La solidaridad de los mexicanos maravilla y motiva tras el rudo terremoto en México
La furia y la destrucción del terremoto que azotó México el pasado 19 de septiembre han tenido en paralelo un movimiento magnífico, un flujo de solidaridad y generosidad singular de parte de la población mexicana.
El dolor por las muertes, al menos 220 personas según el conteo oficial, por los heridos y por la devastación material en la ciudad de México y en Morelos, Puebla, el Estado de México y Guerrero se ha sumado a la destrucción previa, por el terremoto del 7 de septiembre que golpeó a Oaxaca y Chiapas.
Pero son las acciones de enorme compromiso cívico, de ayuda generosa y decidida de voluntarios que han aportado su trabajo y sus posesiones, de entusiasmo desbordado de la población en apoyo de los afectados, lo constituye la parte luminosa, la esperanza de superar y alzarse de esta tragedia.
En ello se han dado múltiples historias. Algunas de enorme dramatismo, algunas de emotividad intensa, algunas de catarsis y otras de dolor y desasosiego.
Por ejemplo, cuando caía la noche el pasado 19 de septiembre –día de ominosa memoria, pues 32 años atrás, el 19 de septiembre de 1985, otro terremoto marcó para siempre la memoria colectiva de los mexicanos– los habitantes de la ciudad de México de hoy optaron por una singular forma de darse ánimo e impulsarse en las labores de ayuda. Voluntarios y rescatistas que trabajaban en el rescate de personas en uno de los edificios abatidos por el sismo en la capital mexicana comenzaron a cantar. La tonada y los versos de 'Cielito lindo' se alzaron en el aire junto a un ¡Viva México! .
Mientras, un drama desgarrador se ha estado desarrollando en el devastado Colegio Enrique Rébsamen, en el área de Coapa, al sur de la Ciudad de México. Allí, el dolor por la muerte de 21 niños y 4 adultos, estudiantes y profesores, se ha sumado la enorme esperanza de rescatar con vida a Frida, una niña de 7 años de edad atrapada bajo los escombros de su escuela.
A lo largo de toda la jornada se ha seguido con expectación los intentos de rescatarla, y las noticias de que quizá otros tres niños más estarían con ella dentro de los escombros de ese lugar ha intensificado la tarea de rescate, como informó El Universal. La información de que la pequeña Frida ha respondido a los llamados de los rescatistas, ha movido sus deditos y pedido agua mantiene viva la esperanza de que sea rescatada con vida, como se ha narrado también en periódicos como Milenio y La Jornada.
Es solo uno de numerosos casos: en muchos otros edificios se han logrado rescatar personas con vida, se han recuperado cuerpos de fallecidos y se sigue trabajando para lograr salvar a más atrapados. En tan solo un edificio colapsado en las calles de Salamanca y Oaxaca, en la céntrica colonia Roma, podría haber, para la tarde del miércoles 20 de septiembre, más de que unas 15 personas, y quizá hasta 40, estarían allí atrapadas mientras, afuera, personal militar, bomberos, paramédicos, rescatistas y voluntarios trabajan frenéticamente para tratar de ubicarlas y salvarlas.
Las imágenes de los rescatistas con el brazo en alto, señal para pedir total silencio para poder escuchar sonidos o voces que procedan de las personas atrapadas bajo los escombros, también han tenido un profundo simbolismo de lucha solidaria y unidad.
Y la intensidad de la respuesta ciudadana ha sido inmensa. Miles de personas se han volcado a ayudar como voluntarios, para con sus manos quitar rocas, transportar víveres y otros insumos, para mostrarse entre sí que los mexicanos siguen en pie.
Las redes sociales se han inundado de mensajes en los que se pide y ofrece ayuda, se revelan nombres de afectados y desaparecidos, se trata de organizar y serenar ánimos, se desmienten rumores y se repudian los abusos.
Por ejemplo, como se narró en BuzzFeed, algunos escribieron mensajes de aliento y solidaridad en productos donados, para que los afectados que los reciben sepan que están en la mente y en la acción de miles y miles de sus compatriotas: latas de comida con el mensaje "No están solos" y otros mensajes de fuerza y empatía escritos en ellas y en todo tipo de provisiones y suministros.
Y en Twitter, Facebook y otras plataformas se comenta con insistencia, por ejemplo, que otras regiones de México necesitan ayuda y tienen menos apoyo, por ejemplo comunidades en Morelos y en las afectadas por el sismo anterior en Oaxaca y Chiapas y se conmina a racionalizar y diversificar los apoyos. Se explica el tipo específico de ayuda y función, de conocimiento y esfuerzo que se necesita para que la actividad de los voluntarios sea ordenada (en ocasiones fue un tanto caótica e ineficiente) y para que la solidaridad de el máximo fruto.
La movilización ha sido de magnitud tan grande que muchos centros de acopio y edificios derrumbados pronto quedaron colmados de voluntarios y suministros, y debieron ser redirigidos a otras zonas en necesidad.
Algunas historias de heroísmo son notables. Por ejemplo, el conserje de una fábrica de textiles en el área centro de la ciudad de México, en las calles Bolívar y Chimalpopoca, sacó el mismo de allí a 25 personas y con habría evitado mayores pérdidas de vidas en ese edificio severamente devastado.
Y en una ciudad donde la movilización es difícil, sobre todo en las zonas más afectadas, iniciativas como Acopio en Bici, en el que ciclistas se han organizado para transportar suministros hasta las zonas de acopio y emergencia es un ejemplo de creatividad y acción efectiva.
Algunos incidentes despreciables, con todo, también han tenido lugar. Se reportaron cosas de sujetos que robaron a personas durante atascos viales en horas posteriores al terremoto y otros que, haciéndose pasar por inspectores, entraron en casas para robarlas. Casos deplorables que han sido rudamente repudiados en las redes sociales.
La emergencia continúa, aún se lucha por rescatar sobrevivientes de los escombros y, en paralelo, la asistencia a las personas heridas y las que perdieron sus hogares es crítica, y durará mucho tiempo, en la Ciudad de México y en el resto de las zonas afectadas por ambos sismos que también fueron muy afectadas y necesitan también asistencia urgente.
Restaurantes en muchos barrios han ofrecido comida gratis a voluntarios y personas afectadas y en ello han participado desde familias que generosamente han preparado comida en sus casas para ofrecerla a quien la necesite como cadenas de restaurantes que han abierto sus puertas y sus cocinas en apoyo.
La reconstrucción es también un camino que apenas comienza. La iniciativa #RevisaMiGrieta, por ejemplo, vincula a personas con conocimiento técnico en arquitectura e ingeniería con la población para realizar una evaluación inicial de daños en casas y edificios. Ciertamente una revisión presencial será también necesaria, pero se trata de una primera forma de obtener información básica y, en su caso, evacuar edificaciones que se encuentren en riesgo de derrumbarse.
La ayuda solidaria, activa y organizada se requerirá por mucho tiempo. Y en paralelo el deseo de ayudar es inmenso, en México y en el extranjero. Opciones para identificar cómo apoyar se difunden en el sitio Cómo ayudar, con datos para realizar donativos en dinero, en especie e información de zonas afectadas y para coordinar el trabajo de voluntarios.
México ha mostrado nuevamente su vitalidad y solidaridad y ese afán genera esperanza (el hashtag #FuerzaMexico, por ejemplo) y podría, debería ser, una fuerza para la transformación auspiciosa. Por ejemplo, hay un clamor creciente para que los miles y miles de millones de recursos públicos presupuestados para financiar las campañas de los partidos políticos en las elecciones de 2018, donde se elegirá al nuevo presidente y muchos otros cargos, se destinen mejor a la reconstrucción y la ayuda.
Habrá que ver si los políticos están a la noble altura del pueblo de México.
La furia y la destrucción del terremoto que azotó