SATHYA SAI ANANDAM
SATHYA SAI ANANDAM: La todo-penetrante Alma - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

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martes, 27 de febrero de 2018

La todo-penetrante Alma - Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

La todo-penetrante Alma

Hay sólo una característica común para todas las cosas vivientes en este mundo,

y ella es el Espíritu Eterno.

En todas las múltiples formas de la Creación,

en la unidad y la diversidad,

sólo encontramos el espíritu del Alma y nada más.

Es la realización de este aspecto lo que constituye la esencia de todo saber.

La verdad es algo que cada uno ha de respetar bajo cualquier condición. La verdad no puede ser cambiada ni por argumentaciones, ni por comentarios, ni por discusiones. Así también, las eternas verdades que contiene el Vedanta, escritura sagrada, se manifestarán siempre como si no guardaran relación con ninguna religión, ni secta, ni comunidad en particular. El Vedanta representa la sabiduría última. Las palabras sabiduría y conocimiento no se refieren al conocimiento sobre las cosas materiales, sobre la música o sobre alguna rama en particular del saber, sino que representa el conocimiento de la Divinidad. Es el conocimiento y la sabiduría sobre el Alma, el que le será a uno de utilidad en la vida. Le es muy útil al hombre conocerse a sí mismo. No puede haber nada más útil que el conocimiento del propio "sí mismo". ¿Qué queremos decir con el conocimiento del propio "sí mismo"? Hablamos del conocimiento del Alma. Conocer el Alma y conocer al propio "sí mismo" representa el aspecto más útil de nuestro aprendizaje.

¿Qué es esta Alma? ¿Es idéntica al cuerpo de uno? ¿Es lo mismo que nuestra mente? ¿Es lo mismo que nuestra inteligencia? ¿Qué es el Alma? ¿Puede ser identificada con alguna de estas cosas?

Tenemos los ojos. Estos ojos miran el cuerpo y los varios órganos que lo componen. Es muy claro que los órganos que son vistos en el cuerpo y el ojo que ve, son muy distintos entre sí. El ojo no solamente ve el cuerpo y los órganos, sino que mira también hacia todo lo que nos rodea: la mesa, la casa y los alrededores. Resulta obvio que las cosas que son vistas son diferentes y distintas del ojo con que las estamos viendo.

Tenemos el fuego y ese fuego quema la materia. También da luz. Aquello que brilla y que quema es el fuego. El es distinto de la materia sobre la que brilla y a la que quema. ¿Quién es este individuo que mira esta materia que está siendo quemada y al fuego que la quema? Vemos claramente que lo que está siendo quemado es diferente de lo que quema. Esta es una mesa, éste es un vaso. Este es un pañuelo. ¿Qué es lo que hace manifiestas estas cosas y nos permite reconocerlas? Esta es una clase de luz. Este es un instrumento. Este instrumento para la luz brilla sobre estas diferentes cosas y nos las hace visibles. Al igual que en esta analogía, hemos de considerar al ojo como un instrumento. Si este ojo que es un órgano, es considerado como un instrumento, ¿cómo podríamos identificar este instrumento con el Alma? Lo dicho se aplica no solamente al ojo, sino también al oído que escucha, a la lengua que degusta, a la mano que trabaja, a la nariz que huele. Todos estos órganos han de ser considerados como instrumentos. Si todos estos órganos son tratados como instrumentos, ¿cómo podría ser que el cuerpo humano compuesto por ellos sea otra cosa que un instrumento?

Resulta claro entonces que ni los órganos ni el cuerpo humano pueden ser idénticos al Alma.

Ahora nos referiremos a la mente e inquiriremos si hay alguna posibilidad de identificarla con el Alma. Podemos ver que la mente no es más que un adminículo por medio del cual uno puede distinguir cosas y pensar. La mente no es más que un atado de deseos. La mente que tiene esta forma de atado de deseos no puede ser, entonces, identificada con el Alma.

Llegamos ahora a la inteligencia. Notaremos fácilmente que la inteligencia también es un instrumento, un instrumento que puede ser usado bajo el mando del Alma. Conocemos la naturaleza de la inteligencia. Supongamos que tenemos un cuchillo en la mano. Con este cuchillo intentamos cortar una fruta, pero podemos cortarla sólo cuando el cuchillo está afilado. Como en esta analogía, podemos considerar a la mente como un cuchillo y sólo cuando esta mente posea agudeza, la que puede referirse a la inteligencia, podemos hacer un uso adecuado de la misma.

Si ya hemos aceptado que la mente es un instrumento en sí misma y que la inteligencia junto a ella no es más que la calidad de la agudeza, al compararla con el cuchillo, ésta también tendría una calidad instrumental. ¿Podría ser que la inteligencia fuese otra cosa que una calidad? Si seguimos inquiriendo por este camino, se nos aclarará que la inteligencia también es como un instrumento.

El próximo paso lo constituye la vida. La vida o el aliento vital en nosotros tiene una característica tal que, si nos vamos a dormir durante la noche, pierde toda facultad incluso de descubrir si el aliento vital existe o no. La vida no sabe si nuestro cuerpo inhala o exhala. Debido a que todos los órganos sensoriales se han vuelto pasivos durante el dormir, no funcionan. En estas condiciones y junto con los órganos tampoco funciona esta cualidad de la vida. ¿Si el amo mismo no realiza trabajo alguno se mostrarán activos los sirvientes? De manera similar, cuando todos los órganos se han vuelto pasivos y no trabajan, ¿podría mantenerse activo el aliento vital? Esto nos muestra con claridad también que el aliento vital habrá de ser clasificado como un órgano más y que no es el Alma.

Entonces nos planteamos un interrogante: ¿Qué es el Alma? Esta Alma que está presente en cada uno, experimenta y vivencia al mundo con la asistencia de los órganos. Hasta en el estado del soñar, el Alma vivencia de manera muy sutil a la inteligencia y a la mente. La experiencia que vive el Alma tanto en el estado de vigilia como en el de soñar, también es posible en el estado de sueño profundo. Concluimos, por ende, que la calidad del Alma es tal que no cambia en ninguno de estos tres estados: el de vigilia, el de soñar y el de sueño profundo.

En nuestra descripción puede que estos tres estados tengan nombres diferentes y presenten aspectos distintos, pero en realidad, el Alma no cambia en ninguno de ellos. En los tres sigue siendo el mismo. Tomemos el ejemplo de un pequeño plato de plata. Si no nos gusta su forma, se lo podemos entregar a un orfebre para que lo transforme en una cuchara. Si después de un tiempo no nos gusta ésta podemos también cambiar su forma y convertirla en una taza. Primero era un platillo, luego se transformó en cuchara y después en una taza. Lo que ha cambiado es la forma y el nombre, pero la plata, que es la base para las tres formas, no ha variado.

De manera similar, el Alma (al igual que la base de la plata) se mantiene invariable a través de los tres estados de vigilia, de soñar y de sueño profundo. Es

importante reconocer esta verdad permanente de que el Alma no varía. Cuando hablamos del "yo", notamos que hay dos clases de "yo". En un sentido representa el reconocimiento de vuestra forma humana externa y del cuerpo. Este es el "yo" con el que experimentan el aspecto externo. Existe un segundo "yo" que se refiere al aspecto interno. Estos se relacionan con dos aspectos: el cuerpo y Brahman, el Eterno Absoluto, dentro del cuerpo. Entre estos dos extremos hay también un estado intermedio que es la identificación del "yo" con la conciencia en ustedes.

El decir que uno es idéntico con la conciencia del "yo" en el estado intermedio entre el cuerpo y Brahman es como hablar del estado de soñar. El decir "Yo soy el cuerpo" corresponde al estado de vigilia. El decir "Yo soy Brahman" corresponde al estado de sueño profundo. Las tres formas, el estado de vigilia, el de soñar y el de sueño profundo representan sólo formas diferentes que se le han dado al Alma invariable. Sin embargo, ellos son simples reflejos del Alma y no pueden ser identificados con ella.

Hay un estado que es superior a estos tres, al que se hace referencia como el estado de Turiya. Veamos un pequeño ejemplo. Miramos nuestro rostro en un espejo. Decimos que éste es nuestro rostro. Pero, estrictamente hablando, ese rostro no es idéntico con el propio. Lo que uno ve en el espejo es algo distinto y diferente de nuestro rostro. En la imagen, nuestro ojo derecho aparece como el ojo izquierdo y el izquierdo, como el derecho. No es posible establecer la identidad entre ambos rostros. La conclusión es que lo que se ve en el espejo es solamente una imagen y no uno mismo. La razón para esto es que el instrumento en el que uno se está viendo, el espejo, es algo diferente a uno. Aquí, aquel que ve es diferente de lo que se está viendo. Solamente cuando el que ve y lo que se está viendo son una sola y la misma cosa, se les puede llamar idénticos.

Cuando el "yo" se identifica con el Brahman en uno, viene a ser lo que uno ve desde el aspecto de Brahman. En esta descripción se encuentra la descripción del "sí mismo" como "yo". Esta descripción debería llegar a ser una desapegada descripción de vuestro "sí mismo" para que pueda producir la verdadera identidad. Debería ser un desprendimiento o desinterés en cuanto al "sí mismo". Eso es el verdadero "sí mismo". Cuando identifican vuestro "yo" con vuestro cuerpo, lo dicen con un ego en ustedes. Cuando lo identifican con el Brahman en ustedes, la identificación no será completa si lo expresan con un motivo egoísta. La verdadera identificación deberá situarse por encima del ego y del egoísmo.

En este contexto, el Alma ha de considerarse tan sólo como una conciencia testigo, ya que solamente así será verdadera. Ustedes no son más que un testigo. Ustedes, por medio de la ayuda de vuestros órganos y de vuestro cuerpo, están siendo testigos de todas las cosas en torno de ustedes. El Alma está presente por doquier. No hay lugar en el mundo en donde no haya Alma. Esta Alma omnipresente entra en un contenedor, una forma; y a través de este contenedor, el cuerpo humano, hace uso de ustedes.

Con el objeto de entender y de explicarse la verdadera naturaleza de este tipo de Alma, Rama, Lakshmana, Bharata y Satrughna fueron donde el Maestro Vasishta para discutirlo. Y la enseñanza que se encierra en esta exposición sobre el Alma se encuentra en "Las enseñanzas de Vasishta".

El primer paso o paso de la negación es decir que el Alma no es esto ni aquello, y así, vamos eliminando todas las comparaciones posibles. Fueron éstos los argumentos que utilizaron desde la niñez para discutir sobre la naturaleza del Alma, tanto entre ellos mismos como con el Maestro y todo lo que entregaron bajo esta forma al mundo es lo que se llama "Las enseñanzas de Vasishta".

Por esta vía fue que Rama, el Avatar, tomó a la Verdad como su base y, en este sentido, renunció al reino que le correspondía por derecho. Nunca tuvo aspiración alguna por reinar. Ramachandra hizo de la Verdad su fundamento y basó toda su acción en él. En este contexto es que se dice: "No existe un Deber diferente de la Verdad. Ni hay una Verdad que sea diferente al Deber".

Rama consideró a la Verdad y al Deber o Rectitud como los muros sobre los que fundó su base y también como las dos ruedas del carro de su vida. Proclamó que uno puede llevar adelante su vida en el mundo con Verdad y Rectitud. Es por eso que se le ha descripto como: "Rama es la encarnación del Deber". La forma de Rama es la Rectitud, su conducta es la Verdad. En esto, Rama, Lakshmana, Bharata y Satrughna pueden ser identificados con las cuatro metas de la vida humana: Rectitud, Prosperidad, Deseo, Liberación. Rama consideraba a cada uno de los cuatro como distinto. Tomó a la Rectitud como la base y a la Liberación como el destino final que hemos de alcanzar. Cuando tenemos una escalera para subir a una altura, ella descansa en el suelo como base y tiene una meta hasta la cual debemos subir. Descansa en el suelo de la Acción Correcta y trata de llegar hasta la parte alta de la mansión que es la Liberación. Entre estos dos puntos están los escalones de la Prosperidad y el Deseo. Estos escalones han de unirse ya sea con el Deber por un lado o con la Liberación por el otro. Expresándolo más simplemente, podría decirse que la Rectitud y la Prosperidad se unen para conformar una parte y el Deseo y la Liberación se unen para conformar la otra. Cuando se unen los primeros, podemos ver que a través de una vida recta uno puede adquirir la riqueza o se tiene la aspiración de adquirir riqueza por el bien del Deber. No sientan deseo por el mundo, no tengan el deseo de disfrutar el mundo, sino sientan el deseo por la Liberación. Todo lo que ganen o lo que logren deberá relacionarse con la Rectitud y todos vuestros deseos con la Liberación.

Cumpliendo con la promesa que le hiciera a Rama en la montaña de Chitrakoota, Bharata pasó su tiempo en la aldea de Nandigram. Ninguno de los habitantes de Ayodhya vio más a Bharata, ya que éste llevaba una vida de reclusión en la aldea de Nandigram. La razón para que lo hiciera es que hizo votos para seguir el tipo de vida que habría de llevar Ramachandra, vestir el mismo tipo de ropa que él llevara y alimentarse del mismo tipo de raíces y de frutas con que él se alimentara.

Después de vivir catorce años en la selva y después de haberle dado muerte a Ravana, Rama venía de regreso a Ayodhya junto a Lakshmana, Sugriva y varios otros acompañantes. En el camino, llegó a la ermita de Bharadwaja. Rama sabía muy bien de la agonía mental que estaba sufriendo Bharata. Sabía que si demoraba un poco más de los catorce años era probable que Bharata se inmolara en el fuego. De modo que envió a Hanuman para informarle a Bharata de su llegada inminente. Cuando Hanuman llegó a Nandigram y le informó a Bharata que Rama venía, éste no cupo en sí de alegría y cayó en éxtasis. Luego corrió a Ayodhya para hacer todos los

preparativos para recibir a Rama. Llamó a Sumanta y pidió su carro de guerra. Estacionó el carro en las afueras de Ayodhya y esperó con ansias la llegada de Rama.

Tan pronto como Rama, Sita y Lakshmana llegaron, Bharata fue a postrarse ante ellos llevado por su inmensa alegría. Luego abrazó a su hermano Rama, sintiéndose profundamente feliz. Hizo que Rama subiera a su carro y él mismo tomó las riendas para guiarlo. Cuando pasó con su carro por las calles de Ayodhya, los habitantes no sabían distinguir entre Bharata y Rama, debido a que Bharata vestía y llevaba el cabello atado del mismo modo que Ramachandra. Además, tanto el rostro de Rama como el de Bharata estaban igualmente radiantes. Sus cuerpos eran diferentes, pero sus ideas, sus pensamientos y sus puntos de vista eran idénticos. Bharata no hacía más que pensar en Rama y en pronunciar su nombre de continuo, de modo que la forma y el esplendor de Rama se habían integrado al cuerpo de Bharata.

Se dice: "Aquel que tenga el conocimiento de Brahman se hará idéntico a Brahman". Como Bharata pensaba continuamente en Rama, se había transformado en Rama. Los ciudadanos que venían a ponerle guirnaldas a Rama, no sabían distinguir entre El y Bharata. Le pusieron las guirnaldas a Bharata pensando que era Rama. Bharata era inteligente y enfrentó la situación indicándoles que pusieran las guirnaldas a su hermano y no a él. Pero era tan intensa su devoción por Rama que la gente seguía sin poderlos distinguir. Lo que hemos de notar aquí es que la devoción de Lakshmana era algo visible y palpable en todo momento. Lakshmana tenía atributos y cualidades, en tanto que Bharata carecía de atributos y de gunas (cualidades primarias de un ser consciente). En esto lo que tiene forma y lo sin forma son como las dos piernas. Les daré un pequeño ejemplo. Este es un cojín. Hay una tela que lo recubre. Dentro de la tela hay algodón. Hay algodón como relleno y hay algodón por fuera en forma de tela. La tela es la cualidad y tiene una forma. El algodón carece de cualidades. Podemos ver en esto que lo sin forma está contenido dentro de la forma. En la tela exterior está contenido el algodón. En lenguaje vedanta, podemos decir que la tela y el algodón son una y la misma cosa. Bharata demuestra esta simple verdad.

Así fue que todos llegaron a Ayodhya. Los ciudadanos estaban extremadamente contentos. Llevados por su felicidad, asearon todas las calles e hicieron todos los preparativos para la coronación de Rama. Al día siguiente Rama fue proclamado rey y Bharata fue proclamado yuvaraja. Terminadas las ceremonias, Rama y Lakshmana declararon que todo lo que habían hecho era para la prosperidad y la felicidad del pueblo. En esta situación, había un rey llamado Gandharva que le estaba causando inmensos problemas a los habitantes de dos ciudades del reino, Takshasila y Pushkalavati. Los habitantes se presentaron ante Rama y Lakshmana y describieron las dificultades por las que pasaban, rogándoles que hicieran algo por terminar con ellas. Bharata, sabiendo que la prosperidad y la felicidad del pueblo constituyen también la prosperidad y la felicidad del gobernante, los acompañó para ver la forma de terminar con los problemas.

Bharata desafió a este rey Gandharva y luchó denodadamente con él por siete días y, con la ayuda del nombre de Rama, terminó por vencerle. Después de derrotar a Gandharva, Bharata nominó a uno de los hijos de éste, Takshaka, rey de Thakshasila, y al segundo de sus hijos, Pushkala, rey de Pushkalavati. Retornó adonde estaba Rama

declarando que no quería nada más y que no tenía ambiciones. Indicó que sólo quería pasar el resto de sus días a los pies de Rama.

Tanto Lakshmana como Bharata eran de una condición tal que consideraban que sus vidas le pertenecían por entero a Rama y su única ambición era la de estar lo más cerca posible de El. Habían entregado sus vidas al servicio de Rama.

¡Encarnaciones del Alma Sagrada!: Es muy necesario que reconozcan el afecto que se muestran los hermanos en el poema épico Ramayana y lo sagrado que es este afecto. Los hermanos de Rama no mostraron en momento alguno algo de egoísmo. Con una actitud desinteresada consideraban que la mayor preocupación de sus vidas era el servicio al pueblo. Todas estas cualidades las habían adquirido gracias a su Maestro Vasishta e incluso desde su juventud se formaron para convertirse en seres ejemplares para otros en el mundo. Sólo cuando reconocemos y entendemos desde jóvenes la verdadera naturaleza de la Verdad y la Rectitud podemos sacar el mejor provecho de esta comprensión al madurar.

Esta edad vuestra es sagrada, y deben esforzarse por hacer que estas nociones se implanten en sus mentes. Sólo cuando un retoño crece derecho podrá elevarse derecho el árbol, pero si la planta se tuerce cuando es aún tierna, el árbol también crecerá torcido. ¿Cómo podríamos enderezarlo cuando se ha convertido en árbol? Ustedes son como retoños tiernos. Si pueden liberarse de toda desviación en esta etapa, pueden crecer para convertirse en rectos y útiles ciudadanos del país. Esta oportunidad se les ha abierto para darles la ocasión de hacerlo. En verdad, vuestro cuerpo es como el templo de Dios. Deben empeñarse en mantener este templo sagrado y limpio, y usarlo de la mejor manera posible. Van a convertir sus cuerpos en la morada para el Dios Eterno. Junto con vuestro cuerpo, habrán de mantener sagrada la mente.

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

D.D. pronunciado en los cursos de verano de 1977

Extraído del libro: Lluvias de verano, vol. IV



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