos. Todas las fuentes de que se disponen nos llevan a que la alquimia tiene su punto de partida posiblemente en Egipto y Mesopotamia. El conocimiento hermético del que eran depositarios los egipcios fue recogido por los hebreos. Numerosos pasajes de la Biblia, sobre todo el Pentateuco de Moisés, nos permiten adivinarlo. Por otra parte, también los griegos se nutrieron de la sabiduría egipcia, adecuándola a su civilización y a sus divinidades y sirviendo de transmisores de sus misterios. Más tarde, bebiendo tanto de las fuentes griegas como de las egipcias, los sabios doctores del Islam volvieron a actualizar y transmitieron de nuevo el conocimiento hermético. Fue, finalmente, a través de estos tres, hebreos, griegos y árabes, como llegó a tierras europeas, donde volvemos a encontrarlo entre los alquimistas medievales, más o menos intacto, hasta finales del siglo XVIII. No es tampoco despreciable el papel ejercido por algunos padres de la Iglesia en esta misteriosa transmisión. Durante la Edad Media aparecerán una serie de alquimistas cristianos que compararán la Gran Obra con la vida de Cristo. Con todo, los elementos más importantes de la filosofía hermética proceden en su mayoría de los griegos y de los egipcios. Varios mitos egipcios y griegos nos refieren que toda una serie de usos, enseñanzas y costumbres fueron transmitidos al pueblo egipcio por Thot, dios que recibiría entre los griegos los nombres de Hermes y de Mercurio. La raza negra que sucedió a la raza roja austral en la dominación de mundo, hizo del alto Egipto su principal santuario. El nombre de Hermes/Thot, ese misterioso y primer iniciador del Egipto en las doctrinas sagradas, se relaciona posiblemente con una primera y pacífica mezcla de la raza blanca y de la raza negra en las regiones de Etiopía y del alto Egipto, largo tiempo antes de la época aria.

 

El término rosacruz se refiere originalmente a una legendaria Orden Rosacruz, una orden secreta que habría sido fundada por el mítico Christian Rosenkreuz, tal como es presentado en tres manifiestos publicados a principios del siglo XVII. El primer documento que se conoce sobre dicha orden es el Fama Fraternitatis Rosae Crucis, que apareció en 1614 en Kassel (Alemania), introduciendo al fundador como un misterioso Frater C.R.C. Otro documento, aparecido en 1615, sería el Confessio Fraternitatis. En 1616 aparece en Estrasburgo el documento Die Hochzeit (Las bodas), conocido también como Las bodas alquímicas de Christian Rosenkreuz, que revela por primera vez el nombre del fundador como Christian Rosenkreutz. Diversas organizaciones esotéricas modernas, normalmente denominadas fraternidades u órdenes, que dependiendo de la organización, usan rituales relacionados con la francmasonería, reivindican ser las herederas de la legendaria Orden Rosacruz, dada a conocer públicamente en el siglo XVII. Los símbolos asociados generalmente al término rosacruz son bastante heterogéneos, aunque normalmente en su gran mayoría suelen estar compuestos por diferentes combinaciones de una o más rosas decorando una cruz. En otras ocasiones la rosa o la cruz pueden estar adornadas con símbolos cabalísticos y/o alquímicos, e incluso por símbolos egipcios. Por tanto, podría decirse que el símbolo utilizado para representar el término rosacruz varía dependiendo de la fraternidad que lo utilice y de su naturaleza. De acuerdo con la leyenda, Christian Rosenkreuz descubrió y aprendió la Sabiduría esotérica entre sabios árabes cuando era una peregrino en Oriente, supuestamente a principios del siglo XV. Cuando regresó, fundó la «Fraternidad de la Rosa Cruz» con él mismo como Superior de la Orden. Bajo su dirección se construyó un templo, conocido como Sanctus Spiritus, o «La Casa del Espíritu Santo». Se ha descrito que su cuerpo fue descubierto por un miembro de la Orden, en perfecto estado de conservación, 120 años después de su muerte, tal como se dice que el propio Rosenkreuz había predicho. Su cuerpo se encontró en una cámara erigida como almacén de sabiduría. Se ha descrito que en el sarcófago estaban escritas, entre otras inscripciones, las palabras (en latín) «Jesús mi todo, vacío ninguno, libertad del Evangelio, de Dios intacta gloria, el yugo de la ley». La cripta de Rosenkreuz, según la descripción presentada en la leyenda, parece estar localizada en el interior de la Tierra, recordando el lema alquimista «Visita el Interior de la Tierra; Rectificando Encontrarás la Lápida Oculta».

 

El Zohar ("esplendor") es, junto al Séfer Ietzirá, el libro central de la corriente cabalística, supuestamente escrito por Shimon Bar Yojai en el siglo II, o por Mosé Ben Sem Tob de León en el siglo XIII. El Zohar, o segundo trabajo explicativo de la Cábala, ha sido llamado la Biblia de los cabalistas. Sobre su autoría, desde antiguo se manejan dos puntos de vista: La tradición cabalística afirma que fue escrito en arameo por el rabí Shimon Bar Yojai, que era un tanaim, denominación de los sabios rabínicos cuyas opiniones son recordadas en la Mishná (Ley Oral). Shimon bar Yojai fue un rabino que vivió en Galilea, actual Israel, durante la época de la dominación romana, posteriormente a la destrucción del segundo Templo de Jerusalén, lo que sitúa su vida entre finales del Siglo I y el Siglo II después de Jesucristo. Murió probablemente en Merón, al norte de Israel, situado en la Alta Galilea. La tradición oral judía dice que después de haber vertido comentarios críticos contra el gobernador romano, Shimon Bar Yojai fue condenado a muerte y tuvo que exiliarse a una gruta durante 13 años, en el curso de los cuales supuestamente, y de acuerdo con la tradición cabalista, escribió el Zohar, obra fundamental de la Cábala y de la mística judía. Sin embargo, la autenticidad de esta teoría ha sido discutida, ya que apuntan a Mosé de León como el autor que publicó el Zohar en el siglo XIII. Hoy en día Shimon bar Yojai está considerado como un tipo de santo por algunas comunidades judías sefardíes, y también por los cabalistas. Todos los años se organiza una peregrinación a su tumba en Merón. Shimon Bar Yojai estudiaba en Yabné, cerca de Bnei Brak, actual ciudad de Israel, situada en la periferia sur de Tel Aviv, en una yeshivá, centro de estudios de la Torá y del Talmud, fundada por el rabino Akiva Ben Joseph, del que Shimon Bar Yojai fue uno de los más eminentes discípulos. Sin embargo, el rabino Akiva Ben Joseph se negó a concederle el título de rabino debido a su carácter, y sólo pudo acceder a dicho título tras la muerte de su Maestro, quien fue ejecutado por orden del emperador Adriano por haber desobedecido la prohibición de enseñar la Torá.

 

Según la tradición, Shimon Bar Yojai fue autor de numerosos milagros. En particular, alrededor del año 138, al ser enviado a Roma como embajador para solicitar al emperador Antonino Pío la abolición de los decretos que prohibían seguir el culto judío. Según dicha tradición, consiguió la benevolencia imperial tras exorcizar a la hija del emperador. Antonino Pío gobernó el Imperio romano de 138 a 161 d.C.. Fue el cuarto de los Cinco Buenos Emperadores y pertenecía a la gens Aurelia. Antonino adquirió el sobrenombre de Pío tras acceder al trono y obligar al Senado a deificar a su predecesor Adriano. Shimon Bar Yojai tenía fuertes sentimientos en contra de los romanos, por lo que las persecuciones le obligaron a huir para refugiarse en una cueva, y luego a esconderse en Tiberíades y otras ciudades de Galilea. Se dice que el arcángel Metatrón le reveló, al parecer, el fin del Mundo y la llegada del Mesías. Metatrón es el nombre de un arcángel presente en el judaísmo y algunas ramas del cristianismo. Sin embargo no hay ninguna referencia a él en el Tanaj judío, en el Antiguo Testamento de los cristianos, ni en el Nuevo Testamento cristiano. No hay consenso acerca de su génesis o del rol que representa en la jerarquía del cielo y del infierno. En la versión talmúdica leída por el erudito caraíta (una corriente religiosa del judaísmo) Kirkisani, Metatrón es una figura misteriosa llamada «Yhwh menor», que sería una derivación de Yahveh. Curiosamente, el término hebreo Metatrón es numéricamente equivalente a Shaddai, uno de los títulos judaicos de Dios, normalmente traducido como "Dios Todopoderoso", de acuerdo con la Gematría hebrea, un método y una alternación del orden de las letras en una palabra, que depende del hecho de que cada carácter hebreo tiene un valor numérico. Por ello es un método de cifrado y de interpretación de la Toráh. El Talmud, una obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y leyendas, también registra un incidente con Elisha ben Abuya, un rabino y autoridad religiosa judía, que se consideraba había traicionado a su pueblo, también llamado Aher ('otro'), de quien se decía que había entrado en el Paraíso y había visto a Metatrón sentado, lo que es una posición que en el Cielo sólo se le permite a Yahweh mismo. Por lo tanto, Elisha ben Abuya consideró que Metatrón era una deidad, y dijo: «¡Realmente hay dos poderes en el cielo!».

 

Los rabinos explican que a Metatrón se le permitió sentarse debido a su función como escriba celestial, encargado de registrar todos los hechos de Israel. Uno de los libros más antiguos del judaísmo, el Libro de Enoc, que todavía se conserva en algunos códices de la Biblia Septuaginta, menciona a un gran arcángel, que recibió de Dios el derecho a sentarse en un trono en el cielo. Su nombre es Metatrón, que posiblemente signifique "el que comparte el trono". Este importante arcángel tiene un lugar importante en el judaísmo místico. Enoc, el abuelo de Noé, se supone visitó el Cielo en distintas visiones. En una de estas visiones Enoc tuvo la misión de interceder con Dios en favor de los ángeles caídos. En otra visión, vio a los querubines en el Cielo, a quienes describe como seres de fuego. Más adelante, es llevado por el arcángel Miguel al Cielo más alto. Enoc también viajó en sus visiones al conocido como árbol de la sabiduría. Al final de sus visiones la tradición nos dice que Enoc se transformó en el arcángel Metatrón, un poderoso arcángel a quien curiosamente también se le llamaba el pequeño Yahweh. Aunque la Torá judía y la Biblia cristiana (Génesis) mencionan que el profeta Enoc tuvo una larga vida y fue llevado al cielo sin morir, los textos del Libro de Enoc fueron excluidos del canon formal del judaísmo y, por lo tanto, tampoco fueron aceptados por las escrituras cristianas. Aún así, el arcángel Metatrón fue muy importante en el judaísmo místico medieval y aparece mencionado en el Talmud, el texto principal del judaísmo rabínico. Según la tradición rabínica, es el más alto de todos los ángeles y sirve como escriba celestial. El Libro de Enoc, perteneciente a la tradición Merkabah, describe la transformación de Enoc en el arcángel Metatrón. El concepto de Merkabah como vehículo de ascensión espiritual no es nuevo, sino que se encuentra en las enseñanzas herméticas. La literatura bíblica, apocalíptica y esotérica fue la fuente de conocimiento de los primeros místicos judíos de los siglos I y II de nuestra era. Muchas de las claves del misticismo Merkabah se encuentran en el Libro de Enoc, así como en las experiencias del profeta Elías conducido al cielo en un carro de fuego guiado por caballos de fuego y, sobre todo, en la visión del Carro de Jehová (Merkabah) de Ezequiel. En el Libro de Enoc el mismo Metatrón dice que YHVH le llamó "el YHVH menor". El sabio rabino Rabbi Ishmael describe a Metatrón de dos maneras: como un ángel primordial y como el ser en que se transformó Enoc.

El nombre de Metatrón aparece también escrito de dos maneras en hebreo. En un caso tiene seis letras y en otro siete. Se piensa que el primero es el Enoc transformado en ángel mientras que el segundo es el Metatrón primordial, una emanación de Dios. Metatrón sería la décima y última emanación. Se relaciona con la Presencia Divina en la Tierra. Emanación es la doctrina que sostiene que todo lo derivado o las causas secundarias proceden o fluyen de lo más primario, como podría ser Dios. En los Upanishads de los Vedas hay no pocos pasajes que señalan, aunque oscuramente, a esta doctrina. Uno citado frecuentemente afirma que "de este Atman se originó el espacio y del espacio el viento y del viento el fuego y del fuego el agua y del agua la tierra y de la tierra las plantas y de las plantas los alimentos y de los alimentos la simiente del hombre y de ésta él mismo". En la Cábala judía el origen por emanación del mundo se enseña claramente. El Zohar, texto principal que se asocia con la Cábala, llama a Metatrón "el Joven", el mismo título con que aparece en el Libro de Enoc y que podría significar "sirviente". Este texto identifica a Metatrón con el ángel que guió a los israelitas en el éxodo de Egipto. El Zohar también describe a Metatrón como "el rey de los ángeles" que reina sobre el árbol de la sabiduría o árbol del conocimiento del bien y el mal. El Zohar Bereshit dice que cuando Enoc estaba en la Tierra se dedicó a escribir un libro que contenía los secretos de la sabiduría, hasta que fue llevado al Cielo para convertirse en ángel. Dios permitió a Enoc continuar este mismo ministerio en el Cielo. Asimismo en el Zohar Bereshit se dice que todos los secretos sobrenaturales fueron puestos en las manos de Metatrón y que él los iba poniendo a disposición de quien los mereciera. El Talmud menciona que Dios permitió a Metatrón sentarse en su presencia debido a su actividad como escribano de los méritos de Israel. Metatrón también es considerado el ángel patrón de los niños por su papel en el Zohar, ya que fue el ángel que guió al pueblo de Israel por el desierto hacia la Tierra Prometida. Por ser un ángel que una vez fue ser humano, a Metatrón se le asocia con los arcángeles Gabriel y Samael cuando actúan como ángeles de la muerte. Metatrón los supervisa cuando ayudan a las almas a hacer su transición del plano físico al espiritual.

 

La tradición nos dice que los ángeles guardianes pueden consultar a Metatrón en su papel de guardián de los registros akásicos. De esta manera, Metatrón ayuda al ser humano a perfeccionar su alma. Los registros akásicos son una manera de explorar las vidas pasadas pues se supone contienen la memoria de todo lo acontecido desde el principio de los tiempos. Metatrón tiene acceso a la sabiduría divina, que, a su vez, ofrece a los ángeles guardianes para ayudar a los seres humanos en su evolución. De acuerdo con una doctrina judía, Enoc fue llevado por Yahweh y transformado en Metatrón. Sin embargo, esta opinión no es compartida por todas las autoridades talmúdicas. De acuerdo con Johann Andreas Eisenmenger (1654 – 1704), orientalista alemán y crítico del judaísmo, Metatrón transmite las órdenes diarias de Yahwéh a los ángeles Gabriel y Rafael. Pero a Eisenmenger se le considera el fundador del moderno antisemitismo. A veces a Metatrón se lo identifica como hermano gemelo de Sandalfón, quien se dice que fue el profeta Elías. Según el escritor británico Robert Graves, el término metatron sería una corrupción hebrea del griego metradromos ('el que persigue con venganza') o de meta ton thronón ('más cercano al trono'). La fruta de la vida, un componente de la Flor de la Vida, un cuerpo de la geometría sagrada, está compuesto de trece círculos. Si cada círculo se considera un "nodo", y se conecta con el siguiente mediante una única línea recta, resultan un total de setenta y ocho líneas. Así, el cubo de Metatrón es un cuerpo geométrico directamente obtenido de la "Fruta de la vida". Dentro del cubo se pueden encontrar otros cuerpos, como los dos modelos dimensionales de los cinco sólidos platónicos. En las primeras escrituras cabalísticas se dice que Metatrón creó este cubo a partir de su propia alma. El cubo de Metatrón se considera también un glifo sagrado, y a veces se dibuja alrededor de un objeto o persona para protegerlo de los demonios y los poderes satánicos. Esta idea también aparece en la alquimia, en la que el círculo fue considerado un círculo de contención, o un círculo de la creación. Además puede representar un cubo en cinco dimensiones.

 

Shimon Bar Yojai estudiaba rodeado de sus discípulos, los rabinos Eleazar, su hijo, Judá, Jossé Hiya e Isaac. Sus enseñanzas se orientaban sobre la oración desinteresada y la superioridad del estudio. Aunque no existe ninguna obra que pueda atribuirse con certeza a Shimon Bar Yojai, sin embargo se le atribuyen varias, entre las que destacan Sifre, un comentario de los Números y del Deuteronomio, y Mejilta, un comentario del Éxodo. También se le atribuye el Zohar, que se dice dictó el texto a sus discípulos, pero otros estudiosos lo atribuyen a Mosé ben Sem Tob de León, también conocido como Moisés de León o Moisés de Guadalajara (1240 – 1305), que fue un rabino y filósofo sefardí castellano, supuesto autor del Libro del Esplendor o Zóhar, un libro central en la Cábala. Desde joven se interesó por la filosofía y ya con 24 años de edad, mientras seguía sus estudios religiosos, recibió una copia de la Guía de perplejos o descarriados, de Maimónides. La Guía de perplejos o descarriados se compone de los pequeños opúsculos que Rabí Moisés ben Maimón o Maimónides (1135 -1204), uno de los más destacados filósofos judíos, dirigió a su discípulo Ibn Aknin en respuesta a las dudas que éste albergaba sobre la religión y la vida del espíritu. El mensaje de su obra se centra en la búsqueda de la verdad y la exaltación de valores como la justicia y la razón. Asimismo, procura aclarar ciertas metáforas utilizadas por los profetas y que no deben tomarse en su sentido literal, pues las personas podrían descarriarse y confundirse, de ahí el título de la obra. Maimónides nos enseña a comprender el significado oculto que encierran los proverbios para descubrir la verdad y alcanzar la perfección y la paz del alma. A partir de entonces Moisés de León empezó a interesarse por la Cábala y dedicó varios años de su vida a contactar con cabalistas de toda la Corona de Castilla, llegando a entablar relación con un ya anciano Nahmánides, y a difundir la doctrina cabalista ante el aumento de la influencia racionalista del judaísmo. Mosé ben Nahmán o Nahmánides fue u rabino hebraico español, conocido en el judaísmo como Rambán y citado por los cristianos como Bonastruc de Porta. Ejerció la medicina y fue la máxima autoridad rabínica de su época, defendiendo el judaísmo en la polémica pública de Barcelona (1263). Desterrado, emigró a Palestina en 1267. Contra el intelectualismo de Maimónides siguió la vía espiritualista y mística e inició la escuela cabalística de Girona. Sus obras más notables son un Comentario al Pentateuco o Las guerras del Señor.

 

Moisés de León se estableció en Guadalajara, España, y escribió alrededor de veinticuatro obras sobre la Cábala. En 1286 se supone ya tenía concluido gran parte del Zóhar, incluyendo una versión distinta del Midrash, término hebreo que designa un método de exégesis de un texto bíblico, dirigido al estudio o investigación que facilite la comprensión de la Torá. Aunque para escribir el Zóhar afirmaba basarse en antiguos manuscritos del místico Shimon Bar Yojai, nunca pudo llegar a demostrarse, pues en aquella época era habitual entre los escritores judíos atribuir sus libros a autores clásicos. Por tal motivo se debate su autoría o coautoría con Shimon Bar Yojai. Investigadores como el químico, filósofo y escritor israelí Yeshayahou Leibowitz atribuyen la autoría del Zóhar a Moisés de León, llegando a afirmar que "Es igual de claro que Moisés de León escribió el Zóhar como que Theodor Herzl escribió El Estado Judío". El Zóhar se divide en varios tratados y analiza los textos bíblicos para extraer de ellos su significado oculto. El universo se reparte entre los imperios de la luz y de las tinieblas, cada uno de ellos compuesto por diez esferas. El Zóhar es la obra fundacional en la literatura del pensamiento místico judío conocido como Cábala. Es un grupo de libros que incluyen comentarios sobre los aspectos místicos de la Torá, compuesta por los cinco libros de Moisés,  así como las interpretaciones bíblicas y teología teosófica, cosmogonía mística y psicología mística. El Zóhar contiene una discusión sobre la naturaleza de Dios, el origen y la estructura del universo, la naturaleza de las almas, la redención, y la relación del "verdadero yo" con la "luz de Dios", además de la relación entre la «energía universal» y el hombre. Su interpretación de las Escrituras puede ser considerada como una forma esotérica de la literatura rabínica conocida como el Midrash, que desarrolla la Torá. El Zóhar está principalmente escrito en un estilo exaltado del arameo, un lenguaje hablado en la tierra de Israel durante el período romano. El Zóhar reapareció en el siglo XIII y parece fue publicado por Moisés de León. Pero Moisés de León atribuye la obra a Shimon Bar Yojai, un rabino del siglo II, que vivió durante la persecución romana. Según la tradición judía se ocultó del Imperio Romano en una cueva y durante 13 años se dedicó al estudio de la Torá con su hijo, el rabino Eleazar. Durante este periodo se dice que fue inspirado por el profeta Elías para escribir el Zóhar. Esto coincide con la afirmación de que la Cábala es la parte oculta de la Torá oral. Refiere el historiador Josefo que el rabino Eleazar, en presencia del emperador Vespasiano y su corte, expelió los demonios del cuerpo de varios  poseídos, con sólo aplicarles a la nariz una de las raíces vegetales recomendadas al efecto por el rey Salomón. El famoso historiador añade que en nombre de este monarca y por virtud de sus conjuros cabalísticos, obraba el rabino Eleazar la expulsión de los malignos espíritus, que salían por las narices del paciente.

 

La mayoría religiosa en el judaísmo tradicional afirma que las enseñanzas de la Cábala fueron reveladas por Dios a insignes personajes bíblicos, como Abraham y Moisés, y que se transmitieron oralmente desde la época bíblica hasta su supuesta redacción por Shimon Bar Yojai. Gershom Gerhard Scholem, filólogo e historiador israelí, así como figura destacada dentro y fuera del judaísmo, y que unánimemente es considerado como el más importante especialista mundial en mística judía, también conocida bajo el nombre de Cábala, hace un análisis académico del Zóhar y afirma que Moisés de León fue su autor. Sin embargo, para los practicantes y estudiosos de la Cábala este es un tema secundario, ya que no se ha podido constatar una u otra alternativa. Parece lógico pensar que si Moisés de León afirmó haberse basado en antiguos manuscritos de Shimon Bar Yojai, podríamos encontrarnos ante una contribución después de varios siglos o bien ante un hallazgo de los manuscritos que llegaron a Europa desde Israel a lo largo de los años. Algunos sectores judíos, principalmente no ortodoxos, se alinean con opiniones como la de Gershom Gerhard Scholem. Sin embargo, se sigue considerando que el Zóhar promueve un sentido más práctico para el judaísmo moderno. El Zóhar cabalístico de los hebreos se escribió un siglo antes de la era cristiana, según algunos investigadores, y después de la destrucción del templo de Jerusalén, según otros. Completó la obra el rabino Shimon Bar Yojai, ayudado por su hijo Eleazar y el rabino Abba, cuyo concurso era necesario para completar una obra tan extensa y compleja como el Zóhar. Pero como los judíos ortodoxos sabían que el autor estaba en posesión de conocimientos ocultos, atentaron contra su vida y se vio obligado a huir al desierto, donde estuvo doce años oculto en una cueva en compañía de sus fieles discípulos, hasta su muerte, que fue señalada mediante muchos portentos. Pero, no obstante lo extenso de la obra y de tratarse en ella de la secreta tradición oral, no lo abarca todo, pues el venerable cabalista Shimon Bar Yojai no escribió los puntos principales de la doctrina, sino que los comunicó oralmente a contados discípulos, entre los que se hallaba su hijo único. Por lo tanto, sin la iniciación en la Merkabá quedará  incompleto el estudio de la Cábala. Pero la Merkabá sólo puede aprenderse en lugares apartados del mundo y después de pasar el estudiante por muchas y muy tremendas pruebas, para escuchar la enseñanza oralmente. Desde la muerte de Shimon Bar Yojai la doctrina oculta se ha convertido en un secreto inviolable para el mundo externo.

Merkabá, que tiene el significado general de dirigirse en una carroza, aparece descrito en Ezequiel, en la Biblia, para referirse al trono-carroza de Dios, como un vehículo de cuatro ruedas conducido por cuatro querubines, cada uno de los cuales poseyendo cuatro alas y cuatro caras, las de un hombre, un león, un buey y un águila. En el Judaísmo medieval, el comienzo del libro de Ezequiel fue reconocido como el mayor pasaje místico de la Biblia. En las modernas enseñanzas esotéricas, el Merkabá es presentado como un vehículo inter-dimensional bajo forma isométrica, compuesto por tres tetraedros tipo estrella superpuestos uno sobre otro, pero que al observarlo se ve como si fuese uno solo. Cada uno de los tres está compuesto de dos tetraedros simples, uno que apunta hacia arriba y que es masculino, llamado tetraedro sol, y otro que apunta hacia abajo y que es femenino, llamado tetraedro tierra. A su vez cada uno de los tetraedros estrella tienen una clasificación y una dirección de movimiento. El primero gira en dirección de los punteros del reloj y es femenino; el segundo gira en contra de los punteros del reloj y es masculino. El tercero es neutro y no gira, ya que se mantiene detenido. Es un gravísimo error que puede tener fatales consecuencias la creencia de que existe solo un tetraedro estrella y que éste posee dos tetraedros simples (femenino y masculino) que giran en sentido contrario. Son los tetraedros estrella completos los que giran. El Merkabá también es un estado de conciencia que deberíamos haber alcanzado desde hace miles de años. Mediante esta sagrada geometría entendemos que somos uno con el todo, y que el todo es uno con nosotros. En la Biblia se le menciona como el vehículo del ascenso. Este cuerpo de luz está diseñado con el objeto de permitirnos pasar a través de las dimensiones y comunicarnos con los diferentes universos, ya que hay un campo de energía que envuelve a cada elemento de la creación. Su naturaleza es cristalina y geométrica. La interrelación de estos campos en el universo proporcionan orden y armonía a su estructura. La forma humana irradia en su totalidad este campo, desde que comienza su concepción. La sabiduría y comprensión de estos campos fue entregada a la tierra hace más de trece mil años, a través de lo que se llamó geometría sagrada. Este campo de luz se llama Merkabá o vehículo de rescate. Se accede al mismo a través de claves geométricas específicas.

 

El precepto masónico de los labios aplicados al oído, o sea la comunicación en voz baja, deriva de los tanaímes, u hombres sabios y verdaderos instructores espirituales, quienes a su vez la tomaron de los Misterios paganos. La práctica moderna de esta costumbre debe atribuirse seguramente a la indiscreción de algún cabalista renegado, aunque la palabra  transmitida es una moderna substitución convencional de la "palabra perdida". La verdadera palabra ha estado siempre en posesión privada de algunos adeptos, de modo que tan sólo unos cuantos maestros templarios y otros tantos rosacruces del siglo XVII, estrechamente relacionados con iniciados y alquimistas árabes, pudieron haberla realmente poseído. Desde el siglo VII al XV parece que nadie la poseyó en Europa, pues Paracelso fué el primer  alquimista que recibió dicha iniciación, cuya última ceremonia confería al iniciado el poder de acercarse a la "zarza ardiente" y de fundir el becerro de oro y disolver su polvo en agua. Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, también conocido como Paracelso (1493 – 1541), fue un alquimista, médico y astrólogo suizo. Fue conocido porque se creía que había logrado la transmutación del plomo en oro mediante procedimientos alquímicos y por haberle dado al cinc su nombre, llamándolo zincum. Es considerado a veces como el «padre» de la toxicología con su célebre frase 'la dosis hace al veneno', máxima de la disciplina. El nombre Paracelso, que escogió para sí mismo y por el que es generalmente conocido, significa «igual o semejante a Celso», un médico romano del siglo I. Se trata de una de las figuras más contradictorias e interesantes de la historia de la medicina. Su incesante búsqueda de lo nuevo y su oposición a la tradición y los remedios heredados de tiempos antiguos le postulan como un médico moderno, adelantado a sus contemporáneos. En cambio, en su concepción del misticismo y la astrología se podría decir que mantuvo una postura inmovilista sobre los conceptos más arcaicos.

 

Al fundir el becerro de oro y disolver su polvo en agua, provocaba que esta agua y la palabra perdida resucitaran a los Adoniram, Gedaliah e Hiram de la época premosaica (siglos XX a XV a. C.). Adoniram fue el encargado de cobrar los tributos para los reyes David y Salomón. Cuando las diez tribus se rebelaron, Roboam lo envió a conferenciar con los rebeldes, quienes, cuando vieron al oficial del rey, lo apedrearon. Gedaliah fue un gobernador de Judá nombrado por el rey de Babilonia Nabucodonosor II, tras la muerte de Sedecías, último soberano del reino de Judá. Hiram Abiff es la figura principal y alegórica del ritual masónico que delinea al maestro constructor del Templo de Salomón, construido alrededor del año 988 a. C. La verdadera palabra es substituida por la de Macbenach, palabra sagrada de los maestros masones y que significa "La carne se desprende de los huesos". La desaparición del rabino Eleazar, hijo de Simeón Ben Yojai, realmente no fue muerte, sino una tránsito semejante al de Enoc y Elías, pues repentinamente se iluminó la cueva con luz que parecía bajada del cielo, y tan sólo luego de extinguido el resplandor y de vuelta a la ordinaria oscuridad, advirtieron los discípulos, según dice Christian David Ginsburg, erudito de la Biblia y estudiante de la tradición masoreta en el judaísmo, que se "había apagado la lámpara de Israel". Los biógrafos de Eleazar refieren que su cuerpo quedó en el mismo lugar donde acostumbraba a reposar en vida. Durante los preparativos del entierro se oyeron voces en lo alto y al colocar el féretro en la sepultura brotó una llama del ataúd, al propio tiempo que una voz con poderoso acento y majestuosa entonación exclamaba: "Este es el que hizo  temblar la tierra y estremeció a los reinos". No obstante, el primer masón activo de alguna importancia fue Elías Ashmole, a quien puede considerársele como el último alquimista y rosacruz. Elías Ashmole (1617 – 1692), un anticuario inglés, fue de los primeros en otorgar a la arqueología y al estudio integral del hombre y su mundo un importante valor. Fundador en Oxford del primer Museo de Ciencias Naturales del mudo, donó a esta institución sus colecciones de plantas, animales, minerales, arqueología y arte, y convenció a numerosos amigos para que también lo hicieran. Fue tal la importancia de los objetos atesorados que el museo se dividió en dos, pasando después de su muerte la de Arte y Arqueología a llamarse Ashmolean Museum, de Oxford, que hoy en día exhibe públicamente sus colecciones.

 

Pero Ashmole no sólo reunió obras de la antigüedad sino textos y libros herméticos que hoy pueden consultarse, así como también escribió obras como The Way to Bliss, en1658, que recoge sus estudios en Filosofía Hermética según indica en su introducción. También escribió Institutions, Laws and Ceremonies of the Order of the Garter, en1672, y Fasciculus Chemicus en 1650, que es una traducción de textos latinos de Alquimia, con su correspondiente introducción. Asimismo escribió Theatrum Chemicum Britannicum, en 1652, que contiene las obras de los alquimistas ingleses más importantes. En Oxford y en Londres Ashmole tuvo un destacadísimo papel, ya que se entregó a la ciencia experimental dentro de la magia de las transmutaciones, al igual que otros filósofos herméticos. En ese sentido trató con Astrólogos, Alquimistas, Matemáticos y todo tipo de sabios y dignatarios de la época, junto con los cuales fundó la Royal Society de Londres y la Philosophical Society de Oxford. Sus numerosos amigos y compañeros eran nombres de muchísimo relieve, muchos de ellos ligados a la masonería en sus más altos grados, como Christopher Wren (1632 – 1723), científico y arquitecto del siglo XVII, famoso por sus trabajos de reconstrucción de las iglesias de Londres tras el gran incendio de 1666, siendo nombrado fellow de la Royal Society. Wren es conocido por su diseño de la catedral de San Pablo de Londres, una de las pocas catedrales de Inglaterra edificadas después de la época medieval y la única de estilo renacentista de todo el país. Para su diseño se inspiró en la basílica de San Pedro de Roma. Entre sus amistades también había personajes dedcados a la investigación y ejercicio de las Artes Liberales y la Ciencia Sagrada, que conformaron un conjunto de personalidades de un papel fundamental en su tiempo, concretamente en la difusión y práctica de la Tradición Hermética y en la relación de ésta con la Masonería. Él mismo fue un masón, estableciendo un punto de confluencia entre el Hermetismo y la Masonería.

 

La Royal Society fue fundada en Londres, en 1662, a través de las redes masónicas y bajo el patrocinio del rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda, Carlos II. Su padre, Carlos I, fue ejecutado en 1649 tras la Guerra Civil Inglesa; la monarquía fue entonces abolida y el país se convirtió en una república bajo el mando de Oliver Cromwell, el «Lord Protector». En 1660, dos años después de la muerte de Cromwell, se restauró la monarquía bajo Carlos II. A diferencia de su padre, Carlos II fue hábil en su relación con el Parlamento. Fue durante su reinado cuando se desarrollaron los partidos Whig (liberal) y Tory (conservador). Se hizo célebre por sus numerosos hijos ilegítimos, de los que reconoció a catorce. Conocido como «el Alegre Monarca», Carlos II favoreció las artes y fue menos restrictivo que sus predecesores. la creació de la Royal Society fue la primera asamblea del mundo de científicos y ingenieros, e iba a ser la influencia dominante sobre la dirección de la ciencia. Casi todos los miembros fundadores de la Royal Society eran francmasones que sabían que la dirección científica existente era imperfecta y falsa. El promotor de la Royal Society fue Francis Bacon, un alto miembro rosacruz, traductor de la Biblia y considerado el verdadero arquitecto de la Masonería. Entre los miembros de la Royal Society también tenemos a Isaac Newton, un miembro rosacruz y Gran Maestro del Priorato de Sión en 1672, a Lord Moray, un francmasón escocés, a Elias Ashmole, uno de los primeros francmasones registrados, y a Andrew Michael "Chevalier" Ramsey, una figura principal de la Masonería, que fue admitido en la Royal Society sin ningún requisito científico. Otro miembro era el poeta inglés John Byrom, un francmasón y miembro del Club de la Cábala, también conocido como el Club del Sol. En 1984, más de 500 de sus escritos fueron encontrados en una casa en Manchester e incluían información sobre la geometría sagrada, la arquitectura y la cabalística, así como símbolos esotéricos masónicos y otros alquímicos. Ashmole, un alquimista y rosacruz, con muchos contactos esotéricos en Alemania, era un amigo íntimo de Carlos II y Caballero de la Orden de la Jarretera. La Nobilísima Orden de la Jarretera o La Nobilísima Orden de la Liga es la orden de caballería más importante y antigua del Reino Unido, habiendo sido fundada en 1348 por el rey inglés Eduardo III Plantagenet. La Orden de la Jarretera es considerada la máxima distinción en el sistema de honores británico, por lo que la admisión a dicha orden está muy controlada. El monarca y el príncipe de Gales son miembros permanentes junto con otros veinticuatro varones o mujeres. Los miembros masculinos son conocidos como los compañeros caballeros, y los miembros femeninos son conocidos como las señoras compañeras en lugar de damas, como en la mayoría de las otras órdenes de caballería británicas.

La Orden de la Jarretera también incluye miembros supernumerarios o extras, llamados caballeros y damas reales, que son miembros de la Familia Real británica, así como caballeros y damas extranjeros, que son monarcas de Estados extranjeros. El anuncio de nuevos miembros se realiza siempre el 23 de abril, el día de San Jorge, siendo este el santo patrono de la Orden y de Inglaterra. El rey Felipe VI de España ha sido la última persona en convertirse en caballero de la Orden, cuando la reina Isabel II lo nombró en 2017. A diferencia de la mayoría de las órdenes, la Orden de la Jarretera no está ligada a la propuesta del primer ministro británico, ya que solo el soberano británico concede las admisiones. Las incorporaciones a la Orden son un regalo personal del soberano. Excepto las concesiones de admisión supernumerarias, las concesiones son hechas solo a aquellas personas que han ejecutado hechos excepcionales de servicio al Reino Unido. Ashmole escribió un libro con Arthur Dee, hijo de John Dee, notorio matemático, astrónomo, astrólogo, ocultista, navegante, imperialista y consultor de la reina Isabel I de Inglaterra. Dedicó gran parte de su vida al estudio de la alquimia, la adivinación y la filosofía hermética. Arthur Dee era médico de cabecera del Zar Iván el Terrible. Cuando el Zar Iván murió, probablemente asesinado, Arthur Dee conspiró para instalar la dinastía Romanof en el trono ruso. Ashmole estaba muy bien relacionado y mantuvo contactos con el Colegio Invisible, que se reunía en Oxford desde 1650. El Colegio Invisible fue un precursor de la Royal Society del Reino Unido. Se trataba de un grupo de filósofos y científicos de la naturaleza, entre ellos Robert Boyle, John Wilkins, John Wallis, John Evelyn, Robert Hooke, Christopher Wren, y William Petty. En sus cartas de 1646 y 1647, Boyle se refiere a «nuestro colegio invisible» o «nuestra universidad filosófica». El tema común de la sociedad fue la adquisición de conocimientos a través de la investigación experimental. A su vez los Hartlibians, un círculo de personas en torno a Samuel Hartlib, fueron los precursores del Colegio Invisible. Hartlib se había fijado el objetivo de "registrar todo el conocimiento humano y hacerlo universalmente disponible para la educación de toda la humanidad". Su obra ha sido comparada con la de los motores de búsqueda de internet. La idea de un colegio invisible se volvió influyente en Europa en el siglo XVII, en particular, en la forma de una red de intercambio de ideas entre intelectuales. La idea de colegio invisible se ejemplifica con la red de astrónomos, profesores, matemáticos y filósofos de la naturaleza del siglo XVI en Europa.

 

Científicos como Johannes Kepler, Georg Joachim Rheticus, John Dee y Tycho Brahe compartieron información e ideas en un Colegio Invisible. Uno de los métodos más comunes utilizados para comunicarse fue a través de los márgenes de los libros, con anotaciones escritas en las copias personales de los libros que fueron prestados, regalados o vendidos. El término Colegio Invisible actualmente se refiere principalmente a la libre transferencia de pensamiento y de experiencia técnica, que suele llevarse a cabo sin el establecimiento de las instalaciones designadas o sin la autoridad institucional, empleando para su difusión un sistema de boca a boca, o un sistema de tablón de anuncios localizado, y con el apoyo del trueque de conocimientos o del aprendizaje. En épocas anteriores el término también incluyó algunos aspectos hegelianos de las sociedades secretas y el ocultismo. El colegio invisible es similar al sistema del gremio medieval, pero no posee influencia en los círculos reconocidos, académicos, técnicos o políticos. Se trata simplemente de un intento de eludir los obstáculos burocráticos por parte de personas instruidas. Los miembros de un colegio invisible a menudo son llamados colegiados independientes. La idea de Colegio Invisible fue propuesta por Francis Bacon en su libro La Nueva Atlántida. Tal como ya hemos indicado, este Colegio Invisible incluyó al famoso científico Robert Boyle, Gran Maestre del Priorato de Sión, y Sir Christopher Wren, el arquitecto promotor de la catedral de Saint Paul en la ciudad de Londres, el centro financiero de la antigua Nobleza Negra veneciana y de la Hermandad Babilónica. Ambos eran Grandes Maestres de la Orden Rosacruz. La catedral de Saint Paul y la reconstrucción de la ciudad de Londres fueron posibles debido al gran incendio de Londres en 1666. Y es curioso que tanto Wren, el arquitecto que diseñó la catedral de Saint Paul sobre una anterior ubicación de un templo de culto a la diosa Diana, como Robert Hooke, uno de los topógrafos de la ciudad después del incendio, fuesen miembros de la Royal Society y altos iniciados en sociedades secretas. La nueva Ciudad de Londres fue construida según la simbología masónica, basada en el conocimiento de la cuadrícula de energía. La Royal Society siempre ha sido más que una agrupación de científicos. En realidad sería una sociedad secreta creada y controladapor la Hermandad de Babilonia para controlar el conocimiento científico y espiritual.

 

Veamos el trasfondo de otro grupo de iniciados esotéricos que se fusionó con la Royal Society. Se trata de la Sociedad Lunar, cuyo nombre deriva de que se reunían una vez al mes en las noches de Luna llena. Entre sus miembros estaba Benjamin Franklin, un francmasón de un grado alto, además de rosacruz y uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos. También estaba estrechamente conectado a los francmasones que gestionaron la Revolución Francesa. Tal como ya hemos indicado, Ashmole fue admitido en la sociedad de masones activos de Londres el año 1646, cuando la masonería todavía era una sociedad rigurosamente secreta, sin supuestas vinculaciones políticas o religiosas, que admitía en su seno a toda persona amante de la libertad de conciencia y deseosa de substraerse a la persecución por parte de la Iglesia. Hasta unos treinta años después de la muerte de Ashmole, ocurrida en 1692, no apareció la moderna francmasonería, instituida el 24 de Junio de 1717 en la Apple Tree Tavern (Taberna del Manzano), sita en Charles Street, Covent Garden, de Londres. Según explican las Constituciones de Anderson, las cuatro logias del Sur de Inglaterra eligieron a Anthony Sayer como Gran Maestre de la masonería. Pero no obstante su relativamente moderna institución, estas logias se han arrogado la supremacía sobre todas las demás del mundo, como así se infiere de una inscripción colocada en la logia de Londres. Las Constituciones de Anderson son el inicio de la moderna masonería especulativa. Redactadas por el pastor James Anderson y Jean Théophile Désaguliers, fueron aprobadas y publicadas en 1723. Las Constituciones de Anderson son la acepción más común a las constituciones en las que se refleja por primera vez la condición de los masones especulativos, después de la tradición de los masones operativos de los siglos anteriores. Jacob Frank (1726 – 1791), un pretendiente judío a la mesianidad, o creencia en la llegada de un Mesías que liberará al pueblo judío, al comentar los exotéricos delirios cabalistas, como él los llama, que Shimon Bar Yojai menciona repetidamente los compañeros que enseñaron en obras antiguas. Entre estos compañeros cita a los ancianos Ieba y  Hamnuna, pero no refiere nada de lo que hicieron.

 

A la escuela de los tananimes u hombres sabios, pertenecían los instructores de la Doctrina Secreta, que iniciaron a unos cuantos discípulos en el misterio final, pues según dice el  Mishnah Hagiga, gran colección escrita de las tradiciones orales judías, el contenido de la  Merkabah  sólo puede comunicarse a los ancianos sabios. La Guemará es  todavía más explícita sobre el particular al decir: "Los principales secretos de los Misterios no  se han de comunicar a todos los sacerdotes, sino tan sólo a los iniciados". El mismo sigilo prevalecía en todas las religiones de la antigüedad. La Guemará y la Mishnah juntas forman el Talmud. La Mishnah es el texto base y la Guemará es el comentario y análisis que lo completa. Los rabinos de la Mishnah se conocen como tanaim y los rabinos de la Guemará son llamados amoraim.  Podemos ver que ni el Zohar ni ningún otro tratado cabalístico contienen doctrina puramente judía, sino que, como resultado de milenios de estudio, es común patrimonio de todos los adeptos del mundo. Sin embargo, el Zohar en su texto original y con los signos secretos escritos en el margen, es la obra que enseña más ocultismo práctico. Los signos secretos  encierran las instrucciones ocultas para esclarecer las interpretaciones metafísicas y manifiestos. Las enseñanzas de magia práctica que dan tanto el Zohar como otros tratados cabalísticos, sólo aprovecharían a quienes acertaran a leerlas interiormente. Los apóstoles cristianos debieron estar enterados de esta ciencia, aunque los cristianos tachen de superstición los talismanes, amuletos y piedras mágicas con los que su poseedor logra ejercer en otra persona una misteriosa influencia conocida como "mal de ojo". En las colecciones arqueológicas pueden verse todavía piedras convexas con enigmáticas inscripciones que sólo pueden interpretar los adeptos. Juan de Patmos o el Apokaleta es el nombre dado al autor del libro bíblico titulado el Apocalipsis. En la introducción, el autor declara que estaba desterrado en la isla griega de Patmos "a causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo", cuando comenzó a recibir "la revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto". De los talismanes antes mencionados se infiere que el evangelista San Juan, o Juan de Patmos, estaba muy instruido en la ciencia cabalística, pues alude claramente a la cornerina blanca y la piedra de iniciación, que por lo general lleva grabada la palabra premio y se le entregaba al neófito luego de cumplimentadas las pruebas del primer grado de iniciación.

 

El Apocalipsis, como el Libro de Job, es un alegórico relato de los Misterios y de la iniciación en ellos por parte de un candidato, personificado en el mismo San Juan. Así lo entienden los masones de grado superior, pues los números siete, doce y otros, tan cabalísticos como éstos, bastan para esclarecer dicho libro. Se denomina mitraísmo o Misterios de Mithra a una religión mistérica muy difundida en el Imperio romano entre los siglos I y IV d. C. en que se rendía culto a una divinidad llamada Mitra, dios conocido desde la antigüedad, principalmente en Persia e India y que originalmente era un dios del Sol, y que tuvo especial implantación entre los soldados romanos. Existen testimonios materiales de la práctica de esta religión en numerosos lugares del antiguo Imperio romano, consistentes en restos de templos, inscripciones y obras de arte que representan al dios u otros aspectos de la religión. Frente a esta relativa abundancia de restos arqueológicos, son muy escasas las referencias en textos clásicos a esta religión. Los orígenes de esta religión no se conocen de forma precisa, aunque los estudiosos coinciden en afirmar que llegó al mundo romano desde Oriente, concretamente desde Asia Menor. La práctica del mitraísmo, como la de todas las religiones paganas, fue declarada ilegal en el año 391 de nuestra era por el emperador romano Teodosio el Grande. En los Misterios de Mithra, el neófito que triunfaba de las doce pruebas previas a la iniciación  recibía una hostia de pan ázimo, similar a la eucaristía cristiana, con figuras en ambas caras, que entre otros simbolismos tenía el del disco solar y se la llamaba también "pan celeste" o "maná". Rociaban después al candidato con la sangre de un cordero o de un toro sacrificado al efecto, como se hizo cuando la iniciación del emperador romano Juliano el Apóstata, el último emperador pagano, y se le comunicaban las siete reglas misteriosas equivalentes a los siete sellos de que nos habla el evangelista San Juan, quien seguramente en su Apocalipsis alude a esta ceremonia. Los amuletos católicos y las reliquias bendecidas por los pontífices romanos tienen el mismo origen que las piedras y pergaminos mágicos de Efeso, las filacterias hebreas  con versículos de las Santas Escrituras y  los  amuletos mahometanos con versículos del Corán.

La fama de Éfeso se debía sobre todo al templo de Artemisa, una de las siete maravillas del mundo. Reconstruido varias veces en el curso de los años, el templo de Artemisa en tiempos de San Pablo se imponía gracias a sus enormes dimensiones, que contaba con 127 columnas, cada una erigida por un rey. Los más ilustres artistas hablan contribuido a su ornamentación, entre ellos Praxiteles, el más renombrado escultor clásico ático del siglo IV a. C. Pero parece que la diosa que se veneraba en Éfeso era mucho más una diosa oriental de la fecundidad que la diosa cazadora de los griegos, Artemisa, hermana de Apolo, la Diana de los romanos. No había nada en común entre la esbeltez y la gracia de Artemisa y la diosa informe de múltiples pechos. La estatua era de madera de cedro, ennegrecida por el tiempo. La recubría una capa de oro, excepto la cabeza y el cuello, las manos y los pies. Múltiples cabezas de animales evocaban la función de la diosa, considerada madre de todos los seres vivos. Un clero numeroso aseguraba el culto a Artemisa. Las principales ceremonias se realizaban en el mes de abril. Una inscripción fechada en el año 104 d.C. describe la procesión que conducía a la imagen de la diosa a su ciudad, escoltada por todas las demás estatuas divinas. Los dioses asistían también a los juegos que se celebraban en honor suyo. En la procesión estaban también presentes los himnodas, los encargados de ejecutar los cánticos sagrados. Eran numerosos los títulos que se le daban a Artemisa, como soberana o reina. Durante las representaciones teatrales, el pueblo cantaba incansablemente diversas invocaciones. Al sur de la ciudad otra fiesta conmemoraba el nacimiento de la diosa y terminaba con un gran festín. Éfeso atraía a muchos peregrinos, pero los devotos no eran los únicos que visitaban el templo de Artemisa. El santuario se sentía orgulloso de su derecho de asilo. Por otra parte, el culto a la diosa de la fecundidad se celebraba mediante la prostitución sagrada.

 

Al lado del templo de Artemisa no faltaban otros templos dedicados a las divinidades tradicionales del mundo griego. En la era romana, Éfeso demostraba su lealtad elevando un templo a Roma y a César dentro mismo del recinto del templo de Artemisa. El culto imperial romano tomó pronto forma oficial, ya que los delegados de las ciudades de la provincia de Asia se reunían todos los años para elegir allí al encargado de presidir las fiestas y de organizar los juegos. Los que habían ejercido aquel cargo conservaban el titulo y se cuenta que Pablo se había granjeado la simpatía de algunos de ellos. Signo evidente de la penetración rápida del cristianismo en todos los ambientes. Asimismo también la magia estaba presente, como demuestra la fama de que gozaban los hechiceros de Éfeso. Jenofonte de Éfeso (siglo III a.C.) indica la presencia en los alrededores del santuario de adivinos que, con la ayuda de formulas en lengua bárbara, se jactaban de echar los malos espíritus. En Éfeso, como en las demás ciudades, había una importante colonia judía. Pero no siempre fueron fáciles las relaciones entre los judíos y los efesios, como vemos registrado en Antigüedades judías mediante un decreto que Agripa, yerno del emperador romano Augusto, tuvo que emitir en favor de los judíos el año 14 a.C.: "Quiero que la administración y la conservación de las contribuciones sagradas reunidas para el templo de Jerusalén queden aseguradas por los judíos del Asia Menor según sus leyes nacionales. Quiero que los que hayan robado el dinero sagrado de los judíos sean sacados incluso de los lugares de asilo en donde se hayan refugiado".  Este es el contexto social y religioso en el que hemos de situar la actividad misionera de Pablo en sus viajes, y muy especialmente en su estancia en Éfeso.

 

Filacteria es un término que proviene del griego phylakterion protección o amuleto») y que se refiere a unas pequeñas envolturas de cuero donde se guardan pasajes de las Sagradas Escrituras en la religión judía. En el Judaísmo no se utiliza el nombre de filacteria, ya que su significado original (amuleto) se considera idolatría, prohibida por esta religión. Una de las correas de cuero se ata sobre el brazo izquierdo, o derecho, si la persona es zurda, dando siete vueltas al mismo y la otra se coloca sobre la cabeza. Según la Halajá, cuerpo colectivo de reglas religiosas judías, derivadas de la Torá escrita y oral, los varones judíos a partir de los trece años deben colocárselos diariamente, con excepción del Shabat, el día sagrado de la semana judía, y demás festividades judías. La tradición las relaciona con determinados pasajes del Éxodo y el Deuteronomio en la Torá en las que HaShem, término hebreo que significa literalmente 'El Nombre' y que se utiliza para evitar referir el nombre de Dios, exige a los judíos que porten sus palabras como recuerdo de la salida de Egipto. En las primeras representaciones de los apóstoles cristianos vemos como se colocaron en sus brazos izquierdos filacterias, al modo tradicional judío, costumbre que se fue extendiendo hasta que la cultura occidental cristiana las incorporó en la iconografía religiosa. Así, en el arte medieval, el uso del término se extendió a cualquier pequeño rollo de papel enrollado con citas, leyendas o símbolos, en especial religiosos o heráldicos como salutación, gloria, etc. Todos estos símbolos sirven igualmente para proteger a quien cree en su eficacia y los lleva. Así es que cuando Epifanio de Salamina, obispo y escritor bizantino, considerado como un Padre de la Iglesia, reconviene a los maniqueos, seguidores de la doctrina de Manes, por el uso de amuletos, que califica de supersticiones y fraudes, debe incluir en esta reconvención los amuletos de la Iglesia romana, como las medallas, escapularios, etc…

 

Es posible comparar la moral jesuítica con la de los antiguos tanaímes y teurgos, para descubrir la íntima relación que tienen los jesuitas con las sociedades secretas. Pero no encontramos en la antigüedad ninguna escuela ni secta alguna que se parezca a la Compañía de Jesús, contra la que se levantaron generales protestas apenas nacida, Se instituyó esta orden el año 1540 y ya en 1555 clamaban contra ella varios países. pues a los quince años de su constitución se deshicieron de ella los gobiernos de Europa. Portugal y los Países Bajos, que expulsaron a los jesuitas en 1578, Francia en 1594, la república de Venecia en 1606, Nápoles en 1622, y de Rusia en 1820. A pesar de las afirmaciones contrarias, ha resultado que la Compañía de Jesús pertenece al linaje de las sociedades secretas. Sus constituciones,  traducidas al latín en 1558 e impresas en Roma, se mantuvieron en riguroso secreto, hasta que en 1761 mandó publicarlas el Parlamento francés cuando el famoso proceso del jesuita Antoine Lavalette. Finalmente los jesuitas fueron suprimidos en Francia en 1764. Un personaje que coadyuvó en la supresión de los jesuitas fue el duque de Choiseul, quien también era amigo de filósofos, jansenistas, así como de miembros del parlamento, de madame Pompadour y del rey Luis XV. En uno de sus escritos Choiseul afirma lo siguiente: "En la actualidad, no tengo la misma indiferencia respecto a los jesuitas; he adquirido pruebas que me acreditan, que esta Orden y cuantos de ella dependen o están ligados, son peligrosos a la corte y al Estado, ya sea por fanatismo, ya por ambición, ya por favorecer sus intrigas y sus vicios; y si ahora ocupase el ministerio, aconsejaría al Rey con instancias que jamás se acordase de establecer una Sociedad tan perniciosa". Los grados de la orden son seis, a saber: novicios, hermanos, sacerdotes, coadjutores, profesos de tres votos y profesos de cinco votos. Además, hay un séptimo grado secreto, tan sólo conocido por el general de la orden, conocido como Papa Negro, y de unos cuantos dignatarios. Habría que ver en qué consiste el misterioso poder de la Compañía de Jesús, uno de cuyos mayores timbres de gloria es la reorganización del inquietante tribunal del Santo Oficio, a instancias de Ignacio de Loyola. Y curiosamente fue un jesuita quién fundó la orden de los iluminados de Baviera, los illuminati, el 1 de mayo de 1776.

 

Los jesuitas generalmente han sido importantes en la curia romana y han influido decisivamente en las congregaciones de cardenales y en la secretaría de Estado, de modo que antes de la ocupación de Roma pudo decirse que estaba en sus manos el gobierno pontificio. Pero, curiosamente, es actualmente cuando el Papa Francisco es el primer pontífice jesuita de la Historia. Respecto a la organización interna de la Compañía de Jesús, nos dice Kenneth R. H. Mackenzie en su Real Enciclopedia Masónica: "La Compañía de Jesús tiene signos secretos y contraseñas distintas para cada uno de los grados, y como no llevan divisa alguna exterior es muy difícil reconocerlos, a no ser por declaración propia, pues según el encargo que reciban se presentan como católicos o protestantes, plebeyos o aristócratas, fanáticos o escépticos. Tienen espías en todas partes y en todas las clases sociales, y se fingen mentecatos cuando así les conviene. Hay jesuitas de ambos sexos y de toda edad que se inmiscuyen por doquiera, hasta el punto de haber algunos de familias distinguidas y complexión delicada, que no obstante están de criados en casas de protestantes para mejor servir los intereses de la Compañía. Nunca nos precaveremos suficientemente contra su influjo, pues como la Orden se funda en la absoluta y ciega obediencia, puede convertir toda su fuerza hacia determinado punto". Por su parte los jesuitas, según leemos en Imago: Prími sœculi Societatis Jesu, sostienen que  "la Orden no es de institución humana sino que la fundó el mismo Jesús al  trazarle la regla de conducta, primero con su ejemplo y después con su palabra". El pontífice Clemente XIV suprimió la Compañía de Jesús el 23 de julio de 1773 y, sin embargo la restableció Pío VII el 7 de Agosto de 1814. Es interesante leer una pastoral del entonces arzobispo de Cambray: "Los enemigos de la religión han establecido distinciones entre el clericalismo, ultramontanismo y jesuitismo, que son una sola y misma cosa, esto es, el catolicismo. Hubo tiempo en que predominó en Francia cierta opinión respecto a la autoridad del Papa, pero estaba circunscrita a nuestra nación y era de origen reciente. La potestad civil asumió durante siglo y medio la enseñanza oficial. Los partidarios de estas doctrinas se llamaron galicanos, y los oponentes recibieron el calificativo de ultramontanos por estar Roma más allá de los Alpes. Hoy día ya no cabe distinguir entre galicanos y ultramontanos, porque la doctrina ortodoxa se declaró en contra de la iglesia nacionalizada, según decisión del concilio ecuménico del Vaticano. No es posible ser hoy católico sin ser al propio tiempo ultramontano y jesuita". La preceptiva moral de los jesuitas es comparable con la de los místicos y fraternidades de la antigüedad.

Simón el Mago era discípulo de los tanaímes de Samaria, territorio que corresponde al bíblico Reino de Israel, y era famoso por sus prodigios, que le valieron el sobrenombre de "gran poder de Dios", como prueba elocuente de la sabiduría de sus maestros. Ningún cristiano aventajaba a Simón en virtud taumatúrgica, a pesar de las calumniosas imputaciones contra él  lanzadas por los autores de los Hechos de los Apóstoles, quinto libro del Nuevo Testamento. Parece falsa la leyenda según la que habiéndose elevado Simón en el aire, se cayó de pronto por la voluntad de San Pedro, quebrándose las piernas en la caída. Lo lógico hubiese sido que, en vez de impetrar de Dios el fracaso de su rival, el  apóstol San Pedro hubiera debido  pedir la ayuda divina necesaria para prevalecer taumatúrgicamente contra Simón y vencerle en prodigios, ya que con ello habría manifestado más fácilmente la superioridad de su poder, convirtiendo a millones de gentiles y judíos al cristianismo. Pero según confiesan varios historiadores eclesiásticos, ningún apóstol aventajó a Simón en "maravillas sobrenaturales". Aunque la respuesta de otros es que posiblemente esto demuestra precisamente que Simón actuaba por obra del diablo. Acusaron a Simón el Mago de blasfemia contra el Espíritu Santo, ya que lo consideraba el aspecto femenino de la mente matriz de todas las cosas, sin advertir que el mismo concepto se expresa en el Libro de Enoc, cuando contrapone al "Hijo del Hombre" el "Hijo de la Mujer", así como el apócrifo Evangelio  de los hebreos, cuando dice que Jesús reconocía el aspecto femenino del Espíritu Santo mediante la expresión: "mi Madre, el santo Pneuma". El mismo concepto se exponen en el Código de los Nazarenos, el Zohar y los Libros de Hermes.

 

Desde la definición de la infalibilidad papal, se supone que la Iglesia y el Papa estarían al servicio de la Compañía de Jesús. Aquí recordamos las proféticas lamentaciones sobre Egipto atribuidas a Hermes Trismegisto, mencionado en la literatura ocultista como el sabio egipcio, paralelo al dios Tot, que creó la alquimia y desarrolló un sistema de creencias metafísicas que hoy es conocido como hermetismo, en que decía: "¡Ay, hijo mío! Día llegará en que los sagrados jeroglíficos parezcan ídolos, porque el mundo tomará por dioses los emblemas de la ciencia y acusará al glorioso Egipto de haber adorado monstruos infernales. Pero quienes de este modo nos calumnien adorarán a la muerte en lugar de la vida, y a la locura en vez de la sabiduría. Abominarán del amor y de la fecundidad, llenarán sus templos de huesos de muerto que llamarán reliquias, y malograrán su juventud en soledad y llanto. Sus vírgenes preferirán ser monjas a ser esposas y se consumirán en el dolor, porque los hombres habrán profanado con  menosprecio los sagrados misterios de Isis". El jesuita Gabriel Vázquez (1551 – 1604), en De cultu adorationis, nos dice que: "parecería que todas las cosas inanimadas e irracionales podrían ser objeto de adoración. Se advertirá que no sólo las imágenes pintadas y toda representación de cosas santas dedicadas al culto de Dios por la autoridad eclesiástica pueden ser adoradas como si fuese el mismo Dios, sino cualquier otra cosa de este mundo, sea de naturaleza inanimada, racional o irracional. A esto podemos añadir, que puesto que todo lo de este mundo se supone que es obra de Dios, que de continuo mora y labora en el mundo, más fácil nos será conocer a Dios por las cosas del mundo. Por lo tanto, sin tener en cuenta la dignidad de la cosa  creada, no es vano ni supersticioso sino puro acto de religión besar el objeto adorado o arrodillarnos sumisamente ante él, con tal que dirijamos a Dios nuestro pensamiento". Esta doctrina suena a la idolatría por la que se denuncia a los paganos. Teemos que decir que la  profecía de Hermes es mucho más diáfana que las de Isaías, que facilitaron el pretexto para calificar de demonios a los dioses gentílicos adorados por los paganos. Todo cuanto los judíos sabían lo aprendieron de pueblos más antiguos. Por ejemplo, los magos caldeos les enseñaron la doctrina secreta durante la cautividad de Babilonia.

 

El escritor, científico y naturalista Plinio el Viejo menciona tres escuelas de magia: una de origen desconocido debido a su antigüedad; la segunda fundada por Osthanes, un maestro hechicero persa, y Zoroastro, profeta fundador del mazdeísmo persa; la tercera establecida por Moisés, el profeta encomendado por Dios para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, y Janes y Jambres, nigromantes egipcios que se enfrentaron contra Moisés y Aarón y fueron derrotados. Sin embargo, estas mismas escuelas de magia heredaron sus enseñanzas de la India, principalmente de las comarcas que se extienden a uno y otro lado  de los Himalaya. Las arenas del desierto de Gobi, en el Turquestán oriental, encubren más de un secreto y los sabios del Khotan, ciudad-oasis situada en el desierto de Taklamakán y que formó parte de la zona sur de la antigua Ruta de la Seda, han perpetuado curiosas tradiciones y raros conocimientos alquímicos. La ciudad de Khotan, desde su fundación en tiempos del emperador Asoka (269 a. C.) hasta su conversión al islamismo a finales del siglo X, fue un centro importante de la religión budista, con una historia tempestuosa y sufriendo diversas invasiones. Durante este periodo de tiempo fue una de las puertas de entrada del comercio y la cultura india en la cuenca del Tarim y se convirtió en un importante centro de enseñanza y cultura budista. Christian Karl Josias, barón von Bunsen, en su libro El lugar de Egipto en la historia universal, nos dice que las oraciones e himnos del Libro de los Muertos datan de la dinastía de Abydos, anterior a Menes, entre los años 4500 y 3100 a.C. Bunsen remonta al año 3059 el reinado de Menes y el correspondiente establecimiento del imperio egipcio, antes de cuya época se conocía ya el culto de Osiris y demás divinidades de la mitología egipcia. Bunsen nos lleva mucho más atrás de los cuatro mil años, y en los himnos correspondientes a esta época encontramos preceptos morales muy parecidos en la forma a la doctrina expuesta por Jesús en el sermón de la montaña. Según Bunsen, así se deduce de las investigaciones llevadas a efecto por los más eminentes egiptólogos.

 

La Dinastía XII de Egipto transcurre entre el año 1980  y el 1790 a. C., y junto con la época final de la dinastía XI, forma parte del considerado Imperio Medio en la historia del Antiguo Egipto. Los egiptólogos consideran a esta dinastía el periodo de mayor apogeo del Imperio Medio de Egipto. El nombre y sucesión de sus gobernantes se puede encontrar en varios documentos. Se registraron unas listas Reales en dos templos de Abydos y en uno de Saqqara, así como en los textos de los epítomes de Manetón, sacerdote e historiador egipcio de expresión griega. La cronología de la XII dinastía es una de las mejor establecidas de cualquier período anterior al Imperio Nuevo. Una fecha registrada durante el reinado de Senusert III (Sesostris III), con relación al ciclo sotíaco, sitúa en concordancia varios acontecimientos acaecidos durante esta dinastía. El ciclo sotíaco, en referencia a Sotis, el nombre griego de la diosa egipcia Sopdet, personificación de la estrella Sirio, es un periodo de aproximadamente 1460 años provocado por la traslación anual de la observación del orto heliaco de Sirio. En el Antiguo Egipto los sacerdotes-astrónomos observaban todos los años la primera aparición en el horizonte de Sirio, ya que para ellos señalaba el comienzo de la época de las inundaciones. Idealmente dicho acontecimiento debería coincidir con el comienzo del año egipcio, pero como en el calendario egipcio todos los años sumaban 365 días, sin intercalar días adicionales para compensar la diferencia con el año sidéreo, cada cuatro años el orto de Sirio se desplazaba un día en el calendario, volviendo a coincidir con el año nuevo teórico solo tras unos 1460 años, es decir cuatro años por cada uno de los 365 días del año. Fue en el año 1904 cuando el científico alemán Eduard Meyer, combinando cálculos astronómicos con el estudio textos egipcios y datos arqueológicos, puso las bases modernas de un método que pretende aportar confirmación independiente a la cronología del Antiguo Egipto. Disponiendo de textos fechados en el año de reinado de algún faraón que documenten observaciones del ascenso de Sirio y conociendo puntos fijos del inicio del ciclo, teóricamente se puede asignar una datación absoluta a esos textos y, por tanto al reinado del faraón implicado. Disponemos de varios textos de este tipo, por ejemplo los papiros de Lahun y el papiro Ebers, que dan fechas para los respectivos reinados de Senusret III (dinastía XII) y Amenhoptep I (dinastía XVIII). Además se sabe que en el 139 d. C. el orto heliaco coincidió con el año nuevo egipcio, lo cual proporciona a los egiptólogos puntos fijos para los reinados de ambos faraones.

 

El historiador Manetón indicó que los faraones de la XII dinastía se establecieron en Tebas, pero de los registros de la época se deduce que el primer faraón trasladó la capital a una nueva ciudad denominada Amenemhat-ity-tauy "Amenemhat el Señor de las dos Tierras", o más simplemente Itytauy. La exacta ubicación de Itytauy se desconoce, pero se estima que estará próxima a El-Fayum, un inmenso oasis del desierto de Egipto, probablemente cerca de la necrópolis real, en El-Lisht, una aldea localizada sesenta kilómetros al sur de El Cairo, en cuyas inmediaciones se encuentran los restos de dos grandes pirámides y una necrópolis, datadas en época del Imperio Medio de Egipto. Las inscripciones de la duodécima dinastía abundan en fórmulas rituales correspondientes a tiempos muy primitivos, así como se ven extractos de libros herméticos en los monumentos de las primeras dinastías. De estas inscripciones se infiere que para los egipcios la primera obligación consistía en dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo y enterrar a los muertos. En aquella época ya se conocía ya la doctrina de la inmortalidad del alma, según demuestra una tablilla que se conserva en el Museo Británico. Helena Blavatsky (1831 – 1891) fue una escritora, ocultista y teósofa rusa. Fue también una de las fundadoras de la Sociedad Teosófica y contribuyó a la difusión de la teosofía moderna. Sus libros más importantes son Isis sin velo y La Doctrina Secreta, escritos en 1875 y 1888, respectivamente. Según Helena Blavatsky "tal vez esta doctrina sea mucho más antigua, ya que se remonta a la época en que el alma era considerada un ser objetivo, cuando la espiritualidad de la raza humana no conocía la muerte. Hacia la declinación del ciclo de vida, el etéreo hombre espiritual cayó en un dulce sueño de transitoria inconsciencia para despertar en una más alta y luminosa esfera. Pero así como el hombre espiritual se esfuerza continuamente en ascender a su fuente originaria, pasando por las esferas de la vida individual, el hombre físico tridimensional había de incorporarse al ciclo máximo de la creación universal hasta encarnarse. Entonces quedó el alma demasiado abrumada por el peso de las terrestres vestiduras para reconocerse a sí misma, excepto en aquellas naturalezas delicadas, que escasean más y más en cada esfera".

Aparentemente ningún pueblo prehistórico negaba la existencia del verdadero hombre, del Yo superior, puesto que la filosofía antigua ya enseñaba que sólo el espíritu es inmortal y que el alma no es por sí misma eterna ni divina, sino que, unida íntimamente a su envoltura terrestre, se convierte en la mente finita, en el principio de la vida animal o el nephesh de las Escrituras hebreas, según se infiere de los siguientes pasajes del Génesis: Y crió Dios las grandes ballenas y toda ánima  (nephesh)  que vive y se mueve". Con esto se da a entender la creación de los animales. Y continúa: "Y fue hecho el hombre en ánima (nephesh) viviente". Aquí vemos que la palabra nephesh se aplica indistintamente al hombre inmortal y al animal  mortal. Y podemos seguir leyendo: "Porque la sangre de vuestras ánimas (nephesh) demandaré de mano de todas las bestias. Salva tu ánima (nephesh). No le quites la vida (nephesh). El que hiriere animal restituirá otro en su lugar, esto es, alma por alma (nephesh  por nephesh)".  En los libros de Reyes también se toma la palabra nephesh por sinónima de vida y alma. Nephesh es una palabra hebrea que aparece en la Biblia hebrea. La palabra se refiere a los aspectos de la sensibilidad , y los seres humanos y otros animales son descritos como teniendo nephesh. Las plantas, como ejemplo de organismos vivos, no se mencionan en la Biblia como teniendo nephesh. El término nephesh es literalmente alma, aunque comúnmente se traduce como vida en las traducciones al inglés. Un punto de vista es que nephesh se relaciona con el ser consciente sin la idea de vida y que una creación consciente de Dios es una nephesh. En el Génesis se dice que a Adán no se le dio una nephesh sino que "se convirtió en un nephesh vivo". En Job podemos leer que nephesh, cuando se coloca con otra palabra puede detallar aspectos relacionados con el concepto de espíritu, describe una parte de la humanidad que es inmaterial, como la mente, las emociones, la voluntad, el intelecto, la personalidad y la conciencia. Poco podemos aprender leyendo el Antiguo Testamento con respecto a la inmortalidad del alma, a menos que se lea cabalísticamente a fin de desentrañar su oculto significado. Los hebreos no iniciados no tenían idea de la distinción entre alma y espíritu, pues confundían los conceptos de vida, sangre y alma, llamando a esta última soplo de vida. Los traductores de la Biblia han tergiversado de tal modo los conceptos, que únicamente los cabalistas pueden conocer el significado original.

 

En los libros herméticos, en la filosofía de Platón y en las doctrinas hinduista y budista podemos encontrar una doctrina sobre la naturaleza trina del hombre. Sin embargo, es una de las enseñanzas más importantes y menos comprendidas de la ciencia hermética. Los Misterios de Isis egipcios, de los que tan sólo se conoce lo poco que de ellos nos dicen las Metamorfosis de Apuleyo, el escritor romano más importante del siglo II, ejercitaban a los iniciados en una serie de virtudes y les transmitían conocimientos que buscan sin encontrarlos los modernos investigadores en los libros cabalísticos. Asimismo, las enigmáticas enseñanzas de la Iglesia romana, inspirada por los jesuitas, fueron incapaces de descubrir. Los Misterios de Isis son unos ritos de iniciación religiosa que se hacían en el mundo grecorromano como un culto a la diosa egipcia Isis. Están basados en otros ritos misteriosos, particularmente en los misterios eleusinos en honor a la diosa griega Deméter y que se efectuaron entre el siglo III a.C. y el siglo II d.C. A pesar de sus orígenes helénicos, los misterios se remontan a la antigua religión egipcia, en donde se adoraba a la diosa Isis. Al seguir estos misterios, los iniciados demostraban su devoción a Isis, aunque no necesariamente dedicaban los ritos solo a esta diosa. Los ritos eran vistos como un símbolo de la muerte y la resurrección, lo que en esa época se creía que garantizaba, con la ayuda de la diosa, el paso del alma del iniciado a una segunda vida. Muchos textos del Imperio Romano hacen referencia a estos misterios y ritos, pero la única fuente que los describe es la Metamorfosis, escrita en el siglo II por Apuleyo. En esta, el iniciado pasa por un elaborado proceso de purificación antes de poder descender a la parte más profunda del templo de Isis, en donde lleva a cabo una intensa experiencia religiosa en la que pueden ver directamente a los dioses.

 

Algunos aspectos de los Misterios de Isis y otros cultos, particularmente su conexión con la vida más allá de la muerte, tienen semejanzas con el Cristianismo. Pero no hay pruebas claras de que los misterios influenciaran los ritos cristianos. Mediante la descripción de Apuleyo los Misterios de Isis han influenciado muchas obras de ficción actuales y fraternidades de organizaciones actuales, extendiendo la creencia de que los egipcios antiguos tenían un misterioso sistema de ritos de iniciación. Resulta, por lo tanto, difícil para las antiguas confraternidades secretas de iniciados comparar sus doctrinas con las de los jesuitas, por sinceros que fuesen en los primeros tiempos de la Compañía de Jesús. Uno de los más poderosos obstáculos para la iniciación, tanto entre los egipcios como entre los griegos, era el de haber derramado sangre humana. Sabido es que el emperador Nerón jamás se atrevió a solicitar la entrada en los Misterios a causa de haber dado muerte a su madre Agripina. En las ciudades importantes de Egipto el cementerio estaba separado de la población por un lago sagrado, en cuya margen se reunían los cuarenta y dos jueces encargados de juzgar al alma del difunto, de manera similar a cómo el Libro de los Muertos representa el juicio del alma en el mundo espiritual. Si los jueces se pronunciaban unánimemente en favor del alma, el barquero conducía el cadáver a través del  lago hasta el lugar del enterramiento, y terminada la fúnebre ceremonia regresaban los sacerdotes al sagrado recinto, donde Al-om-jah instruía a los neófitos acerca del drama que en aquellos momentos se desenvolvía en el mundo invisible, co lo que se fortalecía su creencia en la inmortalidad del alma. En los misterios egipcios se dice que Al-om-jah fue el nombre que se le dio al aspirante en el más alto grado como correspondiente al nombre secreto del Ser Supremo. En sus partes componentes podemos reconocer el El de los hebreos, el Aum o nombre trilateral de los misterios indios, y el Jah de los sirios. El Crata Nepoa, un ritual dé los Misterios egipcios, describe los siete grados de la iniciación: "El neófito pasaba en la escuela de Tebas por las doce pruebas preliminares, se le intimaba a dominar sus pasiones y no apartar ni un momento de Dios su pensamiento. Después había de subir varias escaleras y vagar a obscuras por una  cripta de muchas puertas, pero todas ellas cerradas, para simbolizar en esta ceremonia la peregrinación del alma no purificada. Si triunfaba de las terribles pruebas preliminares recibía los tres primeros grados de  iniciación, que se llamaban Pastophoris, Neocoris y Melanephoris. Después se le conducía a una vasta cripta llena de momias colocadas con mucho aparato, y se le dejaba  frente a un ataúd con el mutilado cuerpo de Osiris. Esta cripta se llamaba 'Puerta de la Muerte'"

 

El Libro de Job y los Evangelios de San Mateo aluden a esta 'Puerta de la Muerte', aunque equiparándolas con las puertas del infierno. Vencida esta prueba, se llevaba al neófito a la "Cámara de los Espíritus" para que éstos le juzgasen. Entresacado del libro Ritual de Iniciaciones, escrito en 1657 por el escritor italiano Humberto Malhandrini, podemos leer: "Entre las enseñanzas morales  en las que se instruía al neófito, figuraban la abstención de todo género de venganza, el auxilio del necesitado, aun con riesgo de la propia vida, honrar a los padres, enterrar a los muertos, respetar a los ancianos, proteger a los débiles y pensar de continuo en la muerte seguida de la resurrección en un nuevo e imperecedero cuerpo". La castidad era una virtud prescrita rigurosamente en las iniciaciones, mientras que el adulterio estaba penado con la muerte. Al recibir el cuarto grado (Kristophores) se le comunicaba al candidato el misterioso nombre de IAO y en el quinto (Balahala) se le comunicaban los secretos de la alquimia en nombre de Horus. Este nombre, IAO, es dentro del gnosticismo el nombre de una divinidad principal, un código a veces combinado con el conocido Abraxas. La palabra Abraxas era un término que se grababa en ciertas piedras antiguas, llamadas Piedras Abraxas, y que las sectas gnósticas solían usar como talismán. Se creía que Abraxas era el nombre de un dios que representaba el Bien y el Mal, un dios y deidad adorada representante del fuego. El famoso influyente ocultista, místico, alquimista, escritor, poeta, pintor y mago ceremonial inglés Aleister Crowley dice: "El significado de la palabra [IAO] es la Obra que opera en la Naturaleza en su Transformación; esto es, la fórmula mágica a través de la cual todas las cosas se reproducen y se recrean". El fuego que renueva la naturaleza, tanto la vibración creativa brahmánica como la tempestad destructiva de Shiva, quien tiene tantas similitudes también con Dionisio, y de quien Crowley dice que "dispuso las fundaciones de la Ciencia. Esto es, de causar que la naturaleza externa se transforme en armonía con nuestra Voluntad". En el sexto grado se enseñaba la danza cíclica sacerdotal, que era un verdadero curso de astronomía, pues simbolizaba el movimiento de los planetas. En el séptimo grado se le iniciaba en el misterio final, después de pasar por la última prueba en el edificio Astronomus, y entonces recibía la cruz (tau) que al morir le colocaban sobre el pecho. Entonces ya era un hierofante, o sumo sacerdote del culto de Eleusis en el Ática así como en otros cultos mistéricos.

 

Evidentemente la Iglesia romana tuvo también sus ritos misteriosos. Veamos lo que dice Giovanni Battista Niccolini (1782 – 1861), poeta y dramaturgo italiano del movimiento de unificación italiano, en su libro Historia de los jesuitas con respecto a los modernos misterios del claustro: "En la mayor parte de monasterios y más particularmente en los de capuchinos y reformados, comienza por Navidad una serie de fiestas que no terminan hasta Carnaval, y en  ellas se entregan los monjes a toda clase de juegos y diversiones, celebran suntuosos banquetes y acuden al refectorio gran número de vecinos si está el convento enclavado en una población de segundo orden. Por Carnaval son todavía más espléndidos los festines, en cuyas mesas parece que la abundancia hubiese derramado cumplidamente su cuerno, a pesar de que ambas órdenes son mendicantes. Al sombrío silencio del claustro sucede entonces el bullicioso jolgorio del festín, y en las tétricas bóvedas resuenan cantos muy distintos de la salmodia. Termina la fiesta con un animado baile, en que para demostrar sin duda cómo el voto de castidad ha desarraigado en ellos todo apetito carnal, se presentan vestidos de mujer los monjes más jóvenes y los demás en traje de caballero seglar. No podría por menos de repugnar al lector la escandalosa escena  que a todo esto se sigue. Baste decir que con frecuencia he sido espectador de semejantes saturnales". En los entornos esotéricos se dice que el ciclo está en descenso y, a medida que desciende, la naturaleza física y pasional del hombre cobra mayores bríos a costa del Yo superior. En el Libro de los Muertos egipcio leemos un párrafo que se supone dirigido por el difunto en representación de Horus, enumerando todo cuanto ha hecho por su padre Osiris. Entre otras cosas, dice el dios: "Yo te di el espíritu. Yo te di el alma. Yo te di el cuerpo (la fuerza)". En  otro pasaje, la entidad a la que el difunto llama "Padre" representa el espíritu humano, pues el versículo dice: "Yo llevé a mi alma a que hablase con su Padre, con su Espíritu". Los egipcios creían que su ritual era de inspiración divina, lo mismo que para los hinduistas lo son los Vedas o el Antiguo Testamento para los judíos y cristianos. Según Bunsen y Karl Richard Lepsius (1810 – 1884), lingüista, bibliotecario y egiptólogo alemán, la palabra hermético equivale a inspirado, debido a que el dios egipcio Thot revela a sus elegidos los arcanos de las cosas divinas, de modo que en los libros herméticos hay pasajes enteros que los egipcios suponían "escritos por el mismo dedo de Thot".

Lepsius nos dice: "En un período posterior es todavía más distinguible el carácter  hermético, de estos libros, pues en la inscripción grabada sobre un  ataúd correspondiente a la vigésimo sexta dinastía, anuncia Horus al difunto que  el mismo Thot le ha traído los libros de su palabra divina o Escrituras herméticas". Además, se sabe que Moisés o bien era un sacerdote egipcio o estaba iniciado en la doctrina esotérica. Por ello no es extraño que dijese: "Y el Señor me dio dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. Y dio el Señor a Moisés las dos tablas del testimonio, que eran de piedra, escritas con el dedo de Dios". La filosofía religiosa de los egipcios consideraba que el hombre tenía tres principios fundamentales: cuerpo, alma y espíritu. Pero además consideraba que estaba formado de seis elementos componentes, tales como: kha, cuerpo físico; khaba, cuerpo astral; ka, principio de vida o alma animal; akh ,mente concreta; ba, alma superior; sah, principio cuyas funciones no comenzaban hasta después de la muerte física. Se consideraba que durante el período de purificación el alma visitaba con frecuencia el cadáver momificado de su cuerpo físico, hasta que ya purificada del todo se absorbía en el Alma del mundo, convirtiéndose en un dios menor subordinado al dios mayor Ptah, "Señor de la magia", que además era considerado el Demiurgo egipcio o Creador del mundo material, equivalente al Elohim bíblico. El ritual egipcio llamaba al alma germen de luces y también la llamaba demiurgo. Según el ritual egipcio, el alma purificada y unida al superior e increado espíritu, queda más o menos expuesta a la tenebrosa influencia del dragón Apofis, que en la mitología egipcia representaba a las fuerzas maléficas que habitan el Duat y las tinieblas. Apofis era la encarnación del caos así como de la insurrección armada. Es representada como una serpiente gigantesca, indestructible y poderosa, cuya función consistía en interrumpir el recorrido nocturno de la barca solar pilotada por Ra y defendida por Seth, para evitar que consiguiera alcanzar el nuevo día. Para ello empleaba varios métodos, desde atacar la barca directamente o culebreando para provocar bancos de arena donde el navío encallara. Todo ello tenía sólo una finalidad: romper la Maat, el «orden cósmico».

 

Apofis representa el mal, con el que había que luchar para contenerlo. Sin embargo, nunca sería aniquilada, sino sólo dañada o sometida, ya que de otro modo el ciclo solar no podría llevarse a cabo diariamente y el mundo perecería. Para los antiguos egipcios era necesario que existiese el concepto del mal para que el bien fuera posible. Los egipcios creían que, cuando el cielo se teñía de rojo, era a causa de las heridas provocadas a Apofis. También, interpretaron que los eclipses eran obra suya, en la lucha en la Duat. En Egipto todas las serpientes eran sagradas y representaban la reencarnación de Apofis, excepto la cobra, que representaba al Sol. En Egipto la cobra (uraeus) era un símbolo de resurrección, siendo el animal protector de los faraones, y en la ciudad de Buto eran veneradas por su carácter benéfico. Durante el ritual se decía: "Si alcanzó el conocimiento final de los misterios celestiales e infernales, es decir, la gnosis consiguiente a su perfecta identidad con el espíritu, triunfará de sus enemigos; de lo contrario, ha de quedar sujeta a la segunda muerte". De la misma manera que este ritual egipcio, el evangelista San Juan nos dice alegóricamente en el Apocalipsis: "Y el diablo que los engañaba fue metido en el estanque de fuego y azufre. Y el infierno y la muerte fueron arrojados en el estanque del fuego. Esta es la muerte segunda". Helena Blavatsky nos dice que esta segunda muerte representaría la desintegración paulatina del cuerpo astral, cuya materia se restituiría a su  originario elemento. Pero se dice que puede eludirse tan terrible experiencia mediante el conocimiento del  Nombre misterioso, llamado la Palabra por los cabalistas. Entonces, ¿se supone que el no conocimiento de la Palabra implica un castigo? Se afirma que el hombre de vida pura y virtuosa no ha de temer castigo alguno, pues tan sólo quedaría sujeto a una  detención en el mundo astral, hasta que estuviese bastante purificado para recibir la Palabra de su Señor espiritual. Pero si durante la vida prevaleciese la naturaleza animal, el alma quedaría más o menos inconsciente del espíritu, según el grado de sensibilidad cerebral y nerviosa, hasta que más o menos tarde acabase por olvidarse de su divina misión en la tierra. Porque si al igual que el vampiro de la leyenda, el cerebro se nutre a expensas del espíritu, la ya casi inconsciente alma quedaría embriagada con los vapores de la vida terrenal, perdiendo toda esperanza de redención y sería incapaz de vislumbrar el brillo del espíritu y de oír las admoniciones de su "ángel custodio" y de su "dios".

 

Algunos libros hablan del encargo y ministerio que tienen estos ángeles para la guarda de los seres humanos, tal como se lee en los libros del Génesis, Tobías, Salterio, Mateo, Hechos de los Apóstoles y la Carta a los Hebreos. Los Ángeles custodios fueron descritos en el siglo IV o V por el teólogo y místico bizantino Pseudo Dionisio Areopagita en su obra Las jerarquías celestes, donde explicó el orden angélico en el primer tratado de angelología. Los católicos argumentan que las Sagradas Escrituras sustentarían en algunas ocasiones la creencia del ángel de la guarda, como podemos leer en Éxodo: «Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado». Helena Blavatsky nos dice que cuando el alma convierte sus anhelos hacia la mayor plenitud de la vida terrestre, únicamente puede descubrir los misterios de la naturaleza física. Todas sus penas y alegrías, esperanzas y temores se contraen a las vicisitudes de la vida mundana y rechaza cuanto no puede percibir por sus órganos sensoriales. Poco a poco va muriendo el alma hasta su completa aniquilación, lo cual ocurre a veces muchos años antes de morir el cuerpo físico, en cuyo principio vital ha quedado ya absorbida el alma cuando llega la hora de la muerte. El único residuo de la entidad humana es un tipo de cadáver astral, que impotente para elevarse a más altas regiones, se disuelve en los elementos de la atmósfera terrestre. Los videntes y los justos, cuantos lograron el supremo conocimiento del verdadero hombre, recibieron enseñanzas divinas en sueños o por otros medios de comunicación. Auxiliados por los espíritus puros que moran en las regiones de eterna bienaventuranza, los videntes predijeron el porvenir y previnieron a la humanidad contra futuras contingencias. En el  ciclo que atravesamos son frecuentes los casos de muerte de almas, por lo que podemos tropezar con gentes desalmadas. No es, por lo tanto, extraño que importantes filósofos alemanes, como Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling, hayan fracasado en su tentativa de planear un sistema metafísico abstracto, cuando niegan toda evidencia de los fenómenos espiritistas que ocurren frecuentemente. Si los materialistas niegan lo concreto, aún menos aceptaran lo abstracto.

 

Bunsen opina que la Palabra de los cabalistas es idéntica al Nombre inefable de los iniciados y masones, según se infiere del siguiente pasaje en que Bunsen comenta el ritual  egipcio y dice: "El misterio de los nombres, cuyo conocimiento era soberana virtud, pero que posteriormente degeneró en la grosera herejía de los gnósticos y en la magia de los encantadores, parece haber existido no solamente en Egipto, sino en todas partes, pues le encuentran vestigios de este misterio en la Cábala y en las mitologías hinduista y griega". Aunque a Bunsen algunos pormenores del ritual egipcio le parecen más bien encantamientos mágicos que ritos solemnes, no puede por menos de confesar que tenían un místico significado oculto. Vemos, por lo tanto, que se reconoce que los iniciados de todos los países tenían un mismo Nombre misterioso, Los adeptos, hierofantes, magos, incluyendo a Moisés y Aarón, así como los cabalistas, desde la institución de los Misterios hasta hoy día, han creído en la eficacia de este Nombre. Al comentar el ritual egipcio, dice Jean-François Champollion que en uno de los capítulos de la Cábala se leen misteriosos diálogos entre el alma y diversas potestades. Según el teólogo cristiano Pseudo Dionisio, las potestades son entidades angélicas que forman parte, junto a las Dominaciones y las Virtudes, de la segunda jerarquía angélica. Las potestades permanecen en nuestro plano finito de realidad, y se encargan de mantener el equilibrio cósmico y las leyes físicas. Uno de estos diálogos da prueba de la eficacia de la Palabra, ya que el alma que  solicita la entrada le es negada si no pronuncia los nombres misteriosos. Ningún estudiante de esoterismo dejará de reconocer la similitud de estos nombres del ritual egipcio con los de los Vedas, la Cábala y los últimos textos hinduistas. Podemos encontrar en distintas épocas a magos, cabalistas, místicos, neoplatónicos, teurgos, entre ellos los alejandrinos, que de tal modo aventajaban a los cristianos en el dominio de las ciencias ocultas, samanos, brahmanes, budistas y lamas conocieron la potencia subyacente en estos varios nombres, cuya virtud dimana de la única e inefable Palabra. En el pueblo ruso la creencia de que esta Palabra obra milagros y late en el fondo de todo fenómeno mágico. Los cabalistas relacionan misteriosamente la virtud de la fe con esta Palabra, y lo mismo hicieron los apóstoles, apoyados en las siguientes palabras de Jesús que leemos en Mateo: "Porque en verdad os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: 'Pásate de aquí allá', y se pasará; y nada os será imposible". A lo que añade San Pablo: "Cerca está la palabra en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos. Sin embargo, aparte de los iniciados, ¿quién puede envanecerse de conocer su verdadero significado?".

 

Tal como ya hemos indicado, un símbolo importante es el Nombre Inefable. El tetragrámaton o palabra inefable, o nombre incomunicable, considerado como se debe, no es más que un símbolo, si bien hay que confesar que es el que más ha influido en los ritos de la antigüedad, si se exceptúan quizá los relacionados con el culto solar. No se conoce ningún rito antiguo de iniciación en que no ocupara un lugar importante. Sin embargo, como fue el primer símbolo que la francmasonería adoptó del paganismo, lo separó del primitivo sistema patriarcal y sacerdotal. Los judíos veneraban profundamente el Nombre de Dios, que nosotros identificamos y pronunciamos como Jehová, ya que desconocemos cuál es su verdadera pronunciación. Este nombre fue el que comunicó el Dios de Israel a Moisés, para que fuera empleado por su pueblo elegido diciéndole junto a la zarza ardiente: "Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre (Jehová) para siempre, y éste es mi memorial para todos los siglos". Más adelante declara todavía con mayor énfasis que ese es su nombre verdadero diciendo: "Yo soy Jehová, y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob, bajo el nombre de El Shaddai (Dios Omnipotente); más en mi nombre Jehová no me notifiqué a ellos". El Saddai, "Dios Omnipotente", era el nombre con que hasta entonces le conocieron los patriarcas. Su significado es análogo al de Elohim, el creador del mundo según el primer capítulo del Génesis. Pero el nombre de Jehová no se reveló al pueblo hasta la época de Moisés. El nombre de Dios, anunciado con toda solemnidad y consagrado religiosamente en esas escenas y acontecimientos, llegó a ser adorado por los israelitas con profunda veneración y con verdadero temor. Y para añadir mayor misticismo a la cosa, los cabalistas leían el siguiente pasaje cambiándole una sola letra: "Este es mi nombre para siempre", o "Este es mi nombre que debe ocultarse en secreto". Esta interpretación pronto se convirtió en precepto, siendo obedecida estrictamente hasta en nuestros días.


Distintos teólogos han dicho que si Cristo no hubiese obrado milagros los Evangelios no serían dignos de fe. Pero este argumento también podría ser válido para los milagros obrados por taumaturgos de otras religiones, distintas a la cristiana, que también validarían la veracidad de sus respectivas Escrituras sagradas. Ello vendría a reconocer la equivalencia entre los libros sagrados del cristianismo y, por ejemplo, del budismo, pues también éstos relatan prodigios. Además, la tradición nos habla de lamas tibetanos y anacoretas talapines de Siam, antiguo nombre del reino de Tailandia, que eran capaces de obrar prodigios mucho mayores que los que leemos en el Nuevo Testamento, sin que supuestamente debamos atribuirlos a intervención divina ni a una ruptura de las leyes naturales. Los antiguos yoguis usaban, y aun más tarde también lo usaron lamas y talapines, un brebaje compuesto de cierto jugo lechoso extraído de una planta medicinal y mezclado con un poco de azufre. Algún maravilloso secreto debían de conocer estos hombres, cuando podían curar en breves días peligrosas heridas y soldar fracturas de huesos con más rapidez que la cirugía actual. Al igual que en los comienzos del período védico, todavía se cree actualmente en la potencia subyacente en los mantras y en la personificación de la voz de los hinduistas. El período védico, o era védica, es el período en el que se compusieron los Vedas, los textos sagrados más antiguos de los indoarios, que se comprende entre el final de la civilización del valle del Indo y la segunda urbanización, que comienza en la zona central de la llanura indogangética. Basándose en evidencia literaria, los estudiosos ubican esta época entre el año 1500 a. C. y el año 500 a. C. En el hinduismo, Sarasvati es la diosa del conocimiento y una de las tres diosas principales, siendo las otras dos Laksmí y Durgá. Sárasvatī es mencionada en el Rig-veda, el primer texto de la literatura de la India, de mediados del II milenio a. C. Era una diosa que era adorada en la religión védica.

En los Puranas, textos que generaron la religión hinduista, Sárasvatī se convirtió en la diosa del aprendizaje y de las artes. A veces también se la equipara con otras diosas hinduistas, como Vach, Savitrí y Gáiatri, siendo Vach la personificación de la voz o el habla. En el Rig-veda se habla de Vach Ambhriní, hija del sabio rishi Ambhriná ('poderoso'). Según los Vedas fue creada por Prayápati, quien luego será identificado con el dios Brahmá, que se casó con ella. En otros escritos es llamada la madre de los Vedas y la esposa del dios Indra. En el pensamiento Judío, el nombre no es una designación arbitraria o solamente un grupo de sonidos. El nombre nos dice la naturaleza, la esencia, la historia de aquel que es designado con dicho nombre. En el Exodo se dice que Moisés es el primero que pregunta el nombre de Dios. Y Dios le responde: Soy el Eterno. El nombre más importante de Dios es el que lleva las cuatro letras o también conocido como el tetragrammaton. Se trataría de YHWH, que es el nombre bíblico de cuatro letras del Dios de Israel. Los libros de la Torá y el resto de la Biblia hebrea contienen este nombre hebreo.. De aquí proviene la confusión con el nombre de Jehová que no sería correcto. Este nombre de Dios en hebreo, YHVH, es sólo la pronunciación de las cuatro consonantes, sin las vocales correspondientes. En español el equivalente más apropiado sería YAVEH. Este nombre se pronunció hasta el año 586 a.C., hasta la destrucción del primer templo, y se pronunciaba con las vocales correspondientes. Ya para el siglo tercero antes de Cristo la pronunciación se había sustituido por Adonai Elohim. La palabra hebrea Elohim es la forma plural de Eloah, que significa "Poderoso". Viene de El que también significa "poderoso". Estas tres palabras, El, Eloah y Elohim, son utilizadas en las Escrituras como sinónimas para referirse al Creador. En realidad lo qué oyó Moisés frente a la zarza ardiente fue "Eheyeh Asher Eheyeh" ("Yo soy el que Soy"), que es más una descripción que un nombre. El primer nombre que se le da a Dios en las escrituras es Elohim, que curiosamente es un nombre masculino plural, como si se refiriese a varios "dioses" y no a uno único.

 

La Palabra Perdida representa el misterio de los misterios. Debido a su pérdida, los seres humanos cayeron en desgracia y vagan en la más completa oscuridad por sucesivos eones, una de las divisiones mayores de tiempo de la historia de la Tierra, equivalentes a unos mil millones de años. Es el secreto mejor guardado de la historia sagrada, ya que no aparece en los libros de texto ni se enseña en las distintas escuelas. En el Evangelio según San Juan podemos leer: "En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron". En estas palabras podemos vislumbrar un fragmento del enigma. Todo el esoterismo occidental y buena parte del oriental giran en torno a la noción de una misteriosa Palabra o Verbo Secreto que al ser pronunciado por el Creador habría dado origen al proceso cosmogónico, a la generación de los mundos y el desenvolvimiento de la Historia universal, con sus infinitas diversificaciones y movimientos, en una danza infinita en que Nataraja ('el rey de la danza'), nombre sánscrito del dios hindú Shiva, sería el realizador de la frenética danza (tándava) para destruir el universo y prepararlo para que el dios Brahmá de cuatro cabezas inicie el proceso de la recreación. Brahmá es el dios creador del universo y miembro de la Trimurti ('tres formas'), la tríada conformada por Brahma (dios creador), Visnú (dios preservador) y Shiva (dios destructor). En nuestra cultura el misterio de la poderosa Palabra Perdida nos ha llegado de manos hebreas a través de la Torah y el Tanaj, pero sus ecos resuenan tanto en el Evangelio como en el Corán y el Ginza ('tesoro'), libro sagrado del mandeísmo, secta gnóstica que se desarrolló en los siglos I y II d. C, llamado también El gran libro y Libro de Adán. El estudio comparativo demuestra que esta noción de un Verbo Secreto se origina en toda la mitología del Egipto faraónico y de la antigua Mesopotamia, que se dividía en Asiria (al norte) y Babilonia (al sur), también conocida como Caldea, que, a su vez, se dividía en Acadia (parte alta) y Sumeria (parte baja). Para comprenderlo mejor debe revisarse el mito de la creación de Heliópolis, que se encuentra registrado en los famosos Textos de las Pirámides, diseminados en distintas ubicaciones a lo largo del río Nilo, así como en el papiro Bremner-Rhind, que podemos encontrar en el Museo Británico de Londres.

 

En el mito de la creación de Heliópolis se nos narre la leyenda de Heliópolis, importante ciudad del Antiguo Egipto, vemos que en los "Años Oscuros" el mundo no existía, la muerte no había sido creada y el cielo, la tierra, los dioses, los hombres, y los animales aún no se habían creado. Todo se hallaba confundido en un caos amorfo y oscuro, sumido por un océano caótico donde se encontraba el potencial de la vida, pero sin tener consciencia de su existencia. Por otro lado, los Textos de las Pirámides son un repertorio de conjuros, encantamientos y súplicas, grabados en los pasajes, antecámaras y cámaras sepulcrales en las distintas pirámides del Imperio Antiguo con el propósito de ayudar al faraón en la Duat, inframundo de la mitología egipcia y el lugar donde se celebraba el juicio de Osiris, y, de esta manera, asegurar su resurrección y la vida eterna. Son una recopilación de textos, sin orden aparente, de creencias religiosas y cosmológicas muy antiguas, que debieron emplearse durante las ceremonias funerarias de las dos primeras dinastías. Algunos textos ya aparecen en estelas y mastabas, que son unas tumbas egipcias antiguas de base rectangular, techo plano y muros laterales inclinados, construida con bloques de adobe o con piedra. Los textos ya debían existir en papiros al menos en los tiempos de Unis, el último faraón de la dinastía V, y posteriormente se copiaron en los muros y techos de su pirámide. Por tanto, su pirámide es el primer lugar en el que se escribieron los Textos de las Pirámides en un soporte duradero. Los textos están compuestos por 228 declaraciones. Posteriormente se convirtió en práctica habitual inscribirlos en el interior de las pirámides de los faraones del Imperio Antiguo, llegando a los 759 conjuros.

 

No se trata de un relato ordenado, sino extractos de teorías de la creación, fragmentos de las luchas entre Horus y Seth, de leyendas y de fórmulas para permitir al faraón la resurrección, ascensión e identificación con los dioses. En estos textos se aprecian dos teorías cosmológicas. La primera contiene mitos solares, donde el rey es conducido hacia el dios solar Ra, mientras que la segunda teoría se trata de una mitología estelar mucho más antigua, donde el camino se dirige a las estrellas circumpolares, aquellas que eran consideradas inmortales por permanecer siempre visibles en el cielo nocturno. Su evolución dará lugar a los Textos de los Sarcófagos, que durante el Primer periodo intermedio de Egipto comenzaron a escribirse en los sarcófagos de los nobles y potentados. En el Imperio Medio son biográficos, narrando también la vida del difunto, o jurídicos, describiendo el legado de sus bienes. A partir de esta época la inmortalidad dejó de ser un privilegio exclusivo del faraón, siendo ya posible para las clases más altas. Durante el Imperio Nuevo empezaron a escribirlos en papiros que se depositaban dentro del sarcófago, alcanzando gran difusión y dando origen al denominado Libro de los Muertos, en el que se describe qué deberá hacer el espíritu del difunto para obtener la inmortalidad. Este texto experimentará ulteriores evoluciones hasta la dinastía XXVI. La inmortalidad ya la alcanzan aquellos "egipcios justos" que pudieran recitar en la Duat las fórmulas del Libro de los Muertos y costearse los rituales de embalsamamiento y entierro, para preservar su ba, una fuerza anímica, componente de la parte espiritual del hombre, la fuerza animada de cada ser fallecido y la personalidad espiritual manifestada una vez acaecida la muerte.

 

El papiro Bremner-Rhind, ubicado en el Museo Británico de Londres, fue adquirido por el propio Museo en 1865 y su origen parece encontrarse en Tebas. Sir Ernest Wallis Budge, egiptólogo, orientalista y filólogo inglés que trabajó para el Museo Británico a partir de 1883, en su libro Egyptian Hieratic Papyri in the British Museum pensó que el origen del papiro era el escondrijo de las momias reales de Deir el-Bahari. Perteneció a Alexander Henry Rhind, arqueólogo, especializado en egiptología, quien posiblemente lo obtuvo de Mustafá Agha, cónsul británico en Luxor. Fue Samuel Birch, egiptólogo inglés y autor de History of Ancient Pottery, quién examinando los objetos llevados a Inglaterra por Rhind, reconoció la importancia del texto. Henry Rhind murió en 1865 y su colección paso entonces a David Bremner, quien posteriormente la vendió al Museo Británico. El papiro está escrito en egipcio medio y escritura hierática. Tiene unas dimensiones aproximadas de 5 metros de longitud por 24 cm de anchura. Contiene en total 33 columnas y unas 930 líneas, escritas con tinta negra. Parece, según el egiptólogo inglés Raymond Oliver Faulkner, haber sido realizado como encargo de una recopilación de textos religiosos destinados a la biblioteca de algún templo, si bien la historia de la Creación no parece encajar en el contexto global. Consta de cuatro secciones claramente diferenciadas. Una de ellas son las lamentaciones de Isis y Neftis, un texto que debía ser cantado entre los días 22 a 26 del mes de Joiak, mes en el que se celebraban los misterios de Osiris. Los cánticos eran ejecutados por dos sacerdotisas que representaban a diosas en sus lamentaciones por la muerte de Osiris. El texto consta de partes ejecutadas a dúo por ambas sacerdotisas y otras pertenecientes a una solista, que era cantado por la sacerdotisa que representaba a la diosa Isis. Faulkner tituló a esta sección "Las canciones de Isis y Neftis" para distinguir este texto del existente en el papiro Berlín 3008, que incluye una versión mucho más corta.

El mito cosmogónico egipcio nos cuenta que en el principio tan sólo existía el Nun, el océano primordial. Nun era entendido como un "concepto"; que representaba el principio común en todas las cosmogonías, la primera sustancia abstracta, el elemento caótico que contiene el potencial de la vida, simbolizado las caóticas aguas primordiales que ocupaban todo el universo. En el principio, antes de la creación, sólo había el Nun, que era un océano inerte, sin límites, rodeado de absoluta oscuridad, que no era la noche que conocemos, pues aún no se había creado. Los sacerdotes egipcios, para describir este estado, enumeraban lo que no existía. Del Nun surgió espontáneamente la vida, al igual que un demiurgo que sólo piensa. A continuación el demiurgo, entidad que, sin ser necesariamente creadora, es impulsora del universo, comenzó a hablar, y se disoció del Nun, que se convirtió en el «océano primordial». Entonces el demiurgo comenta al Nun lo que sucedía, provocando la respuesta y el despertar del Nun. Ello es el origen de la palabra y del diálogo. En ese momento el demiurgo se movió y fue el principio de la Creación. Pues el demiurgo y el Nun no forman realmente parte de la Creación. Se creía que, después de la creación, las aguas del Nun rodeaban la Tierra, siendo Nun el responsable de la inundación anual del Nilo y de las aguas subterráneas que marcaban los límites entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Nun, como concepto deificado, posee un Ba (espíritu) que es el Sol. En las oscuras aguas del Nun se encontraba totalmente diluido Atum, el padre de todos los Dioses. Allí no existía nada, ni cielo, ni tierra, ni vida, ni muerte. Tan sólo reinaba el caos de lo perfectamente confuso. Sin embargo, de aquella disolución divina surgió una voz, la atronadora entonación de Atum tomando conciencia de su propia existencia: "¡Ven a mí!". Y en ese grito desgarrador que atravesó el líquido vacío de lo sin forma, el Dios primordial se dio origen a sí mismo como Atum-Ra, la primera luz. Habiéndose diferenciado del caótico océano de Nun, concibió una segunda separación al hacer brotar en medio de todo una enorme montaña, que constituirá la primera coagulación de la materia, bajo la forma perfectamente piramidal de la sagrada colina de Benben, una piedra sagrada venerada en el templo Solar de Heliópolis sobre la "colina de arena", el templo donde el dios primordial se manifiesta, en el lugar donde fulgen los primeros rayos del sol naciente. Este monte será el primer lugar en el que se inició el ordenamiento universal que hizo posible la vida.

 

De las siguientes diversificaciones creativas irán surgiendo los principios masculino y femenino en la forma de cuatro parejas de Dioses que, junto a Atum-Ra, estructuran la enéada de Heliópolis por la que todas las cosas fueron hechas. Enéada es la antigua denominación en idioma griego de la palabra egipcia Pesedyet, que es la palabra que se utiliza para denominar al conjunto de nueve dioses que conformaban la cosmogonía de Heliópolis, creada por los sacerdotes de esta ciudad. Cuando nos referimos al Verbo, ¿qué queremos decir realmente? En el libro del Génesis se da cuenta del movimiento creativo a partir del mismo océano indiferenciado del mito egipcio, cuando nos señala que al principio las tinieblas cubrían la faz del abismo y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Entonces Elohim, recordemos que es plural, dijo "¡hágase la luz!". Y la luz fue hecha. Esto vuelve a ponernos en presencia del poder de la Palabra Divina, que vemos representada incluso en los cuentos de hadas bajo la forma velada de "palabras mágicas" que abren las puertas de lo milagroso y sorprendente. Pero, en este caso, la Palabra es un sonido y a la vez un espíritu, o si se prefiere, es un sonido que serviría de vehículo al espíritu de Dios en su desenvolvimiento y división para crear las esferas del universo. El acto de hablar confiere al ser humano la capacidad de interactuar y transmitir ideas, siendo así el medio por el que el Intelecto puede producirse. El Verbo sería el generador de todas las posibilidades existentes en la Mente del Gran Arquitecto, a la vez que su vehículo transmisor. Pero las tradiciones iniciáticas de todo el mundo dicen que la Palabra se ha perdido. Retornar al origen es el verdadero poder de la Palabra Perdida. Por ella se haría efectivo el completo Tikún Olam de los cabalistas, la rectificación del mundo tras la caída. En efecto, Tikún Olam es una frase en hebreo que significa "reparar el mundo". Es importante en el judaísmo y a menudo se utiliza para explicar el concepto judío de justicia social. De acuerdo al misticismo judío, la Creación del Universo está representada de manera figurada como un recipiente que no pudo contener la Luz Sagrada y se rompió en pedazos (Shevirat Hakelim). Por ello, de acuerdo a los cabalistas, el Universo que conocemos está literalmente quebrado y necesita reparación. En consecuencia, siguiendo la Halajá (ley religiosa judía) y cumpliendo mitzvot (preceptos), la gente ayuda a reparar el recipiente del Universo. Así, los cabalistas enseñan que a través de sus acciones, cada persona puede participar en el Tikún Olam, literalmente reparando el Universo y la Humanidad como parte de la Creación Divina.

 

La Palabra que da origen a la Luz es sin embargo una restricción, una contracción de la misma Luz Divina según la teología mística de Isaac Luria, rabino y cabalista de la comunidad de Safed en la región de Galilea de la Siria otomana. Encontramos una noción sumamente parecida a la del tsimtsum (restricción) de la cábala en las obras del místico y teósofo luterano Jakob Böhme, cuyo primer acto abre con una contracción en el seno de la Divinidad. En efecto, según Böhme, antes de la creación del mundo Dios llenaba todo el espacio. Cuando Dios quiso crear el mundo retiró su luz. Esta luz sufría de numerosas tsitsumim, en que cada tsimtsum es una disminución gradual de la luz divina y una adaptación a la capacidad de recepción de los seres creados Al mismo tiempo que Dios daba comienzo a la creación, debía restringir su propia magnificencia para dar cabida al espacio y al tiempo, que son inevitables suspensiones de lo Divino, así como ausencias en donde la radiación espiritual queda oculta. El Árbol de la Vida se representa en el conocido árbol sefirótico, que se compone de diez emanaciones espirituales por parte de Dios, a través de las cuales dio origen a todo lo existente. Estas diez emanaciones, llamadas cada una de manera individual sefirá, y en conjunto sefirot, para formar el Árbol de la Vida se intercomunican a través de 22 senderos, cada uno ligado a cada una de las 22 letras del alfabeto hebreo. A medida que se desenvuelve el proceso de emanaciones a través de las 10 sefirot, esta ocultación de la Luz se hace progresivamente mayor, añadiendo velos cada vez más densos que impiden la contemplación directa del Rostro Divino. Tenemos aquí una primera pérdida, o más propiamente un ocultamiento. En el mito cabalístico, la Palabra Perdida fue transmitida a Adán y a sus descendientes a través de la línea de Set, como un secreto que debían custodiar, porque les aseguraba el permanente contacto con el Creador. Esa Palabra no es otra cosa que HaShem, término hebreo que significa literalmente "El Nombre" y que se utiliza para evitar referirse al nombre de Dios. Se usa igualmente para evitar deletrear la palabra YHWH, formada por las letras hebreas yod hei vav hei, y con la palabra Adonai, que se usa solo en los rezos, los cantos y cuando se está impartiendo una clase de Torá. Habrá otras pérdidas, como la del Edén y la del Arca de la Alianza que contenía las Tablas de la Ley, así como el sagrado nombre.

 

El grado de Maestro en la masonería gira precisamente en torno a la Palabra Perdida, entendiéndose por ello el nombre secreto de Dios, que, tras el simbólico asesinato de Hiram Abif, supuesto maestro constructor del Templo de Salomón, ya no puede ser encontrado sobre la Tierra. Lo que se sabe, a partir de la Biblia, es que Hiram Abif era un experto en metalurgia, aunque para otros autores este Hiram Abif fue un consumado maestro en la alquimia hermética. La Biblia dice que era un experto en bronce y otros metales, al igual que telas. Construyó gran parte del templo, incluyendo las dos columnas principales, y el término Abí, más que un apellido o una extensión del nombre, era un título que reflejaba a un experto, lo que ahora se conoce como un maestro. En la parábola usada en el ritual masónico, Hiram Abif fue asesinado por tres compañeros miembros del oficio, que trabajaban en la construcción del templo en su afán de obtener información del maestro masón de forma ilícita. Sin embargo, Hiram Abif no lo reveló antes de morir. El cuerpo de Hiram fue escondido por los asesinos, llamados en el folclor masón Jubelón, Jubelás y Jubelós, y después fue recuperado y adecuadamente enterrado por el rey Salomón. En los capítulos del Arco Real se ofrece una palabra sustituta que, según la mayoría de los estudiosos, resulta de la contracción y conjunción de tres formas diferentes para nombrar al Altísimo en las tradiciones hebrea, fenicia y egipcia. El Arco Real es, por cierto, la progresión natural en la francmasonería que provee la obtención de los "auténticos secretos", a continuación del otorgamiento de ciertos secretos substitutivos, y como tal, forma realmente una parte integral de la Masonería Simbólica Inglesa. Desde luego, este nombre se transmite bajo el juramento de secreto masónico y no debe ser reproducido. Empero, dicha palabra de reemplazo no es el verdadero Nombre Divino, sino tan sólo una llave para su búsqueda. La auténtica Palabra Perdida es de suyo intransmisible e impronunciable, como lo atestigua todo el judaísmo. El temor reverencial al Nombre se evidencia en la práctica cotidiana de aludirlo indirectamente, evitando incluso escribir en forma completa la palabra "Dios". Pero como en toda regla hay excepciones, pensemos en lo que nos transmite la leyenda sobre el Templo de Salomón, donde una vez al año el sumo sacerdote ingresaba al Sancta sanctorum para pronunciar las cuatro consonantes y pedir perdón por los pecados del pueblo de Israel.

 

La tradición primordial, de la que brota toda sabiduría, parece indicarnos insistentemente en sus múltiples manifestaciones que el hombre ha perdido tanto el contacto directo con Dios, así como su propio estado de divinidad.  Pero, ¿no nos dicen las mismas Escrituras que somos dioses?. Aquí se hace evidente el trasfondo platónico, en referencia al filósofo griego Platón o a su doctrina filosófica, así como hermético, una tradición filosófica y religiosa basada principalmente en textos pseudoepigráficos, atribuidos a Hermes Trismegisto. Estas filosofías inevitablemente marcaron la formulación de los credos monoteístas en la ribera oriental del mediterráneo. El contacto del pueblo hebreo con la cultura grecorromana y las distintas tribus semitas de la región puede explicar estas herencias filosóficas. Asegura la leyenda masónica que el rey Salomón mandó construir una bóveda secreta bajo el Templo de Jerusalén. Era una cámara oculta que mantenía las mismas proporciones que el gran edificio de la superficie. A dicha cámara se accedía por una escalera de 24 peldaños divididos en cuatro tramos de tres, cinco, siete y nueve escalones. En la bóveda, cuya existencia sólo era conocida por el rey Salomón y los maestros constructores, había un pedestal triangular en el que Salomón mandó grabar los diversos sellos y sigilos, símbolos creados para un propósito mágico específico, como referencia a la sabiduría secreta. En ese lugar se dice que se escondió el mayor tesoro que el hombre pudiese imaginar. Este tesoro era en realidad la Palabra que encierra el nombre del Gran Arquitecto del Universo masónico. La tradición dice que los Templarios buscaron esa misma cripta durante 9 años, excavando bajo los restos del Templo en el monte Sión. En el misticismo islámico existe la misma cuestión con respecto al nombre esencial de Alá. El Corán desarrolla una teología en la que Dios se presenta bajo 99 nombres que reflejan sus distintos atributos, pero deja en el más absoluto misterio el último y más sagrado de todos ellos: el que representaría su Esencia. Sería este centésimo Nombre Divino el que provocaría las especulaciones místicas más notables del sufismo. Su custodia es un secreto que guarda celosamente el Shaikh, o jeque, que no lo comunicará más que a los derviches de mayor rango y realización. El Shaikh es un sufí que está autorizado para enseñar, iniciar y guiar derviches aspirantes en la fe islámica.

El término sufismo se refiere a la mística islámica denominada tasawwuf, que incluye diferentes movimientos ortodoxos y heterodoxos del islam. También es usado para definir grupos esotéricos desvinculados del islam, como algunas formas de sincretismo. En las primeras décadas de existencia del islam, el «sufí» no fue reconocido como una rama del islamismo, y desde el punto de vista de la mayoría de los investigadores, fue desarrollado por personas que eligieron la ascesis y la vida espiritual. Pero algunos de los sabios sufíes creen que el sufismo era una realidad sin nombre, y luego fue un nombre sin realidad. Los sabios sufíes eligieron el tariq ('camino'), argumentando que fue inaugurado por el propio Mahoma, y citan numerosos antecedentes en el Corán y en los hadices, dichos y acciones del profeta Mahoma. En el ámbito tradicional islámico, el tasawwuf al-islami denomina la espiritualidad islámica, es decir, aquella faceta, conocimientos, métodos, formas y ritos que, dentro del contexto del islam, se han dedicado a las cuestiones del espíritu, la purificación del alma, a la metafísica, a la interpretación interior de los preceptos islámicos, y la relación de Dios con el Cosmos. Mientras que la filosofía islámica se centró en objetivos parecidos desde el punto de vista de un conocimiento especulativo y racional, el tasawwuf incide en la práctica y la experiencia intuitiva, para así conseguir un conocimiento directo de las realidades espirituales (tahqīq) a través del desvelamiento (kashf) y la inspiración (ilham). Por otro lado, el tema principal del sufismo es la consecución (o realización) de la proximidad a Dios (qurba) o la santidad (walaya), lo cual lo diferencia de otras formas de espiritualidad islámica. El Gran Nombre (Ism al-'Azam) puede obrar prodigios y abrir las puertas de la existencia a la presencia divina.

 

Algo similar ocurre en las religiones dhármicas mediante el uso de los mantras, con su potencial para liberar la mente y el sonido AUM como núcleo sonoro de la suprema realidad de Brahman. Dharma es una palabra sánscrita que significa 'ley religiosa' o 'conducta piadosa correcta'. Con ligeras diferencias conceptuales, se utiliza en casi todas las doctrinas y religiones de origen indio, que son llamadas religiones dhármicas, como el budismo, el hinduismo, el jainismo y el sijismo. Brahman ('expansión, brote') es un término que hace referencia a la divinidad absoluta del hinduismo. Según el Taitiríia-upanishad, el primero en nombrar a esta divinidad invisible e impensable fue el sabio Majá, aunque le aplicó su propio nombre, ya que majá significa 'grande'. El siguiente concepto que se le adjudicó a esta divinidad fue el de «expansión». En los Upanishads del hinduismo se señala al Brahman como lo absoluto, que se encuentra en todo el universo, es la esencia de todo y transciende a todo, siendo inmanente y causa eficiente del cosmos, en tanto que a nivel de microcosmos su equivalente es el atma o alma eterna de cada individuo. Si en el plano existencial y fenoménico, el mundo material de maia, el alma se considera distinta del Brahman, en el plano esencial absoluto se considera que no existe diferencia entre el alma y el Brahman. Dentro de muchas de las creencias originadas en la India se supone que es posible en vida alcanzar la identificación del alma con el Brahman en el estado llamado samādhi ('éxtasis'). En ocasiones se ha representado el Brahman, pero se considera que el Brahman, que es absoluto, es transcendente a toda forma, a toda figuración, a toda delimitación y a toda explicación. En el hinduismo existen muchos devas ('dioses') que son sólo una mínima manifestación del único Brahman. A la doctrina específicamente dedicada al Brahman se la llama vedanta advaita, que debido a su alto grado de abstracción nunca fue popular en la India. En la mitología hinduista el primer ser creado por el Brahman fue el dios creador Brahma.

 

En la cosmogénesis del Corpus Hermeticum, colección de 24 textos sagrados escritos en lengua griega que contienen los principales axiomas y creencias de las tendencias herméticas, el Verbo (Logos) vuelve a aparecer ocupando el lugar central de potencia creadora. Según la tradición, el Corpus fue redactado por Hermes Trismegisto, originariamente considerado una simple transfiguración del dios egipcio Thot, pero que posteriormente fue tenido por un sabio que en tiempos atávicos había fundado la alquimia y otras ciencias herméticas. Estudiosos judíos y renacentistas como Marsilio Ficino, lo consideraban contemporáneo de Moisés. Las obras de Hermes Trismegisto, que se denominaban con el nombre genérico de Hermética, tuvieron una influencia muy importante en el desarrollo del mundo espiritual del Renacimiento, particularmente en las obras de autores como el humanista y pensador italiano del siglo XV Pico della Mirandola y otros seguidores de la alquimia y el neoplatonismo. El Corpus comienza con la revelación de Poimandres, la Mente Universal o el pastor de hombres, uno de los epítetos del dios de los gnósticos y los neoplatonistas, a Hermes Trismegisto durante el sueño. Los textos afirmaban ser meras traducciones griegas de originales egipcios, si bien estudios filológicos modernos apuntan a una redacción griega original que surgió probablemente entre los siglos II y III de nuestra era. Fueron ampliamente leídos en los últimos siglos de la Antigüedad clásica y algunas sectas religiosas, como la de los harranitas, que tomaron el nombre de sabeos tras la conquista islámica, los adaptaron como libros canónicos. Aunque su uso fue decayendo con la cristianización del Imperio romano, todavía en el siglo V San Agustín de Hipona argumentaba en contra de estos textos. El Corpus Hermeticum fue recuperado por Cosme de Médici en 1463, que adquirió un manuscrito bizantino que contenía los primeros 16 libros, los cuales fueron traducidos ese mismo año al latín por el humanista florentino Marsilio Ficino. En 1471, gracias a la imprenta se publicaría la primera versión impresa. Asimismo figura en las distintas versiones cosmogónicas de los círculos gnósticos de Alejandría, que comparten con la Hermética un mismo trasfondo cultural. Según el Poimandres: "El Verbo santo vino a abrazar la Naturaleza, y un fuego sin mezcla se lanzó fuera de la naturaleza acuosa hacia lo alto, hacia la región sublime; era ligero y vivo, y activo al mismo tiempo; y el aire, siendo ligero también, siguió al soplo ígneo, elevándose hacia el fuego a partir de la tierra y el agua, de manera que parecía suspendido del fuego. La tierra y el agua permanecían en su lugar, ambas íntimamente mezcladas entre sí, tanto, que no se distinguían: y eran incesantemente movidas bajo la acción del soplo del Verbo que se encontraba por encima de ellas, según el oído percibía". Vemos aquí el poder articulador de la Palabra de Dios, que muchas iglesias cristianas pretenden predicar sin comprenderla demasiado.

 

Fiat lux corresponde a la locución latina que literalmente significa «Que se haga la luz» en el Génesis. Hay algo de inefabilidad en un Dios cuya luz no puede ser vista antes de que el sonido de su voz haya sido escuchado. Esta invisibilidad se repite en la voz que escuchan todos los patriarcas y profetas, un rasgo propio de las religiones abrahámicas, que son las fes monoteístas que reconocen una tradición espiritual identificada con Abraham. El término es usado principalmente para referirse colectivamente al cristianismo, judaísmo e islam, a las que se suman en ocasiones otras religiones como el bahaísmo, los samaritanos, los mandeos y los drusos. Las religiones abrahámicas suponen un poco más de la mitad de la población de creyentes del mundo, unos 3.800 millones de fieles. Por otra parte, las principales religiones no-abrahámicas del mundo son las religiones dhármicas de la India y las religiones del Oriente asiático centradas en el Tao, así como las llamadas religiones animistas que se extienden por el continente africano y la región caribeña y antillana de América. Encontramos la misma característica en buena parte de la tradición espiritual del oriente próximo. Es casi seguro que el Nombre Secreto seguirá perdido hasta el fin de los tiempos, pues hay algo que siempre está perdido en todo camino iniciático, tales como el Santo Grial en las sagas caballerescas, el paraíso en la espiritualidad judeocristiana, el caldero mágico entre los celtas, la Atlántida en la leyenda platónica, la Thule en los mitos hiperbóreos, las manzanas doradas del Jardín de las Hespérides o la Palabra Perdida en el rito masónico. Recuperarlo es la posibilidad de reactivar la condición divina en el hombre, volver a restituir la unidad del Adam Kadmon de los cabalistas o el Insan al-Kamil de los sufíes, frase que significa "la persona que ha alcanzado la perfección" y que es un título honorífico para describir al profeta Muhammad. Porque todos somos células dispersas de un único Hombre: el Verbo Encarnado. Adam Kadmon significa "Hombre Primordial" en los textos de la Cábala, comparable al Anthropos del gnosticismo. En la Kabbalah Luriana, escuela de Cábala desarrollada por el rabino judío Isaac Luria, el Adam Kadmon tiene un elevado estado, equivalente al Purusha, divinidad única Omnipresente, de los Upanishads. El Adam Kadmon, el hombre primordial, es la síntesis del Árbol de la vida cabalístico que emana del Ain Sof, el Todo Supremo que menciona la Cábala, aquello que podemos llamar de Dios en su aspecto más elevado.

 

Se cree que Nimrod, nieto de Cam, condujo al país del hijo de Cam, Mizraim, conocido como Egipto, el delta sagrado, un triángulo que contiene inscrito el nombre del Tetragrama hebreo, que perteneció al patriarca Enoch. Cam fue un personaje bíblico, hijo de Noé, de cuyos cuatro hijos surgieron diversos pueblos, como Canaán, Mizraim (Egipto) y otros pueblos africanos como Cus (Etiopía) y Fut. El historiador judío fariseo Flavio Josefo creía que Fut era Libia. Según la Tabla de las Naciones en el Libro de Génesis, Cam era un hijo de Noé y el padre de Cush, Mizraim, Phut y Canaán. Sus descendientes son interpretados por Moisés, Flavio Josefo y otros como habitantes de África y partes adyacentes de Asia. La Biblia se refiere a Egipto como "la tierra de Cam".or lo tanto, únicamente puede encontrarse en Egipto y países de Oriente la Palabra sagrada. Pero teniendo en cuenta que ya se han divulgado los más importantes secretos de la masonería, desde la extinción oficial de los templarios parece que ninguna logia masónica de Europa ni de América ha sabido nada digno de permanecer oculto. La Orden del Temple fue una de las célebres órdenes militares de la Edad Media. Con una corta historia de apenas dos siglos, su aparente final fue dramático. Fue fundada por nueve caballeros en el año 1118 en Jerusalén, después de la Primera Cruzada en Tierra Santa, siendo liderados por Hugo de Payens. Su principal misión era proteger los lugares santos, que se hizo más necesario tras perder los territorios cristianos en Palestina a manos de los musulmanes. Los Templarios poseían un gran poder, tanto militar como económico, lo que despertó las envidias de los gobernantes de aquella época. En 1307, el rey de Francia, Felipe IV, llamado el Hermoso, se encontraba muy endeudado, por lo que decidió pedir un préstamo a la orden del Temple para iniciar una nueva cruzada, la séptima. Además, al rey no le había sentado especialmente bien que el Temple hubiese rechazado unirse con la orden del Hospital, más humilde y con menos poder. Por todo ello urdió un plan para acabar con ellos. De esta manera podría hacerse con todos los bienes y riquezas de la orden y así solventar las deudas que tenía el reino. Por medio de espías, comenzó a difamar a los miembros de la orden. Estas difamaciones llegaron al Papa en persona, que en aquellos tiempos era Clemente V, quién mandó que se llevase a cabo una investigación. El gran maestre del Temple, Jacques de Molay, llegó a Francia para reclutar soldados y al descubrir las acusaciones, decidió ir a hablar con el Papa. Esto llegó a oídos del rey de Francia, que decidió actuar con rapidez. Así, el 13 de octubre de 1307, al finalizar el funeral por la condesa de Valois, Molay y los templarios que le acompañaban fueron arrestados y encarcelados acusados de utilizar artes ocultas. Clemente V ordenó entonces arrestar a todos los templarios y poner todos sus bienes bajo dominio de la Iglesia, algo que el rey no aceptó, así que amenazó al Papa y éste no pudo hacer otra cosa que aceptar las pretensiones de Felipe IV. Finalmente Jacques de Molay y algunos de sus seguidores fueron quemados en una hoguera, con lo que formalmente se extinguió la orden del Temple.

La masonería sufrió los ataques de católicos y protestantes. Por otra parte, el abate Augustin Barruel afirmó que la mano de la masonería y de los illuminati estaba detrás de la Revolución francesa en su libro Memoria para servir a la historia del Jacobinismo. Asimismo opinaba que los francmasones eran herederos de los templarios que habían sido aparentemente destruidos en 1314. En el mencionado libro, el abate Barruel, testigo presencial de la Revolución francesa, trata extensamente de los rosacruces y otras comunidades masónicas. Pero el hecho de atribuir a los templarios la paternidad de los modernos masones y de achacarles la perpetración de numerosos crímenes políticos, demuestra cuán ardientemente deseaba señalar a los masones como cabeza de turco, descargando de toda culpabilidad a la Compañía de Jesús. Burton Robertson, catedrático de historia contemporánea en la universidad de Dublín, dio en 1862 una serie de conferencias sobre la masonería y sus peligros, en las que se apoyo en las tesis del abate Barruel. Por otra parte, la Asamblea antimasónica celebrada en los Estados Unidos el año 1830 aceptó por razones políticas la proposición de Samuel Pufendorf, jurista, filósofo político, economista e historiador alemán, según la cual "a nada obligan los juramentos absurdos e impertinentes ni tampoco los que Dios no acepta". Por ejemplo, los esenios jamás juraban sobre cosa alguna; pero su sí y su no valía más que un juramento. Pero volviendo a los cargos de Robertson, en sus Conferencias, contra la masonería, vemos que principalmente les acusa de no creer en un Dios personal y de que presumen poseer el secreto de mejorar a los hombres. Con ello pretendía mostrar que los masones se habían apartado de Cristo y de Jehovah. El  Consejo supremo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado se pronunció en contra de la creencia en un Dios personal con atributos humanos, mediante la siguiente declaración: "La masonería  proclama, como viene  proclamando  desde su origen, la existencia de  un  Principio  creador denominado el 'Gran  Arquitecto del universo'. De esta declaración  protestó una exigua minoría de masones,  diciendo que "la creencia en un Principio  creador no satisface ni equivale a la creencia en Dios que  la masonería exige de todo candidato" .

 

Esta opinión, favorable al concepto del Dios personal, tuvo el apoyo de Albert Pike, una de las mayores autoridades de la masonería norteamericana. Albert Pike (1809 – 1891) fue un abogado estadounidense, militar, escritor y destacado activista francmasón. En 1859 fue electo Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo de grado 33 para la Southern Jurisdiction ('Jurisdicción meridional'), una de las dos divisiones orgánicas del Rito Escocés Antiguo y Aceptado en los Estados Unidos, que ejerció hasta su fallecimiento. Como oficial, participó en la guerra mexicano-estadounidense y por los Estados Confederados de América, durante la Guerra Civil Estadounidense. Es autor de la obra Morals and Dogma of the Ancient and Accepted Scottish Rite of Freemasonry (1871) que se convirtió en una guía para la interpretación del simbolismo francmasónico. El capítulo que narra los grados 19 y 26, dedicado a Lucifer y Baphomet, destaca por ser considerado por sectores activistas cristianos evangélicos y católicos una prueba del satanismo que, según ellos, caracterizaría a los grados superiores del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. En la obra se señala que el origen etimológico de la palabra «Lucifer» proviene de las voces en latín "lux" y "fero" ('portador de luz'), y bien podría decir relación con un elemento más bien simbólico, y no con el aspecto comúnmente negativo que se le atribuye. Según Albert Pike: "No es un término nuevo sino renovado el del Principio creador. Nuestros numerosos y formidables adversarias dirán con razón que ese Principio creador es idéntico al Principio generador de los indos y egipcios, simbolizado antiguamente en el lingam. Si aceptáramos este Principio en vez de un Dios personal, equivaldría a renegar del cristianismo y del culto de Jehovah para volver a revolcarnos en las pocilgas paganas". Debemos recordar que, en el marco de la religión hinduista, un lingam es una representación simbólica del dios Shiva, utilizado para su culto en los templos. La Orden del Temple parece que fue la última sociedad secreta que poseyó algunos de los misterios orientales, aunque tal vez había personas aisladas que trabajaban secretamente bajo la  dirección de las fraternidades orientales. Cuando estas personas se afiliaron a alguna  asociación masónica de Europa, las instruyeron en todo lo importante, lo cual explicaría la analogía entre los Misterios de la antigüedad y los grados superiores de la masonería.

 

Pero estos misteriosos personajes jamás descubrían, ni aun entre ellos, los secretos de la asociación masónica a que se afiliaban, pues eran mucho más sigilosos que los mismos masones. Pero cuando consideraban a alguno de los miembros masones digno de su confianza, le iniciaban secretamente en los misterios orientales, sin que lo supieran los demás. La actuación de los rosacruces ha permanecido secreta, siendo su finalidad desconocida para el mundo, a pesar de las engañosas confesiones que arrancaban el tormento y la hoguera. En  cuanto a los modernos caballeros templarios y a las logias masónicas que pretenden descender directamente de la antigua Orden del Temple, no poseen ningún secreto peligroso para la Iglesia, cuya persecución contra ellos tuvo desde un principio apariencias de farsa, pues, según dice J G Findel en su libro Historia de la Francmasoneria, los grados escoceses, o sea la ordenación basada en la Orden del Temple, data tan sólo de los años 1735 a 1740. Y Findel nos dice que, siguiendo sus tendencias católicas, establecieron su residencia principal en el colegio de jesuitas de Clermont, en Paris, por lo que se le denominó rito de Clermont. El actual rito sueco tiene también algo del elemento templario, pero está libre de la influencia jesuítica y no se entremete en política. Los masones suecos afirman que poseen el testamento original de Jacques de Molay por habérselo entregado un sobrino de éste, el conde Beaujeu, que incorporó en la masonería el espíritu de los templarios y de este modo pudo erigirle a su tío  un sepulcro. Sin embargo, para demostrar que todo esto es pura fábula masónica, hasta la consideración de que Molay fue ejecutado el 19 de Marzo de 1313, y en el sepulcro aparece inscrita como fecha de la inhumación el 11 del mismo mes y año. Este rito híbrido, que no es ni verdaderamente  templario ni genuinamente masón, no arraigó en Alemania, aunque el caso fue muy distinto en Francia. Sobre la presumida filiación de los actuales caballeros templarios dice George Wilcke, en su Historia de los Templarios, que los caballeros templarios de París pretenden descender directamente de la antigua Orden y trataban de probarlo por medio de sus reglas internas, enseñanzas secretas y otros documentos.

 

Según Louis des Antilles (Foraisse), Maestre de la nueva Orden del Temple, en 1813 afirmó que la masonería nació en Egipto y desde allí Moisés comunicó sus enseñanzas a los hebreos, después Jesús a los apóstoles, y de esta manera llegó hasta los templarios. Pero los templarios parisienses, para apoyar su pretensión, se apoyan en el Capítulo superior de Clermont al amparo de los jesuitas, que por  aquel entonces contaban con el favor de los Estuardo. La Casa de Estuardo (Stuart en inglés) fue la dinastía reinante en Escocia desde 1371 hasta 1603 y desde entonces en el conjunto formado por esta con Inglaterra e Irlanda hasta 1714, exceptuando el periodo de la República (1649-1660). Se dice que Escocia fue el origen de la masonería como una derivación de las enseñanzas y ritos de los templarios que allí se refugiaron procedentes de Francia y otros países europeos tras la debacle sufrida por la Orden del Temple en Francia, con la detención de 620 templarios por orden de Felipe IV de Francia en 1307, la subsiguiente disolución del Temple por el papa Clemente V en 1312, y la posterior muerte en la hoguera de su último Gran Maestre en 1314. Michael Baigent y Richard Leigh, en su obra Masones y Templarios, señalan que parte de la flota templaria, bordeando Irlanda por occidente y por el norte, llevó a los refugiados templarios hasta los territorios de Robert Bruce en Argyll, Kintyre y el estrecho de Jura. Igualmente Michael Baigent y Richard Leigh afirman haber encontrado lápidas templarias en diversos lugares de la zona, desde Kilmory a Kilmartin especialmente. Nos dicen igualmente que al menos había dos preceptorías templarias en Escocia, concretamente en Maryculter, cerca de Aberdeen, y Balantrodoch, actual Temple Village, muy cerca de Roslin. Ambos investigadores añaden otras tres preceptoría en Auldlisten, Denny y Thankerton , tal y como se señala en el registro de títulos de propiedad de tierra correspondiente a la denominada "Terrae Templariae" que gestionaba la Orden de San Juan entre 1581-1596, según documentara James Maidment, amigo de Walter Scott, prolífico escritor del Romanticismo británico, especializado en novelas históricas. En este listado se evidencia que esta "Terrae Templariae" aglutinaba "más de otras quinientas propiedades templarias, desde pequeños terrenos rústicos y campos, molinos harineros y granjas hasta castillos y cuatro municipios completos", siendo el total censado de 570 propiedades.

 

Andrew Michael Ramsay (1686 – 1743), escritor escocés miembro de la nobleza jacobita y preceptor del hijo de Jacobo II Estuardo de Escocia, donde encontraron cobijo algunos de los caballeros templarios que huían de la persecución, en su famoso discurso del 26 de Diciembre de 1736 afirmó que los masones derivan de los Hospitalarios Sanjuanistas. En efecto, Ramsay pronunció sus famosos discursos siendo Gran Orador de la Orden en Francia y los mismos tratan sobre los aspectos esotéricos de los altos grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Incluso se le considera el principal responsable de la proliferación de dichos grados en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado adoptado en Francia en 1738. Para seguir pistas sobre la Orden del Temple hay que fijarse en la Capilla Rosslyn, que se encuentra a pocos kilómetros de Edimburgo, ciudad en la que he descubierto recientemente que el Temple contó con una capilla y casa frente al convento de Sienna, en el lado oriental de Newington. Asimismo el aeropuerto de Edimburgo se ubica en el territorio de Temple Liston. El historiador Andrew Sinclair, en Historia secreta del Temple, afirma que diversas estelas medievales del entorno de Roslin son templarias y cree que parte de los refugiados escoceses lo hicieron en este entorno: "según una tradición masónica francesa, los documentos y la riqueza del Temple fueron llevados en nueve embarcaciones a la isla de May, en el estuario de Forth". La batalla de Bannockburn (en gaélico escocés: Blàr Allt a' Bhonnaich), tuvo lugar entre el 23 y el 24 de junio de 1314. Fue una trascendental victoria escocesa contra los ingleses en las Guerras de independencia de Escocia. Las tropas del escocés Robert Bruce se habían preparado en Bannockburn para presenciar el acuerdo de paz entre el entonces rey inglés y su soberano escocés. Dado que la negociación fue fallida, los escoceses cargaron en pos de los ingleses. En esa batalla, miles de ingleses murieron, dando una enorme victoria a Escocia, gracias a la cual también lograron su ansiada independencia. Se barajan hipótesis sobre la participación de un nutrido grupo de templarios comandados por Pierre d'Aumont. En cualquier caso, el resultado fue que un ejército de 6500 soldados derrotó a otro compuesto por más de 20 000. Y a partir de esta supuesta intervención decisiva de los templarios en Bannockburn han surgido diversas hipótesis sobre la pervivencia del Temple hasta nuestros días.

La Orden del Temple fue instituida el año 1118 por Hugo de Payens y Godofredo de Saint–Omer con el aparente propósito de proteger a los peregrinos de Jerusalén, pero con el verdadero objetivo de restaurar un primitivo culto secreto. Teocletes, sumo sacerdote de los nazarenos juanistas, movimiento del cual Jesús formó parte, instruyó a Hugo de Payens en la verídica historia de Jesús y del cristianismo primitivo. Y, posteriormente, otros dignatarios de la misma secta le iniciaron en sus misterios. Esta es la razón de que los nazarenos de Basra (Persia) recordaban la gloria, riqueza y poderío de sus hermanos en  la isla de Malta y el continente europeo. Según estos nazarenos todavía quedaban en Occidente unos cuantos hermanos que tarde o temprano restaurarían la doctrina de su profeta Iohanan (San Juan Bautista), y combatirían las falsas doctrinas. Su oculto objetivo era libertar el pensamiento y restaurar la religión única y universal. En un principio hacían voto de pobreza, castidad y obediencia, ya que se consideraban los verdaderos discípulos del Bautista, que solo se alimentaba en el desierto de langostas y miel silvestre. Tal es la versión cabalística. Es  un  error creer que la Orden de los templarios no se movió contra el dogma católico hasta sus últimos tiempos, pues desde un principio fue considerada herética por la Iglesia. La cruz roja sobre un manto blanco simbolizaba, como entre los iniciados de los demás países, los cuatro puntos cardinales del universo, al igual que la forma de la planta de las pagodas de Madura y Benares, que tienen forma de cruz de brazos iguales. Cuando, posteriormente, la Orden del Temple tomó la característica de logia y comenzaron las persecuciones, hubieron de reunirse  los templarios muy secretamente en la sala capitular, y para mayor seguridad en cuevas o chozas levantadas en medio de los bosques, con objeto de  practicar las ceremonias propias de su institución, al mismo tiempo que en las capillas públicas celebraban el culto católico.

 

Aunque la mayor parte de las acusaciones levantadas contra los templarios a instancias de Felipe IV de Francia eran calumniosas, había fundamentos para inculparles de  herejía, según el criterio dogmático de la Iglesia romana. Pero los nuevos templarios no pueden pretender ser directos descendientes de aquellos nazarenos que no creían en la divinidad ni en la misión redentora de Cristo, así como tampoco en las virtudes  taumatúrgicas de Cristo ni en los principales dogmas católicos, como la transubstanciación, los santos, las reliquias y el purgatorio. La transubstanciación es, según las enseñanzas de la Iglesia católica, la conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre. Esta conversión se opera en la plegaria eucarística con la consagración, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo. El Cristo era para los nazarenos un falso profeta; pero a Jesús lo respetaban como hermano. San Juan Bautista era su Maestro, pero nunca le tuvieron en el concepto en que lo tiene la Biblia. Por otra parte, respetaban las doctrinas de la alquimia, la astrología y la magia, así como los talismanes cabalísticos y seguían las enseñanzas de sus jefes. Al respecto, en su Historia general de la Masonería, J G Findel nos dice: "En el siglo pasado, cuando la masonería se  consideraba engañosamente hija de los templarios, era muy difícil creer en la inocencia de esta Orden, pues se acumularon contra ella multitud de patrañas e imputaciones no comprobadas,  con deliberado propósito de sofocar la verdad. Los masones, admiradores de los templarios, recogieron la documentación del proceso, publicada por Moldenwaher, en donde se probaba la culpabilidad de la Orden". Pero esta culpabilidad consistía únicamente en su discrepancia con respecto a los dogmas de la Iglesia romana. Mientras los verdaderos hermanos templarios sufrían una muerte ignominiosa, los hermanos espurios siguieron la estela de los jesuitas. En un relato sobre los caballeros templarios y los de San Juan de Jerusalén, Ricardo Woof, comendador de la Orden de los masones caballeros templarios, nos dice: "Los caballeros de San Juan de Jerusalén, llamados  también hospitalarios y de Malta, no eran masones sino que, por el contrario, parecen haber sido enemigos de la masonería, porque, el año 1740, el Gran maestre de la Orden de Malta ordenó publicar en esta isla la bula pontificia de Clemente XII y prohibió bajo severas  penas las reuniones masónicas. Con este motivo se marcharon de la isla  algunos caballeros y muchos ciudadanos, y al año siguiente, 1741, la Inquisición empezó a perseguir a los masones. Seis caballeros fueron desterrados perpetuamente de la isla por haber asistido a una reunión masónica. Al revés de los templarios, no tenían los caballeros de Malta ceremonia secreta  para el ingreso en la Orden, y por esto le fue imposible a Reghellini  procurarse un ejemplar del ritual secreto ".

 

Los masones caballeros templarios se dividían en tres grados: Rosacruz, Templario y de Malta. Esta graduación masónica se introdujo en los Estados Unidos el año 1808, igual que en Francia, y en el 1816 se organizó el primer Campamento general, del que fue Gran Maestre DeWitt Clinton, que ocupó los cargos de Senador de los Estados Unidos y Gobernador de Nueva York. Así es que los nuevos caballeros templarios no pueden referenciar la herencia recibida de los jesuitas, sino que deben referirse a la descendencia de los primitivos herejes y anticristianos cabalistas templarios. La nueva orden de los templarios tuvo su origen en Francia al amparo de los partidarios de los Estuardo escoceses. Intentaron encubrir su procedencia jesuítica y se esforzaron en defender a los templarios de la inculpación de herejía. La nueva orden de los templarios se fundó en París el 4 de Noviembre de 1804 con una constitución preparada al efecto, y desde entonces ha venido contaminando a la masonería, según declaran algunos masones. Según Ramsay los templarios se habrían refundido con los caballeros de Malta. Dice al respecto: "Nuestros ascendientes los cruzados se reunieron en Tierra Santa desde todos los puntos de la cristiandad y resolvieron constituir una fraternidad que comprendiese a todas las naciones, con objeto de que ligadas en corazón y alma se mejoraran mutuamente y pudiesen con el tiempo representar un solo pueblo intelectual". Por esta razón se unieron los templarios a los caballeros de San Juan, quienes constituyeron una hermandad masónica denominada "Masones de San Juan" . La Orden de San Juan, conocida también como Orden de los Hermanos Hospitalarios, Orden de los Caballeros Hospitalarios, Orden Hospitalaria u Orden de Malta (1530), fue fundada con fines benéficos, para convertirse luego en un cuerpo armado que adquirió gran fama por los hechos bélicos en los que participó. Los orígenes de esta orden de caballería se remontan al año 1084, cuando unos mercaderes de la ciudad de Amalfi, en el reino de Nápoles, decidieron fundar un hospital para peregrinos junto a la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, bajo la advocación de San Juan Bautista. La proximidad de este templo hizo que el nuevo orden recibiera el nombre de Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén.

 

Tras la conquista de la Ciudad Santa por los cruzados el año 1099, el primer maestre de la Orden de San Juan, Gerard de Sant Genís, nacido en la Provenza, que los documentos citan indistintamente como fundador y prior, decidió extender la obra para Palestina, Siria y Europa, abriendo hospitales en la ruta de peregrinación a Tierra Santa. La orden adoptó la regla de San Agustín, el hábito negro y una cruz de paño blanco con ocho puntas, en honor a las ocho bienaventuranzas. La orden de San Juan de Jerusalén se convirtió en una fuerza militar que intervino en diversos combates contra el Islam. Pero la dominación cristiana de Jerusalén fue efímera, ya que el sultán de Egipto y Siria, Saladino, conquistó la ciudad, si bien la orden conservó algunas fortalezas en Palestina, como el Crac de los Caballeros, un castillo cruzado situado en la actual Siria que fue la sede central de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en territorio sirio durante la época de las cruzadas. Pero esta Orden, junto con los templarios, continuó combatiendo a los musulmanes. En 1291, el Sultán de Egipto Melek-el-Kamel, nieto del famoso Saladino, emprendió una gran ofensiva para echar definitivamente a los cristianos. El ejército formado por caballeros de las órdenes de San Juan de Jerusalén y del Temple combatió ferozmente, pero finalmente no les quedó más remedio que huir, por lo que embarcaron hacia Chipre. Después de reorganizar la orden, se volvió a intentar la reconquista de Palestina e incluso se llegó a tomar Damasco, pero los caballeros hospitalarios tuvieron que volver a huir. No obstante, la orden deseaba una sede y emprendió la conquista de la isla de Rodas, lo que se llevó a cabo en 1310: fue a partir de entonces que los hospitalarios comenzaron a llamarse también Caballeros de Rodas. Cuando la Orden del Temple fue disuelta y su gran maestre y los principales caballeros fueron ejecutados bajo la acusación de herejía, una buena parte de sus riquezas fueron a parar a la orden de San Juan, que de esta manera se convirtió en una institución rica y opulenta. De esta época data la organización de la orden según las distintas regiones. Las regiones eran ocho, cada una con su propio administrador: Provenza, Auvernia, Francia, Italia, la Corona de Aragón, que incluía Catalunya y Aragón, Navarra, Castilla, que incluía Portugal, Alemania e Inglaterra. Y cada una de las regiones se reservaba a cada una de las ocho dignidades supremas.

 

El Gran Maestre, que era el príncipe de Rodas, podía ser elegido de cualquiera de las regiones. Uno de los más importantes y conocidos fue Juan Fernández de Heredia, escritor, mecenas, político y diplomático al servicio de Pedro IV el Ceremonioso de Aragón y Gran Maestre de la Orden de San Juan de Jerusalén. Después de perder el dominio de la isla de Rodas, los Caballeros Hospitalarios comenzaron un deambular de siete años, instalándose primero en Civitavecchia, población italiana cerca de Roma, y luego en Viterbo (1528), en la región del Lacio, y en Niza, que pertenecía en aquella época al Estado de Saboya. Finalmente el Gran Maestre Hospitalario se dirigió al emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, para solicitarle que les cediera una tierra donde fijar la residencia. El emperador les ofreció la Isla de Malta, para lo que se firmó la cesión en 1530 y la orden tomó posesión de las islas de Malta, Gozo y Trípoli. La orden de San Juan de Jerusalén, que comenzó a denominarse a partir de entonces Orden de Malta, armó galeras y no cesó en su lucha contra las naves turcas. Fue una época de numerosos combates navales. Años después, la Orden de Malta participó en la famosa Batalla de Lepanto. Fue transcurriendo el tiempo y no fueron los turcos quienes expulsaron a los antiguos caballeros de Rodas de la isla de Malta, sino los franceses, una vez derribada la monarquía de Luis XVI y establecida la república. El 6 de junio de 1798 fue el último día del poder y opulencia de la orden hospitalaria. Nombrado el general Napoleón Bonaparte jefe de la expedición francesa a Egipto, se presentó ante Malta, desembarcó a sus soldados y se apoderó de la isla.

 

En el conocido como Sello rasgado (1745) podemos leer que: "Las logias estaban dedicadas a San Juan, porque cuando las guerras santas de Palestina los caballeros masones se refundieron con los caballeros de San Juan". En Moral y Dogma (Caballero Kadosh) – Grados 29 a 32, Albert Pike dice: "Hace doscientos años se supo que los Caballeros Kadosh eran los Templarios bajo otra denominación, de forma que el Grado fue proscrito y quedó como una ceremonia vestigial. Al igual que el resto de órdenes secretas, tenían dos doctrinas: una oculta, que eran las enseñanzas joánicas, y otra pública, que era el Catolicismo Romano. Los Templarios profesaban unas ideas que rápidamente les harían ganar adeptos, pues simpatizaban con los credos destronados, prometiendo libertad de conciencia a todos. Pero las semillas de la decadencia fueron sembradas en la Orden del Temple en su mismo origen. La Orden había concebido una gran obra que era incapaz de llevar a cabo, porque no conoció ni la humildad ni la abnegación, porque Roma era entonces invencible, y porque los jefes posteriores de la Orden no comprendieron su misión. Consiguieron ser opulentos, pero se volvieron insolentes. Roma llegó a temer a la Orden, y el temor es siempre cruel. El Papa Clemente V y el Rey Felipe el Hermoso dieron la señal a Europa, y los Templarios fueron arrojados a las mazmorras. Pero antes de su ejecución, el jefe de la Orden condenada organizó e instituyó lo que posteriormente se daría en llamar Masonería Hermética o Escocista. La Orden sobrevivió bajo otros nombres, y los Templarios labraron la ruina del Rey de Francia. Los instigadores de la Revolución Francesa habían jurado arrojar el Trono y la Tiara sobre la tumba de Jacques de Molay. Quizá Jacques de Molay y sus comilitones fueron mártires, pero sus vengadores deshonraron su memoria. La realeza se regeneró en el patíbulo de Luis XVI, y la Iglesia triunfó en el cautiverio de Pio VI. Pero los sucesores de los antiguos Caballeros del Temple perecieron, abrumados por su fatal victoria". Según afirma C.A. Thory, el año 1743 se constituyó en Lyon el grado de caballero  Kadosh, que simboliza la venganza de los templarios. Al respecto dice Findel: "La orden del Temple fue abolida formalmente en 1311, y los caballeros se vieron en la precisión de secularizarse en 1740 por no serles posible mantener su unión con la orden de San Juan de Malta, algunos de cuyos individuos habían  sido desterrados de la isla por masones, pues la orden estaba entonces en la plenitud de su poderío y bajo la soberanía del romano pontífice".

Por su parte, F.T. Clavel, una de las más prestigiosas autoridades en la  masonería, en su obra Historia pintoresca de la Masonería afirma lo siguiente: "Es evidente que la orden francesa de los caballeros templarios no remonta más allá de 1804, y que en manera alguna puede titularse sucesora de la sociedad denominada Resurrección de los Templarios ni tampoco ésta se dilata en su origen a la genuina y primitiva orden del Temple". Así vemos que los nuevos templarios se constituyen en el año 1806 en París, bajo  la dirección de los jesuitas. Según algunas informaciones, veinte años más tarde, ya constituidos, mueven  los hilos para asesinar a uno de los más nobles príncipes de Europa, Juan VI de Portugal, cuya muerte quedó en el misterio debido a intrigas políticas. Este príncipe, afiliado a la masonería, fue el postrer depositario de los secretos de los legítimos caballeros templarios, que durante cinco siglos habían eludido toda indagación y celebrado reuniones trienales en la isla de Malta. Se reunían en número de trece en la fecha conmemorativa de la muerte de Jacobo de Molay, ocurrida el año 1313, y acudían  de diversos países previa convocatoria del Gran Maestre. En estas reuniones se trataba de los destinos políticos y religiosos de los países, pues entre los reunidos había la realeza de distintos países. El erudito suizo Emile Rebold, en su Historia de la Francmasonería, nos dice: "Y a pesar de todo, no obstante el embrollo que los jesuitas armaron de 1763 a 1772, sólo habían logrado entre sus diversos propósitos el de desnaturalizar y desprestigiar la institución masónica, y para complementar su disolvente labor organizaron una orden titulada Oficialidad de los Templarios en confusa amalgama del espíritu de las cruzadas con las quimeras de los alquimistas, que estuvo desde un principio supeditada al clericalismo y se movió como sobre las ruedas representativas del propósito que presidiera la fundación de la Compañía de Jesús".

 

A pesar del origen precristiano de la masonería, se incorporaron todos sus ritos y símbolos al cristianismo. Asimismo, antes de que el neófito fuese admitido en una logia tenía que afirmar su creencia en un Dios personal, concepto idéntico al del Jehovah hebreo. Por otro lado, los primitivos templarios creían en el desconocido e invisible Principio de que emanan las potestades creadoras, impropiamente denominadas dioses, y se atenían a la versión nazarena, según la cual fue Pantero el supuesto padre de Jesús, quien se proclamó "hijo de Dios y del Hombre". Pantero (22 a.C. – 40 d.C.), es el nombre de un soldado romano cuya relevancia histórica se debe al filósofo griego Celso que en el siglo II d.C. le atribuyó la paternidad de Jesús de Nazaret en su obra Discurso Verdadero contra los Cristianos. En ella, dijo su madre estaba "condenada por adulterio y tuvo un hijo por un cierto soldado llamado Pantero". Dicha afirmación ha sido obviada a lo largo de la historia, no solo por el carácter marcadamente anticristiano de la obra, sino también por la ausencia de referencias y pruebas que aporta Celso, quién como en tantas cosas se nutría de fuentes indirectas. La mención al amancebamiento de dicho soldado con una judía que dio como fruto a Jesús de Nazaret fue tenida por tanto como pura difamación interesada de un autor que pretendía restaurar la antigua religión de los dioses olímpicos ante el imparable avance del cristianismo. Así lo dejó escrito el exégeta cristiano Orígenes que tildó de puro invento las ocurrencias de Celso. Pero lo que sacó a Pantero de su ámbito mitológico fue, como en tantas ocasiones, la arqueología. En octubre de 1859, durante las obras del ferrocarril de Bingen (Alemania) fueron descubiertos nueve enterramientos romanos con sus correspondientes monumentos y estelas funerarias. La inscripción en una de ellas rezaba ser de un tal Tiberio Julio Abdes Pantera, portaestandarte de la 1ª Cohorte Auxiliar de Arqueros, que nació en Sidón (actual Líbano) y que sirvió en ella durante 40 años hasta fallecer a los 62 años. Fue James Tabor, quién sacó a la luz a Pantero estableciendo la hipótesis de la identidad entre este descubrimiento y las menciones literarias antiguas. Según esta hipótesis, Tiberius Iulius son nombres adoptados por alguien que ha adquirido la ciudadanía gracias por ejemplo al servicio militar. El nombre Abdes significa "servidor de Dios" y da pistas acerca de un origen judaico, religión paradigma del monoteísmo en la época. A partir de aquí el resto de datos arrojan incómodas pistas acerca de Pantero. La 1ª Cohorte de Arqueros sirvió durante tiempos de Tiberio en Judea y después en Bingen. Tomando como referencia estas fechas, los cálculos sitúan a un joven Pantero en Judea sobre las fechas en que debería haber sido concebido Jesús, entre el 10 y el 3 a. C, época en la que se desarrollaron operaciones militares de sofocación de revueltas alrededor de Séforis localidad cercana a Nazaret. La posterior represión de dichas revueltas conllevó crucifixiones colectivas en las que José Saramago sitúa la muerte del supuesto marido de la madre de Jesús en su obra El Evangelio según Jesucristo.

 

El Talmud de Jerusalén es una compilación de los debates rabínicos sobre la elaboración de la Mishná, cuerpo exegético de leyes judías compiladas, en idioma arameo occidental, que se celebraron en la Tierra de Israel en el mismo periodo que el Talmud de Babilonia. Fue redactado deprisa, bajo la presión de las circunstancias históricas. Los tratados talmúdicos de la orden Neziquín muestran diferencias significativas en la forma y el estilo en comparación con los otros tratados, lo que sugiere que son el resultado de una composición más antigua, de unos 50 años antes de que el resto del Talmud. El Talmud de Jerusalén y otros escritos medievales judíos, como la obra judía medieval Toledot Yeshu, reforzaron esta idea, mencionando a Jesús como "Yeshu ben Pantera" (Jesús, hijo de Pantera), con el objeto de satirizar las creencias cristianas y desentronizar a Jesús de su condición divina. Esto explicaría los juramentos que sobre la Biblia se exigen a los masones y de la analogía de sus leyendas con la cronología  bíblica. Así, por ejemplo, al conferir el grado de rosacruz, forman en línea los caballeros, y al acercarse el neófito al altar procede el capitán de la guardia a proclamarlo caballero diciendo: "A la gloria del Gran Arquitecto del Universo, bajo los auspicios del Soberano Santuario de la antigua y primitiva masonería etc.". Después, el caballero orador de la logia da un golpe y participa  al neófito que las narraciones masónicas se remontan a cuarenta siglos y que hacia el año 2188 a. C. Misraim colonizó el Egipto y echó los cimientos de una monarquía, cuya duración fue de 1663 años. Remontan la narración más antigua al año 622 después de Misraim. Según Génesis 10, Misraim, hijo de Cam, era el hermano menor de Cus y el hermano mayor de Put y Canaán, cuyas familias reunidas formaron la rama camita de los descendientes de Noé. Los hijos de Misraim fueron Ludim, Anamim, Lehabim, Naftuhim, Patrusim, Casluim, de quien salieron los filisteos, y Caftorim. Según la Crónica de Eusebio de Cesarea, Manetón habría sugerido que la gran edad de la antigüedad de la que se jactaban los egipcios, había precedido al Diluvio universal y que descendían de Misraim, que se había establecido allí nuevamente. Historiadores islámicos medievales relatan una historia similar, como son los casos de Sibt ibn al-Jawzi, el egipcio Ibn Abd al-Hakam y los persas al-Tabari y Muhammad Khwandamir, afirmando que las pirámides, etc., habían sido construidas por razas malvadas antes del Diluvio, pero que a Misraim, o Masar, descendiente de Noé, se le había encomendado volver a ocupar la región posteriormente.

 

Los relatos islámicos también hacen que Masar sea hijo de un Bansar o Beisar y nieto de Cam, en lugar de ser hijo directo de Cam, y agregan que vivió hasta los 700 años. Algunos estudiosos creen que es probable que Misraim sea una forma dual de La palabra Misr que significa 'tierra', y fue traducida literalmente al antiguo egipcio como Ta-Wy (las dos Tierras) por los primeros faraones en Tebas, que más tarde fundaron el Reino Medio de Egipto. Para Jorge Sincelo, o Jorge el Monje, secretario personal del patriarca Tarasio y que vivió a finales del siglo VIII e inicios del IX. el Libro de Sothis, atribuido a Manetón, identificaba a Misraim con el legendario primer faraón Menes, que unificó el Reino Antiguo y construyó Menfis. Misraim también parece corresponder a Misor, una deidad en la mitología fenicia que habría sido padre de Taaut (o Taautus), a quien se le dio Egipto, y más tarde los estudiosos notaron que esto también recuerda a Menes, uno de cuyos sucesores fue Athothis. Sin embargo, el egiptólogo británico David Rohl ha sugerido una interpretación diferente: "Entre los seguidores de Meskiagkasher (gobernante sumerio) estaba su hermano menor que, por derecho propio, era un líder fuerte y carismático. Era el jefe de la tribu de los halcones, los descendientes de Horus, el 'Lejano'. La Biblia llama a este nuevo rey Horus 'Misraim' pero este nombre, en realidad, no es más que un epíteto que significa 'seguidor de Asr' o 'Asar' (m-asr en árabe egipcio con la preposición egipcia m, "de"). Misraim es simplemente m-Izra con la terminación 'im' en plural mayestático. Del mismo modo, otra gente de habla semítica, los asirios, llamaron al país de los faraones 'Musri' (m-Usri)". Pero los nueve nombres míticos de la Divinidad que, según los masones, se conocieron en Egipto en el siglo XXII a. C., se encuentran en monumentos de doble antigüedad, en opinión  de los más notables egiptólogos, sin contar con que los masones desconocen dichos nombres. Lo cierto es que la masonería moderna difiere muy  radicalmente de la en otro tiempo secreta confraternidad  universal, cuando los adoradores de Brahma, dios creador del universo y miembro de la Trimurti ('tres formas'), la tríada conformada por Brahma (dios creador), Visnú (dios preservador) y Shiva (dios destructor). simbolizado en AUM, el sonido-simiente del universo, pues con este sonido Dios puso en marcha la primera vibración de Su creación, intercambiaban sus signos y consignas. Entonces eran hermanos los adeptos de todos los países de la tierra.

 

¿Quién era aquel Nombre misterioso, aquella poderosa Palabra por cuya virtud obraban maravillas los iniciados indos, caldeos y egipcios?  En el ritual funerario de los egipcios, titulado De la ida al cielo y del conocimiento de los espíritus de An (Heliópolis o ciudad del Sol), podemos leer esta frase del dios Horus: "Yo conocí los espíritus de An. Por glorioso que sea, no pasa adelante si no me da la Palabra". En otra parte del mismo ritual egipcio, el alma transfigurada exclama: "Abridme el camino de Rusta. Soy el Supremo Ser revestido como el Gran Ser. ¡Ya estoy aquí! ¡Ya he venido! Deliciosos son para mí los reyes de Osiris. Yo creo el  agua por virtud de la Palabra. No he visto los secretos ocultos. Yo di verdad al sol. Soy pureza. Me adoran por mi pureza". Por otro lado, en la envoltura de una momia egipcia podemos leer: "Yo soy el supremo Dios (Espíritu) existente por Sí mismo y creador de Su nombre… Yo conozco el nombre de este supremo Dios que está allí". Los enemigos de Jesús le acusaron de obrar milagros, y los discípulos le mostraran expeliendo demonios en virtud del Nombre inefable. Los fariseos creían firmemente que Jesús había hurtado del santuario el sagrado Nombre. Los discípulos explican su creencia en el pasaje siguiente: "Y haciéndolos presentar en medio, les preguntaron: ¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho vosotros esto?". En Hechos de los apóstoles leemos que, entonces, Pedro, lleno de Espíritu Santo, les dijo: "Sea notorio a todos vosotros que en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo Nazareno ….". En este pasaje, el nombre de Jesucristo no  significa su propio nombre, sino aquel otro Nombre en cuya posesión y conocimiento estaba Jesús de Nazaret a causa de su iniciación, aunque los judíos le acusaran de haberlo substraído. Además, Jesús afirmaba repetidamente que siempre obraba en el Nombre del Padre y no en el suyo. Pero ¿algún masón moderno ha oído pronunciar este Nombre? El mismo rito masónico declara que lo desconocen, pues el orador le dice al neófito, en el acto de la iniciación, que las consignas recibidas en los grados precedentes son otras tantas corrupciones del verdadero nombre de Dios grabado en el triángulo y que, por lo tanto, lo substituyen con otra palabra.

Lo mismo sucede en las logias azules, cuyo Maestro representa al rey Salomón y conviene con el rey Hiram en que la palabra sucedánea substituirá a la del Maestro hasta que tiempos más sabios descubran la verdadera. Las logias azules o logias simbólicas son, en la francmasonería, las consagradas al trabajo en los tres grados masónicos tradicionales: aprendiz, compañero y maestro. Son estos los tres primeros grados de la masonería, y se les denomina, en conjunto, masonería simbólica o grados simbólicos. De los miles de diáconos que ayudaron a iniciar a los neófitos y de los muchos maestros que musitaron al oído del neófito la mística palabra que les sostenía en los cinco puntos de la hermandad, ¿alguién sospechó el verdadero significado de esta palabra sucedánea? No pocos maestros de la masonería actual ignoran que el nombre del místico personaje, llamado venerable MAH por los adeptos orientales que le obedecen, es abreviatura de la primera sílaba de las tres que componen la sucedánea palabra masónica. El MAH vive en un lugar que tan sólo conocen los iniciados, rodeado por desiertos impenetrables, que no se atreven a cruzar los misioneros, porque están llenos de peligros que arredran a los más audaces exploradores. Sin embargo, durante siglos ha estado resonando en los oídos de los neófitos esta ininteligible palabra formada por vocales y consonantes. La masonería, como el cristianismo, parece que ha sido abandonada hace mucho por el espíritu. H.P. Blavatsky, en Isis sin velo, habla de una carta recibida, en 1877, del masón Carlos Sotheran, secretario del Club liberal de Nueva York y  publicista y conferenciante sobre arqueología, filosofía mística y otras materias. Estaba iniciado en la moderna Fraternidad inglesa de Rosa Cruz y otras sociedades  secretas y era el redactor masónico del periódico El  Defensor de Nueva York. La carta dice lo siguiente: "En respuesta a su carta, tengo mucho gusto en proporcionarle los datos que desea respecto a la antigüedad y circunstancias de la masonería actual. Mi placer es mayor al considerar que puesto que pertenece Vd. a las  mismas sociedades secretas, puede mejor apreciar la necesidad de mantenerme reservado en algunos puntos. Con mucha razón dice Vd. que la masonería, como las fracasadas religiones del día, tiene un pasado fabuloso. No es extraño que la Orden haya visto estorbadas sus civilizadoras funciones con menoscabo de su utilidad, por efecto de los muchos obstáculos que se le han puesto y el cúmulo de absurdas leyendas bíblicas entremezcladas con su historia. Afortunadamente, el movimiento antimasónico promovido en los Estados Unidos en este mismo siglo, despertó en gran número de investigadores el deseo de indagar el verdadero origen de la Confraternidad masónica, determinando con ello una favorable reacción. El movimiento de América se propagó a Europa, y en ambos continentes salieron a la defensa de la Orden masones tan conspicuos como Rebold, Findel, Hyneman, Mitchell, Mackenzie, Hughan, Yarker y otros, cuyas obras son hoy día valiosos documentos históricos, de suerte que las enseñanzas, jurisprudencia y ritual de la masonería no son ya un  secreto para los profanos cuyo buen criterio les permita comprenderlas tal como están expuestas".

 

Y la carta seguía diciendo: "Acertadamente dice Vd. que la Biblia es la mayor luz de las masonerías europea y americana, pues la cosmogonía bíblica y el concepto teístico de Dios son sus piedras angulares. También parece que su cronología está basada en la de la revelación, y así afirma el doctor Dalcho que la masonería es coetánea de la creación del mundo. No es maravilla, pues, que tal o cual pundit asegure que Dios fue el primer Gran maestre y Adán el segundo, quien inició a Eva en el gran misterio, como después lo fueron las sacerdotisas de Cibeles y las señoras Kadosh. Otra autoridad masónica, el reverendo doctor Oliver, relata con toda seriedad los pormenores de una logia cuyo gran maestre era Moisés y su gran diputado era Josué, y Aholiab y Bezaleel los grandes guardianes. Como dice Vd. muy  bien, en los misterios masónicos desempeña importante papel el templo de Salomón, que  según han demostrado los arqueólogos modernos, no es ni de mucho tan antiguo como se supone y cuyo nombre denota su místico carácter, pues Salomón es palabra formada de Sol–Om–On, nombres del sol en tres distintos idiomas. Esta y otras fábulas, como la colonización masónica del Egipto antiguo, han atribuido a la Orden un origen  que en realidad no tiene, pues las mitologías griega y romana resultarían insignificantes en comparación de cuarenta  siglos de historia legendaria. Las hipótesis egipcia, caldea y otras de que se valieron los inventores de 'grados elevados', han tenido su corto período de preeminencia. La última 'hacha por afilar' ha sido consecutivamente la fecunda madre de la esterilidad. Ambos estamos de acuerdo en que el antiguo sacerdocio tuvo doctrinas esotéricas y ceremonias secretas. De la hermandad de los esenios, derivada de los gimnósofos indoístas, procedieron sin duda alguna las sodalias de Grecia y Roma, según las describen los autores paganos. De ellas copiaron ritos, consignas, señas, etc., las comunidades medioevales, pues así como las actuales asociaciones obreras de Londres son hijuelas de los antiguos gremios, así también los masones operativos eran trabajadores con más elevadas pretensiones".

 

La palabra masón deriva etimológicamente de la palabra francesa maçon (albañil), que a su vez procede de la raíz normanda 'mas', que significa casa. Las asociaciones o clubes londinenses concedían de vez en cuando el título de socio libre a los extraños, por lo que también hicieron lo mismo los gremios de masones, como sucedió con el astrólogo y alquimista inglés Elías Ashmole, fundador del Museo Ashmoleano, que fue recibido en la comunidad de Warrington en 1646. El ingreso de estos masones libres en una Hermandad operativa prepararon el camino para la gran revolución masónica de 1717, de la que nació la masonería especulativa. Una de las definiciones convencionales de Masonería Especulativa es que no es sino la aplicación de la Masonería Operativa a propósitos morales e intelectuales. Esto es útil en el sentido de que los símbolos están siendo aplicados desde el modo aristotélico inductivo de ir de lo universal a lo particular. Pero también lo más esotérico del razonamiento deductivo de Pitágoras y Platón. Las Constituciones de Anderson son el inicio de la moderna francmasonería especulativa. Redactadas por el pastor James Anderson y por Jean Théophile Désaguliers, se aprobaron y se publicaron en 1723. Las Constituciones de Anderson reflejan por primera vez la condición de los masones especulativos, tras la tradición de los masones operativos de los siglos anteriores. Y es el nombre con el que se publicó es Constitución de los Francmasones. El documento original se modificó posteriormente, en 1738 y en 1813. Se realizó para el régimen de la primera Gran Logia de masones libres y aceptados de Inglaterra, de donde las han copiado todas las logias del mundo. James Anderson afirmó que los reformadores de 1717 habían destruido todos los documentos relativos a la masonería inglesa;  pero Emmanuel Rebold, autor de Historia general de la Masonería, William James Hughan, editor del Devon and Cornwall Masonic Calendar. y otros investigadores, encontraron en el Museo Británico, la Biblioteca Bodleiana y otros locales de pública erudición, datos suficientes acerca de los masones operativos, a fin de rebatir lo dicho por Anderson. Un anticuario llamado Leylande encontró un manuscrito de Enrique VI de  Inglaterra (1421 – 1471), durante cuyo reinado estalló la llamada guerra de las Dos Rosas, en el que se atribuye a Pitágoras la fundación de una logia en Crotona, en la actual Calabria italiana, a la que se afiliaron muchos masones, de los cuales algunos pasaron a Francia, donde hicieron muchos adeptos, que posteriormente difundieron la masonería por Inglaterra.

 

Al arquitecto constructor de la catedral de Saint Paul en Londres, Christopher Wren, se le conoció como Gran Maestre de los masones libres, pero realmente fue el Maestre de la corporación de los masones operativos de Londres. Si respecto a las Grandes Logias, que tienen a su cargo los tres primeros grados simbólicos, se han difundido extrañas historias, no es sorprendente que haya ocurrido lo mismo con los grados superiores de la masonería. Es curioso que diversas corporaciones masónicas en que intervienen los grados superiores, como el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, la Orden del Temple, el Gran Consejo de los Emperadores de Oriente y Occidente, los Soberanos Príncipes masones, el Rito francés de Avignon, el Rito de Fessler, fundado en 1804 por el masón húngaro Ignacio Aurelio Fessler, etc., todo indica que son derivaciones de los jesuitas de Loyola. El Rito Escocés Antiguo y Aceptado es, probablemente, el rito masónico más practicado y extendido en el mundo. Es resultado de la evolución producida, a principios del siglo XIX, del sistema escocés practicado en París a principios de la década de 1760. Designado por las Constituciones de la Orden como Rito Escocés, Antiguo y Aceptado, éste es el título que ha sido adoptado generalmente. El primer rito escocés fue el Rito Escocés Filosófico de la Logia Madre de Marsella, en 1750, de 18 grados. Tras el primer Rito Escocés Filosófico, apareció el Rito de Heredom o de Perfección, compuesto por el Consejo de Emperadores de Oriente y Occidente (París, 1758). Importado el Rito de Perfección de 25 grados a América por el masón Esteban Morín tras recibir una patente del rito, el número de grados se amplió, surgiendo el Rito Escocés Antiguo y Aceptado de 33 grados, con grados como el de Caballero Kadosh. Reunidos en Charleston, Carolina del Sur, cinco francmasones: John Mitchell, Federico Dalcho, Manuel de la Mota, Abraham Alejandro e Issac Auld, fundaron con Esteban Morín el Supremo Consejo de la Masonería denominada Rito Escocés Antiguo y Aceptado. El Rito Escocés Antiguo y Aceptado llegó a Europa, concretamente a Francia, de la mano de Alexandre François Auguste (1765 – 1845), conde de Grasse y marqués de Tilly, tras obtener una patente de Charleston, Carolina del Sur. Alexandre François Auguste retocó algunos rituales y enseñanzas y su obra constituye hoy más o menos el Rito Escocés Antiguo y Aceptado que se conoce en Europa.

 

Desde hace siglos los masones se llaman a sí mismos hijos de la Acacia, ya que este árbol, al tener la hoja perenne, simboliza la inmortalidad. En 1717 una asociación civil organizó, como una simple reunión fraternal de personas de diversas religiones, razas y clases sociales, que estaban convencidos de la existencia de Dios, pero que acordaron debatir sobre todo tipo de temas relacionados con el pensamiento, el arte o la filosofía, con la prohibición expresa de tratar asuntos políticos o religiosos. Es curioso que, a pesar de ello, fuese prohibida en numerosos países y fuese condenada por diversas confesiones religiosas. Se sospecha que fue por su juramento de secreto o por conspirar para imponer una República Universal. Lo cierto es que, durante los siglos XVIII y XIX, fueron masones numerosos monarcas de Europa y buena parte de la nobleza que ocupaba los más altos cargos políticos. Igualmente, eran masones numerosos sacerdotes católicos, muchos de ellos cardenales y obispos. Ante esta situación es sorprendente que dichos monarcas participasen en una revolución que buscaba destronarles. Por otro lado, ¿por qué razón los obispos masones utilizarían su posición para conspirar contra su propia Iglesia? Para mucha gente la masonería fue una sociedad secreta al servicio de organizaciones republicanas, izquierdistas y anticlericales. Sin embargo, la importante presencia de nobles en las logias, que evidentemente eran conservadores, monárquicos y católicos, podemos considerarla como sorprendente. Pero había algo en el secreto masónico que justificaba las prevenciones de los países y de la propia Iglesia católica. Los pilares del imperio británico fueron la Royal Society y la masonería. La noche del 28 de noviembre de 1660 se reunieron en el Gresham College doce hombres dispuestos a escuchar una disertación sobre la astronomía pronunciada por un desconocido de 28 años llamado Christopher Wren. La velada derivó en la decisión unánime de formar una sociedad con el loable fin de fomentar "la acumulación y propagación de conocimientos útiles para la humanidad". Se trataba de una iniciativa audaz, sobre todo teniendo en cuenta los revueltos tiempos que sacudían Inglaterra en aquella época. Pero es así como nació la que sería, una vez que le otorgara, en 1662, Carlos II la cédula real, la Royal Society de Londres. Desde sus inicios la Royal Society ha contado con tan sólo unos ocho mil miembros. Pero entre su distinguida lista de honor de ilustres científicos y pensadores destacan, entre otros, Christopher Wren, Isaac Newton, Edmond Halley, Robert Boyle, Voltaire, Benjamin Franklin, el conde de Buffon, John Locke, Charles Darwin, Ernest Rutherford, Joseph Banks, Edward Gibbon, Lord Byron, T.H. Huxley, James Watt, William Henry Fox Talbot, Joseph Lister, Michael Faraday, Alexander Fleming, o Stephen Hawking, muchos de ellos masones.

Es evidente la aprobación de la nobleza a la fundación de la Gran Logia de Londres en 1717. George Fedor, barón Hundt Von Bockelberg (1890 – 1971), el caballero Andrew Michael Ramsay, La masonería alquimista del barón Tschudy (1766), el rito Zinnendorf y otros  instructores de los grados en distintos ritos, parece que obraban según instrucciones recibidas del general de los jesuitas, y tuvieron como base el Colegio de jesuitas de Clermont, en París,  a cuya influencia se dice que estaban más o menos sujetos todos los ritos masónicos. El Rito Escocés Antiguo y Aceptado, al que no reconocen las logias azules, parece que fue invención del caballero Ramsay, muy vinculado a los jesuitas, quien lo estableció en Inglaterra entre los años 1736 y 1738, con el propósito de favorecer la causa de los Estuardo. Tal como ya hemos indicado, a fines del siglo XVIII unos cuantos masones aventureros reorganizaron el rito con la actual serie de treinta y tres grados, en Charleston, Carolina del Sur. Dos de estos masones, Jean-Baptiste Thomas Pirlet, sastre en Lyon, y el maestro de baile J. A. Lacorne, fundador de la Masonería Hiramica, fueron los precursores de un nuevo reformador llamado John James Gourgas, oficial de un buque mercante que viajaba entre Nueva York y Liverpool. El masón inglés Robert Thomas Crucefix introdujo en Inglaterra esta reforma masónica sin otra autoridad que un documento que decía había sido firmado en Berlín por Federico II el Grande de Prusia el I.º de Mayo 1786 para revisar la Constitución de los grados superiores del rito antiguo y aceptado. Cuando va debilitándose la creencia en un Dios personal, hay quienes llegan a la general aceptación del panteísmo de los antiguos filósofos de Oriente, renovado por Jakob Böhme, místico y teósofo luterano, y Baruch Spinoza, filósofo neerlandés de origen sefardí hispano-portugués.  En distintas logias se loaba frecuentemente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, para disgusto de los masones judíos y de los librepensadores, que de este modo veían  ofendidas sus  particulares creencias. No sucede así en la India, donde la luz de una logia puede basarse, indistintamente, en el Corán musulmán, el Zendavesta o los Vedas hindúes. La masonería debía desprenderse del sectarismo cristiano, pues en Alemania existían logias que negaban la iniciación a los judíos no alemanes. Pero los masones franceses actuaban de manera distinta y el Gran Oriente de Francia admitía a ateos y materialistas, por lo que los demás Orientes repudiaban a los masones franceses, oponiéndose a la supuesta universalidad de la masonería.

 

Pero, a pesar de sus muchos errores, la masonería ha realizado grandes esfuerzos en favor del progreso de la humanidad. En el siglo XVIII los iluminados predicaron por toda Europa. También en el mismo siglo los Estados Unidos lograron su independencia gracias al auxilio de las sociedades secretas, más eficaz de lo que se cree generalmente, pues los Padres fundadores de los Estados Unidos, George Washington, Lafayette, Franklin, Jefferson y Hamilton, fueron masones. En el siglo XIX, el general Giuseppe Garibaldi, masón de grado 33, fue el brazo ejecutor de la unificación de Italia, proclamada desde años antes por el también masón e iluminado Giuseppe Mazzini, con arreglo a los masónicos, o mas bien carbonarios, principios de libertad, igualdad, fraternidad, independencia y unidad. Los carbonarios eran los miembros de una sociedad secreta, fundada en Nápoles durante los primeros años del siglo XIX en el contexto de la ocupación napoleónica de Italia (1805-1814) sobre valores nacionalistas y liberales. Su modelo organizativo y sus procedimientos conspirativos e insurreccionales la convirtieron en un modelo que se extendió mediante simpatizantes e imitadores por toda Italia, e incluso fuera de ella, especialmente en los países de la Europa suroccidental. La masonería especulativa tiene aún muchas tareas que realizar. Una de ellas es el reconocimiento de la fraternidad humana, de modo que la nacionalidad, la raza, las creencias y la posición social no sean obstáculos para el ingreso en la masonería. Si la masonería ha de ser, como se pretende, una escuela de ciencia y de religión progresiva, debería ir siempre a la vanguardia de la civilización. Ningún erudito versado en las terminologías cabalística y alquímica dudará de que la descripción del Templo de Salomón es puramente alegórica,  según se relata en Reyes. La construcción del Templo de Salomón simboliza la gradual adquisición de la sabiduría secreta. En algunos lugares de Oriente, la ciencia secreta se llama el "templo de siete pisos" y en otros lugares el "templo de nueve pisos", cada uno de ellos simbolizando un determinado grado de conocimiento. En los países orientales llaman "constructores" a los estudiantes y maestros de la ciencia secreta y de la religión de sabiduría, pues construyen el templo de los secretos conocimientos. A los adeptos activos se les da el nombre de operarios o constructores prácticos y a los neófitos se les llama constructores teóricos. Los primeros demuestran con obras su dominio de las fuerzas de la naturaleza, mientras que los segundos estarían aprendiendo los rudimentos de la ciencia sagrada. Los desconocidos fundadores de las primitivas asociaciones masónicas tomaron de Oriente estas denominaciones.

 

En la terminología masónica ordinaria se entiende por masones operativos los albañiles y artesanos que constituían los gremios hasta la época de Cristóbal Wren, el arquitecto de la catedral de Saint Paul en Londres, y por masones especulativos los individuos de la Orden tal como está constituida actualmente. A pesar de las deformaciones mediante las sucesivas interpretaciones, se vislumbra el significado original de las palabras atribuidas a Jesús: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella". Una vez conocido el misterio de las tablas de piedra de la iniciación, que revelaban al iniciado el misterio de la creación, el iniciado se convertía en constructor,  pues ya estaba familiarizado con el dodecaedro, figura geométrica que se supone sirvió de módulo a la construcción del universo. Un dodecaedro es un poliedro de doce caras, convexo o cóncavo. Sus caras han de ser polígonos de once lados o menos. Si las doce caras del dodecaedro son pentágonos regulares, iguales entre sí, el dodecaedro es convexo y se denomina 'regular', siendo entonces uno de los llamados sólidos platónicos. Después de lo aprendido en los anteriores grados de iniciación sobre las reglas arquitectónicas, se añadía el empleo de la cruz, cuyos brazos equiláteros y simétricos simbolizaban la planta del templo espiritual, y cuya intersección representaba, según el filósofo y matemático griego Pitágoras, el punto primordial, el elemento de toda existencia, la primera idea concreta de la Divinidad.  Desde aquel momento el iniciado se podía considerar maestro  constructor y podía levantar el templo de sabiduría sobre la Piedra, permitiendo que otro iniciado lo erigiese sobre tan firme cimiento. Las insignias del hierofante egipcio eran una escuadra y un capacete cuadrado, sin las cuales no podía presentarse en ceremonia. En esto descubrimos la analogía con la indumentaria ritual de los masones modernos. Por otro lado, vemos que los sacerdotes armenios todavía llevan estos capacetes. La cruz tau perfecta, formada por el brazo vertical, emblema del espíritu o rayo masculino descendente, el brazo horizontal, emblema de la materia o rayo femenino, y el círculo mundanal, era atributo de la diosa egipcia Isis: por ello, al morir un iniciado, la cruz tau se colocaba sobre el pecho de su momia. Resulta, por lo tanto, incorrecta la pretensión de que la cruz es un símbolo genuinamente cristiano,  pues ya el patriarca Ezequiel marcaba con la tau la frente de los hombres de la tribu de Judá. Los antiguos hebreos trazaban la tau en una determinada disposición, mientras que en los jeroglíficos egipcios aparece trazada de manera idéntica a la cruz cristiana.

 

En el Apocalipsis de San Juan vemos también que el Alfa y Omega, emblema del espíritu y materia, traza el Nombre del Padre en la frente de los electos. La prueba de que Jesús era un iniciado, así como un maestro constructor o maestro masón, la tenemos en que en las catedrales más antiguas aparece su efigie con los atributos masónicos. En la catedral de Florencia se ve la imagen de Jesús con una escuadra de albañil en la mano. Los maestros  constructores que sobrevivieron a la hermandad operativa del verdadero templo son los únicos poseedores de la Palabra. En el sanathana dharma, el sannyasi ('renunciante') es la persona de la casta brahmánica que es excluido en determinado grado de los deberes védicos de casta. Siendo la paramahansa sannyasa la etapa de la renuncia que excluye al brahmán completamente de dichos deberes. Etapa que se conoce popularmente bajo el título genérico de sannyasa. Ello es lo que utilizan los únicos poseedores de la Palabra. Pero esta hermandad operativa superviviente no teme ser traicionada y que sus secretos sean descubiertos, pues no  los recibieron ni de Moisés, ni de Salomón ni de Zorobabel, personaje bíblico, nieto de Joaquín y uno de los antepasados de Jesús, además de líder de los judíos exiliados que retornaron de Babilonia durante el reinado de Ciro. Los Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado se encuentran en casi todos los países del mundo civilizado, y en muchos de ellos es la única autoridad masónica. La historia de su organización es tan breve que puede compendiarse en estas palabras. El máximo Supremo Consejo organizó un Rito llamado el "Rito de Perfección", que consistía de 25 grados de los cuales el superior era el de "Príncipe Sublime del secreto Real". En 1761, este Consejo concedió poderes al masón Esteban Morín, autorizándolo para propagar el Rito en el continente occidental, a donde debía dirigirse en seguida. En el mismo año Morín arribó a la ciudad de Santo Domingo, en Puerto Rico, donde comenzó a diseminar el Rito, nombrando varios Inspectores, tanto para las Indias Occidentales como para los Estados Unidos. Entre otros, confirió los grados al masón Moisés Miguel Hayes, con poder para nombrar otros, si fuere necesario. De conformidad con estos arreglos, Hayes nombró a Isaac Da Costa Diputado Inspector General para South Carolina, quien en 1783 introdujo el Rito en el estado por el establecimiento de la Gran logia de Perfección en Charleston por Juan Juan Mitchell y Federico Dalcho.

 

Existe una prueba evidente en los Archivos del Supremo Consejo, de que hasta esa época los veinticinco grados del Rito de Perfección eran los únicos que se habían reconocido. Por consiguiente, debido a la organización del Supremo Consejo, y de una manera inesperada, apareció allí un nuevo Rito, con la adaptación de ocho más de los grados superiores continentales, formando de este modo lo que constituye el grado treinta y tres y no el grado veinticinco que es la culminación del Rito. El Rito consta de treinta y tres grados, los cuales están divididos en siete secciones, encontrándose cada sección bajo la propia jurisdicción.  Si el masón Moisés Miguel Hayes, que en Diciembre de 1778 introdujo en América del Norte el grado del Arca Real masónica, hubiese presentido las futuras traiciones, ciertamente que hubiese estipulado obligaciones más severas. El primer Gran Capítulo se estableció en Filadelfia el año 1797. La sagrada palabra del grado del Arca Real, por largo tiempo perdida, ya fue encontrada, por lo que se cumplió su promesa. Hay algunas claves para algunas cifras secretas de los más importantes grados masónicos, que supuestamente no han sido reveladas a los profanos, excepto la de los masones del grado del Arca Real en 1830, pues se mantuvieron celosamente reservadas en el seno de las distintas corporaciones. Pero loas actuales masones y jesuitas no poseen ningún secreto alguno digno de la atención de las fraternidades orientales. Los jesuitas emplearon algunas de estas cifras secretas en tiempos de la conspiración jacobita escocesa, cuando la Iglesia se valía de la masonería sucesora de los templarios para sus fines políticos. Esto lo expone Findel en su Historia de la masonería: "En el siglo XVIII, además de los modernos caballeros templarios, adulteraron los jesuitas el verdadero carácter de la masonería. Muchos autores masones, que conocían perfectamente aquel periodo histórico, aseguran que siempre influyeron los jesuitas perniciosamente en la fraternidad masónica. Respecto a los rosacruces masones, su primitivo objetivo fue nada menos que favorecer y fomentar el catolicismo, y cuando esta religión tomó el manifiesto propósito de reprimir la libertad de pensamiento, los rosacruces redoblaron sus esfuerzos para detener en lo posible el progreso de la civilización".

Samuel Richter, también conocido como Sincerus Renatus , fue un teólogo alemán, alquimista y rosacruz, que influyó fuertemente en los rosacruces del siglo XVIII con sus tratados y escritos alquímicos. Después de estudiar teología en Wittenberg (1703) y Halle (1707), Richter se convirtió en tutor de una familia noble y más tarde predicador en Hartmannsdorf. En los años 1710 y 1711 publicó en Wroclaw, por primera vez, escritos alquímicos y teosóficos. Entre otras cosas, uno de sus escritos contenía instrucciones para la "Preparación de la Piedra Filosofal" , en la que mencionó por primera vez la Hermandad de los Rosacruces de Oro. Después de ser acusado, dejó Silesia y se fue a Prusia, donde se dedicó a la minería. Allí se relacionó con el director del Consejo de la Legación Real Prusiana, Georg von Welling. Contra la voluntad de Welling, Samuel Richter publicó su Opus mago-cabbalisticum et theosophicum en 1719. Su Theo-Philosophia, que está fuertemente basada en Jacob Böhme y Paracelso, ya constaba en el siglo XVIII como un clásico del hermetismo. También tenemos el sistema cifrado de los "Soberanos Príncipes Rosacruces", llamados también Caballeros de San Andrés, Caballeros del Águila y del Pelícano, etc. Los rosacruces también se atribuyen un origen templario a partir del 1314. Por otro lado, tenemos la clave de los caballeros Kadosh, llamados también caballeros del Águila negra y blanca, así como Gran Templario Electo. El jeroglífico de los caballeros Kadosh está tomado del hebreo, tal como podemos ver en el libro segundo de Reyes. En la ceremonia de recepción del grado de Kadosh el orador pronuncia un discurso acerca de la tradicional continuación de la masonería a través  de Moisés, Salomón, los esenios y los templarios. La referida cita del libro segundo de Reyes dará a entender a los caballeros Kadosh de fe cristiana a qué clase de templo se referían sus antecesores en esta genealogía. El alfabeto de la clave del grado del Arca Real tiene veintiséis letras divididas en dos series de trece. Hay dos procedimientos criptográficos para usar esta clave. El primero consiste en alternar los signos uno sin punto y otro con punto, de modo que curiosamente corresponden a las veintiséis letras del abecedario inglés. El segundo procedimiento consiste en corresponder los trece signos no puntuados de la primera serie con las trece primeras letras, hasta la letra m inclusive, y los trece signos puntuados con las trece letras restantes, de la n a la z.

 

Podríamos saber la clave de otros procedimientos  criptográficos, por ejemplo, el de los masones del grado del Arca Real, cuyos signos se parecen muchísimo a ciertos caracteres indos, como el de la letra G, que según algunos investigadores significa El Gran Arquitecto del Universo, expresado habitualmente con el acrónimo GADU, y por tanto de ahí la letra G. Los jesuitas perfeccionaron posteriormente la clave de los masones del grado del Arca Real con la adición de signos correspondientes a la notación ortográfica y fonética. El nombre de Jehovah, aparentemente tan apreciado por los masones, podrá substituir pero nunca reemplazar al Nombre Perdido. Según Eliphas Lévi, nombre adoptado por el mago y escritor ocultista francés Alphonse Louis Constant, en su libro Dogma y ritual de la alta magia, los cabalistas lo saben y en su secreta etimología del nombre YHWH demuestran que es un sucedáneo del verdadero Nombre, que resulta de la combinación de Iod, Vau y Heva, o sea el nombre del primer andrógino, Adán, y de la serpiente femenina, símbolo de la divina Inteligencia emanada del Espíritu creador. Por consiguiente, no puede ser Jehovah el Nombre inefable. Si Moisés hubiese comunicado al faraón egipcio el verdadero Nombre, no se hubiera resistido a una advertencia por el incumplimiento de la legalidad, ya que los reyes de Egipto estaban iniciados y conocían dicho Nombre. El faraón coetáneo de Moisés, muy probablemente Ramsés II, no podía desconocer este Nombre, porque se mencionaba en el Libro de los muertos. Y, por otra parte, el Nombre era en aquellos tiempos conocimiento común de todos los adeptos del mundo. Pero Moisés, según el Éxodo, habla al faraón en nombre de Yeva, modalidad exotérica del divino Nombre empleada en las traducciones de la Biblia al arameo, equivalente a Heva o aspecto femenino de Jehovah–Binah. y de aquí que, según leemos en Éxodo, el faraón responda: "¿Quién es el Señor (Yeva)  para que obedezca a su voz?". La forma nominativa de Jehovah empezó a usarse desde la innovación del texto masotérico, la versión hebraica del Tanaj usada oficialmente entre los judíos, cuando temerosos los rabinos de perder las claves de su doctrina, compuestas hasta entonces exclusivamente de consonantes, interpolaron entre ellas puntos representativos de las vocales. En el cristianismo se utiliza con frecuencia como base para las traducciones del Antiguo Testamento. Fue compuesta, editada y difundida por un grupo de hebreos conocido como masoretas entre el siglo VI y el X d. C. Contiene variantes, algunas significativas, respecto de la versión griega llamada Septuaginta. Pero los rabinos desconocían por completo la recta pronunciación del Nombre y, en consecuencia, le dieron la fonética de Adonah y la gráfica de Ja–ho–vah, que resultó en una adulteración del verdadero Nombre. Ciertamente era lógico que los rabinos ignorasen la recta pronunciación, pues tan sólo el sumo sacerdote la conocía y comunicaba a su sucesor poco antes de morir, como es también de ley entre los brahmâtmas de la India. Únicamente una vez al año, en la fiesta de la expiación, podía el sumo sacerdote pronunciar muy quedo el Nombre tras el velo del recinto íntimo del santuario.

 

La cábala es una disciplina y escuela de pensamiento esotérico, relacionada con los esenios y el judaísmo jasídico, una interpretación mística del judaísmo ortodoxo. Utiliza varios métodos para analizar sentidos recónditos de la Torá, texto sagrado de los judíos, al que los cristianos denominan Pentateuco, y que representa los primeros cinco libros de la Biblia. La cábala se desarrolló dentro de la esfera de las tradiciones judías y los cabalistas frecuentemente utilizan las fuentes clásicas del judaísmo para explicar y demostrar sus enseñanzas esotéricas. Estas enseñanzas son utilizadas por los seguidores del judaísmo para definir el significado esencial de la Biblia hebrea y la literatura rabínica tradicional, así como el significado de las observancias religiosas judías. Los seguidores tradicionales de la cábala, los cabalistas, afirman que ésta surgió antes que cualquier otra religión en el mundo y que sirvió de base para elaborar la filosofía primordial de la Creación, las ciencias religiosas, las artes y los sistemas políticos. La Historia, sin embargo, indica que la cábala apareció como una forma temprana del misticismo judío en los siglos XII y XIII en la Provenza y en Catalunya, siendo re-interpretada durante el renacimiento del judaísmo místico en el siglo XVIII, en la Palestina ocupada por los turcos. Fue popularizada en la forma de Judaísmo jasídico desde el siglo XVIII hasta la actualidad. El libro Tómer Débora, del siglo XVI, es una obra del Rabino Moisés Cordovero, y representa una aproximación a la mística cabalística, especulando sobre cómo las elecciones personales tienen implicaciones en el Cosmos. El rabino Isaac Luria, rabino y cabalista de la comunidad de Safed en la región de Galilea, en la Siria otomana, es considerado como el padre de la Cábala contemporánea. Se atribuye una importante contribución a la cábala a Abraham Abulafia, cabalista nacido en Zaragoza (1240-1291), en tiempos de Jaume I, conde de Barcelona, así como rey de Aragón y Valencia. Abraham Abulafia vivió en Tudela y viajó por Tierra Santa en 1260. Luego se instaló en Italia desde donde viajó a Barcelona y a Grecia en 1271 y 1273, respectivamente. Entre otras obras escribió Los secretos de la guía, comentarios a la Guía de los Perplejos de Maimónides, considerando la doctrina filosófica derivada de las premisas de dicha obra no contraria a la mística. De hecho, los comentarios tratan de hallar un nexo lógico entre sus propia posición y la de Maimónides, médico, rabino y teólogo judío de al-Ándalus.

 

Una de las fuentes más importantes de la cábala es el Zohar ('Libro del esplendor'), escrito por Shimon bar Yojai, un rabino que vivió en Galilea, actual Israel, durante la época de la dominación romana y después de la destrucción del segundo Templo de Jerusalén, lo que sitúa su vida entre finales del siglo I e inicios del siglo II. La idea básica allí expuesta es que, del seno mismo de la Divinidad Oculta (el Ain Sof), surgió un rayo de luz que dio origen a la nada (ain), identificada con una esfera (sefirá) o región, que recibe el nombre de kéter ('corona'). De esta corona suprema de Dios emanan otras nueve esferas (las sefirot). Estas diez esferas constituyen los distintos aspectos de Dios, mediante los cuales se manifiesta. Según el humanista y pensador italiano Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), el filósofo cabalista alemán Johannes Reuchlin (1455-1522) y el matemático alemán Wilhelm Schickard (1592-1635), la cábala es una sabiduría ancestral anterior a todas las religiones, que Yahveh habría revelado primero a Adán, el primer hombre, después a Abraham y luego a Moisés en el monte Sinaí, al tiempo que le hacía entrega de las Tablas de la Ley, suceso que los judíos sitúan alrededor del siglo XIII a. C. También se especula con que Yahveh enseñó sus verdades y misterios a través del arcángel Raziel, tras la caída de Adán. El Séfer Raziel HaMalaj (el Libro del Arcángel Raziel) o simplemente Séfer Raziel es un grimorio del misticismo judío atribuido al arcángel Raziel. Es una obra pseudo epigráfica, pues se afirma que fue compuesta por Patriarca Adán, quien lo habría escrito al dictado del arcángel Raziel, de ahí su nombre. Esto lo convertiría en el libro más antiguo de la Humanidad. La primera mención del título, lo cual no implica que el libro mismo existiese, aparece en un texto del siglo IV La espada de Moisés, del cual tampoco se conservan más que manuscritos medievales. Las evidencias indican que el libro no es anterior al siglo XIII, si bien puede contener fragmentos provenientes de la Alta Edad Media, que comprende desde el siglo V hasta el siglo XI o XII, e incluso de la Antigüedad Tardía, que comprende desde el siglo III al siglo VIII. El trasfondo de la obra la remite al movimiento de los Ashkenazi Hasidim medievales, que fueron un movimiento místico y ascético judío ubicado en la Renania alemana durante los siglos XII y XIII.

Los líderes de la comunidad del movimiento Ashkenazi Hasidim descendían de la familia Kalonymos del norte de Italia, una familia que había emigrado a Alemania en el siglo X; y la familia Abun de Francia, entre otros, según los libros sagrados que se escribieron a finales del siglo X. El movimiento Ashkenazi Hasidim fue conocido por su estricto ascetismo y su doctrina mística que reinterpretó radicalmente la ética judía. Algunos postulan que su teología se ajusta al canon general del misticismo judío. Sin embargo, en otros aspectos fue muy original. No se ha estudiado suficientemente el alcance de la influencia de esta comunidad durante el judaísmo alemán de la Edad Media. La línea de pensamiento que se convirtió en el Ashkenazi Hasidim tiene sus raíces Abu Aaron, erudito babilónico de mediados del siglo IX, descrito como el hijo de un tal R. Samuel, que vivía en comunidades judías en el sur de Italia. Luego esta línea de pensamiento se extendió a tres pensadores de finales del siglo XII y principios del XIII, como Judá el Piadoso, Samuel el Piadoso y Eleázar de Worms. El rabino Judá el Piadoso (Rav Yehuda Ha-Hassid) de Ratisbona fue el principal líder de los Ashkenazi Hasidim. Su libro Sefer Hasidim ("Libro de los Piadosos") es la reliquia más importante de este movimiento. Se dice que Samuel el Piadoso contribuyó con algunas de las secciones de Sefer Hasidim, y como padre y maestro de Judá el Piadoso, contribuyó directamente a gran parte del pensamiento de este movimiento. Fue autor del Shir Hakavod ("Canción de la Gloria"), que describe poéticamente la teología de los Ashkenazi Hasidim, a saber, la presencia de la gloria divina. El rabino Eleazar de Worms fue un destacado talmudista y cabalista del siglo XIII y fue el principal discípulo de Judá el Piadoso. Es mejor conocido por su trabajo Sefer HaRokeah ("Libro del Perfumista"), una guía de ética y ley judía. Su predicción de la llegada de la era mesiánica para inicios de 1226 y finalización en 1240 se extendió por todas partes en las comunidades judías. Fue el último miembro importante atribuido a este movimiento Ashkenazi Hasidim y murió en 1230. Los principios más centrales del movimiento Ashkenazi Hasidim se referían a la "Voluntad del Creador" y estaban obligados a seguir el Din Shamayim, "la Ley del Cielo". Su devoción se expresaba de manera esotérica y perfeccionista. Creían que puedes elevarte espiritualmente hacia la comunión con Dios a través del conocimiento de la oración. Su redactor, el rabino Eleazar de Worms, le dio el nombre de Séfer Galei Razia, más tarde convertido en su título actual: Séfer Raziel HaMalaj. A semejanza de otras obras del mismo estilo, como el Sefer Yetzirá, existen diversas versiones. El libro fue muy conocido entre los místicos medievales, tanto judíos como cristianos, a tal punto que una de sus más antiguos testimonios es una edición latina titulada Liber Razielis Archangeli, efectuada bajo el patrocinio del rey Alfonso X el Sabio de Castilla.

 

Las crueles persecución emprendidas contra los judíos cabalistas, que conocían el sagrado Nombre, tuvo por causa la sospecha de que abusaban de sus conocimientos. El Libro de Jasher abunda en alegorías cabalísticas, alquímicas y mágicas, y resume el Antiguo  Testamento, tal como lo entendían los samaritanos mediante el Pentateuco, sin contar los libros de los profetas. El Libro de Jasher es uno de los libros sagrados perdidos y buscados desde hace mucho tiempo, que debería estar incluido entre los libros de la Biblia, pero fue excluido como otros muchos. Además de las dos referencias al Libro de Jasher que se pueden encontrar en los demás libros de la Biblia, hay referencias históricas a este manuscrito perdido y es evidente que, en lo últimos siglos, se han emitido muchas hipótesis para explicar por qué y cómo dicho libro ha estado perdido, oculto o suprimido. En opinión de un sabio rabino de Nueva York, este libro se publicó en la Península Ibérica durante el siglo XII, con carácter de leyenda popular, sin la aprobación del Colegio rabínico de Venecia. Aunque los rabinos ortodoxos repudian el Libro de Jasher, parece que es anterior a la Biblia mosaica, de la misma manera en que los Evangelios apócrifos precedieron a los canónicos. Prueba de ello es que  los libros canónicos de Josué, el primero de Reyes y la profecía de Isaías aluden al Libro de Jasher. Tanto el Libro de Jasher como los Evangelios apócrifos son una compilación de tradiciones religiosas abundantes en milagros, cuya descripción no es congruente con la cronología ni el dogma. En ningún otro libro aparece tan clara la diferencia entre los conceptos de Elohim y Jehovah, pues de este último tiene el Libro de Jasher el mismo concepto que tuvieron los ofitas, sectas gnósticas que se desarrollaron alrededor del año 100 en Siria y Egipto. Es decir, que lo considera como emanación de Ilda–Baoth o Saturno. Según el Libro de Jasher, el faraón egipcio pregunta a los magos de su corte: "¿Quién es el de quien Moisés dice:  Yo soy quién soy?". Y los magos respondieron: "Sabemos que el Dios de Moisés es el Hijo del Sabio, el Hijo de antiguos reyes". El sobrenombre de "Hijo de antiguos reyes" dado a Jehovah en este pasaje ofrece notable analogía con el título de "Hijo de rey" que los saurias de la India, una secta del jainismo, confieren a Brahmâ, a quién, de todos modos, niegan poder creador.

 

Algunos opinan que el Libro de Jasher es una leyenda compilada en el siglo XII. Pero  se deberían preguntar porque en los libros canónicos no aparece la pregunta del faraón a los magos egipcios y, en cambio, sí la respuesta, según demuestran los pasajes siguientes de Isaías: "Los príncipes de Tanis son necios. Los consejeros sabios de Faraón dieron  un  consejo necio. ¿Cómo diréis al Faraón: Yo soy hijo de sabios, hijo de reyes antiguos?". O según Josué: "Y paráronse el Sol y la Luna  hasta que el pueblo se vengase de sus enemigos. Por ventura ¿no está escrito esto en el Libro de Jasher?". O también en Reyes: "Y mandó que enseñasen el arco a los hijos de Judá, como está escrito en el Libro de Jasher". De ello se deduce que el Libro de Jasher debió publicarse antes que el libro de Josué y por ello los hebreos lo consideraron una autoridad en materia religiosa, aunque el actual Libro de Jasher sea tan sólo una copia resumida del original y que se considere al Pentateuco como el primitivo libro de los hebreos. De todos modos, Jehovah no es el Anciano de los ancianos a que alude el Zohar, pues este libro nos lo representa pidiéndole consejo a Dios para crear al hombre, y así dice: "El Constructor habló al Señor y le dijo: 'Hagamos al hombre a nuestra imagen'". Por ello se considera que Jehovah es realmente Metratón, que representa al arcángel más controvertido de la mitología judeocristiana, un ser que a lo largo de la historia ha sido descrito de manera dual y en ocasiones contradictoria. Sin embargo, en cualquiera de sus versiones, se trata del arcángel más poderoso en el reino celestial, lo que le ha valido el título de "Pequeño Yahvé". Sin embargo, no hay ninguna referencia a él en el Antiguo Testamento judío ni en el Nuevo Testamento cristiano. Tampoco hay consenso acerca de su génesis o del papel que representa en la jerarquía del cielo y el infierno. En la versión del Talmud según el judaísmo caraíta, un grupo religioso judío que reconoce al Tanaj como única autoridad religiosa para fines de la Halajá y su teología, Metatrón es una figura misteriosa llamada «Yhwh menor». Curiosamente, el término hebreo metatrón es numéricamente equivalente a Shaddai, uno de nombres de Dios en la tradición judeocristiana, de acuerdo con la gematría hebrea, por lo que se dice que tiene un 'nombre como su amo'. La Gematría es un método y una alternación del orden de las letras en una palabra, que depende del hecho de que cada carácter hebreo tiene un valor numérico. Cuando la suma de los números de los caracteres que componen una palabra daba el mismo resultado que la suma de los caracteres de una palabra distinta, se percibía una analogía entre ellas y se consideraba que debían tener necesariamente una conexión. Especulaciones numerológicas parecidas existieron también en el mundo griego, en especial en la escuela pitagórica.

 

El Talmud también registra un acontecimiento que involucra a Elisha ben Abuya, un rabino y una autoridad religiosa judía nacida en Jerusalén, también llamado Aher ('otro'), de quien se decía que había entrado en el Paraíso y había visto a Metatrón sentado, una posición que en el Cielo sólo se le permite a Yahvé mismo. Por lo tanto, Elisha ben Abuya consideró que Metatrón era una deidad, y dijo: «¡Realmente hay dos poderes en el cielo!». Los rabinos explican que a Metatrón se le permitió sentarse debido a su función como escriba celestial, que registra todos los hechos de Israel. De acuerdo con una doctrina judía, Enoc fue llevado por Yahvé y transformado en Metatrón., sin embargo, esta opinión no es compartida por muchas autoridades talmúdicas. También parece que existen dos Metatrones, uno de siete letras y otro de seis. El primero sería el Metatrón primordial y el segundo el patriarca Enoc. El Zohar llama a Metatrón «el Joven», y lo identifica como el ángel que guió al pueblo de Israel en el desierto, luego del éxodo desde Egipto, y lo describe como un tipo de sacerdote celestial. También se menciona a Metatrón en los Seudoepígrafos, libros que no están incluidos en el canon hebreo o los apócrifos, atribuidos a los autores originales, principalmente en el Libro de Enoc, en el cual reaparece su título como «el YHWH menor». De acuerdo con Johann Andreas Eisenmenger (1654 – 1704), orientalista alemán y considerado fundador del moderno antisemitismo, Metatrón es quién transmite las órdenes diarias de Yahwé a los ángeles Gabriel y Rafael. A veces a Metatrón se lo identifica como hermano espiritual del arcángel Sandalfón, quien se dice que vivió en la Tierra como el profeta Elías. Según el escritor británico Robert Graves, el término metatron sería una corrupción hebrea del griego metradromos ('el que persigue con venganza') o de meta ton thronón ('más cercano al trono'). La gran confusión de los nombres divinos se debió al sigilo de los primitivos cabalistas, alquimistas y ocultistas medioevales para salvar sus propias vidas.  Debido a ello, la gente identificó a Jehovah con el único y supremo Dios. No obstante, los ancianos de Israel, los profetas y los rabinos eruditos distinguían entre ambos conceptos. Pero como la diferencia de los nombres era de tipo fonético y la pronunciación del verdadero nombre acarreaba la pena de muerte, ningún iniciado se atrevía a comunicarlo a la gente. De este modo, Jehovah se identificó con "Aquel cuyo nombre conocen tan sólo los sabios".

 

En una traducción de la Biblia de Ludovicus Capellus, podemos leer: "Quienquiera que pronunciare distintamente el nombre de Jehovah, sufra pena de muerte". Resulta pues que el  bíblico nombre de Jehovah es el de una Potestad que substituyó al del supremo Dios. Entre los muchos errores de traducción del Levítico, el rabino Cahen, en la Biblia hebrea, indica que la prohibición no se refería al exotérico nombre Jehovah, que, como los demás nombres equivalentes, Shaddai, Sabaoth, etc., podía pronunciarse impunemente. Según Cahen la traducción correcta sería: "Y el que blasfemare el nombre del Eterno, morirá". Los símbolos de los israelitas, como los de los  países gentiles, estaban siempre, directa o indirectamente, relacionados con el culto al Sol. El exotérico Jehovah bíblico es dual, a semejanza de las divinidades de los gentiles, por más que el rey israelita David, opuesto a la ley mosaica, glorificase al Señor diciendo que era Dios de  dioses. El "Señor Dios de Israel" merece la misma  consideración que Brahmâ, Zeus y otras divinidades menores, sin que le reconozca como el Dios de Moisés, el Padre divino de Jesús, o el Nombre inefable de los cabalistas. Jehovah es probablemente uno de los Elohim, palabra hebrea utilizada en la literatura judía que significa 'dioses', siendo el plural del dios cananeo El. Por ello, tal vez Jehovah fue uno de los constructores que intervinieron en la formación, no la creación, del universo, valiéndose para ello de la preexistente materia. Pero se considera que no es ni pudo ser la incognoscible Causa que creó en la noche de la eternidad. Se considera que los Elohim forman primero para después destruir. Como Jehovah pertenecería al orden de  los Elohim, sería alternativamente benéfico y maléfico. Estaría representado por Esaú y Jacob, los mellizos que simbolizan el principio dual de la Naturaleza. En efecto, Esaú y Jacob eran hermanos mellizos, hijos de Isaac. Aunque Esaú era el que nació primero, perdió la primogenitura por habérsela vendido a su hermano a cambio de un plato de lentejas. Para garantizarse el cumplimiento de tal acuerdo, Jacob, ayudado por Rebeca, madre de ambos, obtuvo mediante un engaño la bendición de su padre, que estaba ciego y sólo pudo palparle. Al darse cuenta de lo ocurrido, no rectificó, sino que optó por dar a Esaú una bendición de carácter inferior. Posteriormente se llegó al enfrentamiento entre ambos hermanos, que acabó en acuerdo.

El nombre de Israel significa el que lucha con Dios, y se deriva de Isaral o Asar, el dios solar llamado asimismo Suria. En la mitología hinduista Suria representa al Sol en su triple aspecto de deidad bienhechora que alumbra, vivifica y alimenta. Se le menciona por primera vez en el Rig-veda, el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C., donde se le describe con brazos, manos, pelo, etc. de oro. En su alabanza se invocan hermosos himnos védicos, siendo el rey del Sol, de la aurora y del ocaso. Según Iaská, que fue el comentarista entre los siglos VI y IV a. C. del Rig-veda, Suria es un dios perteneciente al grupo de los Aditiás, o hijos de Áditi, la cual es una de las diosas más antiguas, hija de Daksha y esposa de Kashiapa. El Sol que asciende sobre Jacob/Israel equivale al dios solar Isaral que fecunda la materia, simbolizada en Jacob. Como es usual esta alegoría tiene varios significados cabalísticos. También Esaú o Asu simboliza el sol, y representa como el "Señor" lucha con Jacob y queda vencido. El  dios solar lucha primero contra él y después se eleva sobre él en señal de alianza, según se infiere del siguiente pasaje del Génesis: "Y salióle el sol luego que pasó de Fanuel; mas iba cojeando de un pie". En Lucas se habla de Fanuel como el padre de Ana, la profetisa de edad muy avanzada que estuvo presente cuando Jesús fue presentado en el templo. Jacob–Israel, en contraposición a su hermano Esaú, toma el nombre de Samael, el arcángel de la muerte, jefe del Quinto Cielo y uno de los siete regentes del mundo, cuyos homónimos son Azazel y Satán, que significa el oponente. Si Moisés desconocía la cosmogonía hinduista, no pudo tomar como modelo de su Jehovah al dios Shiva, uno de los dioses de la Trimurti, en la que representa el papel del dios que destruye el universo. El dios egipcio Osiris, el dios bíblico Jehovah y el dios hindú Shiva simbolizan el principio activo de la Naturaleza, o sea, las fuerzas que rigen la transformación de la materia, la vida y la muerte, que perpetuamente construyen y destruyen bajo la continuada  influencia del alma universal, o el invisible, omnipotente e inmutable Espíritu que preside la correlación de fuerzas en armonía, bajo la inmanente ley del universo. La Vida espiritual es el primordial principio superior, mientras que la Vida física es el primordial principio inferior. Pero ambas son una sola vida en una síntesis dual. Cuando el Espíritu se desliga de restituirse a su Causa originaria, está en condiciones de vislumbrar la eterna Verdad. Pero hasta entonces no debemos confundir  las sombras con la inextinguible Luz.

 

Muchas veces se ha tratado con desprecio a las viejas religiones, a la Cábala, y a otras doctrinas consideradas supersticiosas. Pero vemos que la sabiduría de las épocas arcaicas o la doctrina secreta de la Cábala oriental no se extinguió con los filaleteos de la escuela ecléctica, pues la gnosis todavía tiene muchos fieles. Los filaleteos, "amantes de la verdad", era el nombre dado a los neoplatónicos alejandrinos, llamados también analogistas y teósofos. Dicha escuela fue fundada por Ammonio Saccas, filósofo de Alejandría del siglo III, considerado con frecuencia como fundador del neoplatonismo. Los más ilustres filósofos y sabios de aquel tiempo pertenecían a dicha organización. El sistema de meditación empleado por los filaleteos era el éxtasis, sistema parecido a la práctica del yoga en la India. Con respecto a las hermandades secretas, contribuyeron a que sus adeptos mantuviesen más fácilmente el incógnito. De hecho estos adeptos negaban la existencia de las logias y comunidades a que ellos pertenecían y desacreditaban públicamente las facultades que habían utilizado a lo largo de las generaciones. De hecho dichos adeptos se entremezclaban con  los grupos de viajeros, y hasta fines del reinado de Luis Felipe I de Francia (1773 – 1850), el último monarca francés, la gente de París les llamaban "nobles extranjeros", pensando que eran nobles terratenientes eslavos que visitaban Paris para admirar sus monumentos y gozar de sus diversiones. Sin  embargo, hay observadores que relacionaron la presencia en París de estos  misteriosos huéspedes con acontecimientos políticos que poco después ocurrieron, como por ejemplo, la notable coincidencia de que la revolución francesa de 1789 estallase pocos años después de haber estado en París unos "nobles extranjeros" que llamaron la atención pública por sus "sobrenaturales dotes" y místicas doctrinas, como el enigmático conde de Saint Germain y el conde Alessandro di Cagliostro, médico, alquimista, ocultista, rosacruz y alto masón italiano. Hay hermandades secretas que mantienen oculta la secular sabiduría. Los adeptos de estas hermandades podrían atestiguar la gran antigüedad de su origen mediante documentos que esclarecerían muchos puntos obscuros de la historia, tanto sagrada como profana.

 

Si los Padres de la Iglesia hubiesen conocido las claves de los escritos hieráticos y el significado de los simbolismos egipcio y de la India, seguramente que no hubiese escapado a la mutilación ningún monumento antiguo, aunque la casta sacerdotal egipcia tuvo buen cuidado de anotar en sus secretos anales jeroglíficos todo cuanto con ellos se relacionaba.  La escritura hierática permitía a los escribas del Antiguo Egipto escribir de forma rápida, simplificando los jeroglíficos cuando lo hacían en papiros, y estaba íntimamente relacionada con la escritura jeroglífica. Fue, durante amplios periodos, la escritura utilizada en textos administrativos y religiosos. Su nombre fue usado por primera vez por Clemente de Alejandría en el siglo II. Estos anales jeroglíficos se conservan todavía, por más que no sean del dominio público, y contienen el historial de monumentos desaparecidos para siempre. De cuarenta y siete tumbas reales que, según los anales sagrados, existen en las cercanías de  Gornore, en Egipto, tan sólo se tenía pública noticia de diez y siete, según refiere Diodoro de Sicilia que visitó aquel paraje alrededor del 60 a.C. Todavía existen dichas tumbas, y a ellas pertenece la descubierta por Giovanni Battista Belzoni (1778 – 1823), explorador, viajero y egiptólogo italiano, en las montañas areniscas del Valle de los Reyes (Biban-el-Meluk). Los monjes coptos, cuyos solitarios monasterios estaban esparcidos por el desierto de Libia, conocían la existencia de estas tumbas, pero mantenían el secreto. Sin embargo, los monjes griegos de Jerusalén y los  peregrinos que anualmente acudían a visitar el Santo Sepulcro por Pascua de Resurrección, tenían a los monjes coptos en mucha estima, que eran famosos porque cuando se hallaban presentes en una ceremonia, descendía milagrosamente el fuego del cielo atraído por sus plegarias. Se dice que los monjes griegos atraían durante la noche de Pascua el fuego sagrado, que a su evocación descendía de la bóveda de la capilla y revoloteaba en torno del Santo Sepulcro en forma de lengua de fuego, hasta que los miles de peregrinos encendían en él sus cirios. Hay quienes aspiraban a entrar en el sendero que conducía a las hermandades secretas, y al no lograrlo, se consolaban diciendo que no hay tales hermandades. De los pocos admitidos fracasaban las dos terceras partes en la prueba de iniciación, pues la mayoría no podía resistir el rigor de la séptima regla constitucional de los legítimos rosacruces, de común aplicación a todas las hermandades secretas, según la cual "el rosacruz se ha de hacer por sí mismo sin que nadie lo haga por él".

 

Fuentes:

  • Blavatsky H.P. – Isis sin Velo
  • Blavatsky H.P. – La Doctrina Secreta
  • Antiguo Testamento – Libros históricos (Samuel, Reyes, etc..)
  • Ambelain Robert – Secreto masónico
  • Anon – El Talmud Código Sagrado Y Secreto Origen Masonería
  • Bailey Foster – El espíritu de la masonería
  • Emile Rebold – Historia de la Francmasonería
  • Blavatsky, H.P. – Los orígenes del Ritual en la Iglesia y la Masonería
  • Di Bernardo Giuliano – Filosofía de la Masonería
  • Ferrer Menimeli, Jose Antonio – La Masonería
  • Guenon, René – Estudios sobre la francmasonería y el compañerazgo
  • Hall Manly – Claves perdidas de la Masonería
  • Krumm Heller – Secretos de la Masonería
  • Pessoa Fernando – Escritos Sobre Ocultismo Y Masonería
  • Sánchez Casado Galo – Altos Grados de la Masonería
  • Sánchez Pacheco Felicidad – Secretos de la Historia sobre Masonería
  • Leadbeater Charles – Vida Oculta en la Masonería
  • Heindel Max – Concepto Rosacruz del Cosmos
  • Magus Incognito – La Doctrina Secreta de los Rosacruces
  • Rudolf Steiner – El Misterio de los Rosacruces
  • Devdutt Pattanaik – Mitología hindú
  • Jean Pierre Cortegianni – Gran libro de la mitología egipcia





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