El Amor de Dios
19 de Enero de 1986
Uno puede dominar todas las Escrituras y ser competente para enseñar el Vedanta; uno puede ser un gran gobernante viviendo en una hermosa mansión; uno puede ser un valiente héroe vencedor de sus enemigos; o puede ser una desdichada víctima de la pobreza y de la privación, pero si no tiene devoción su vida carece de significado.
Un sirviente que está lleno de amor por el Señor debe ser adorado hasta por encima del Supremo Señor del Universo.
Aquel que es nutrido por el néctar de la devoción no tendrá deseo alguno de otra cosa. El no ser afectado por la alegría o el dolor, la ganancia o la pérdida, la alabanza o la condena, el quedar firme y sin vacilación en su fe, ésa es la marca de la verdadera devoción. El afecto, el apego, el deseo son cualidades naturales en el hombre. Si estas cualidades van dirigidas hacia Dios y si la persona está continuamente dedicada a hacer buenas acciones, estas cualidades adquieren pureza y santidad. Entonces el hombre se vuelve no sólo una gran alma, sino que puede llegar a ser Divino.
El estado mental de un devoto El devoto está siempre consciente de que el universo es una manifestación de lo Divino y que está impregnado de lo Divino. Su vida se basa en el reconocimiento de la inmanencia de Dios en todo.
Este estado mental es llamado "unidad en el amor" (prema advaitam) fundada en el reconocimiento de la inmanencia de Dios en todo. Através de este amor, el devoto experimenta su unidad con lo Divino. Y al disfrutar de la bienaventuranza de esta experiencia, el devoto ni siquiera desea la liberación (moksha) de los nacimientos y muertes.
El amor constante por Dios lo es todo para él. Tal devoción se conoce como "devoción total al Uno y al Uno solo" (ananya bhakti).
Bhakti indica que el hombre necesita, además de los cuatro objetos de la vida (purusharthas) como son la rectitud (dharma), los buenos objetos materiales (artha), los buenos deseos (kama) y la liberación (moksha), un quinto objeto: la devoción a Dios. Adi Shankara caracterizó esa devoción como la marca de la sabiduría (jñana). No hay necesidad de quejarse por el hecho de que no se han podido realizar los ritos o formas de adoración prescriptos. La suprema devoción a lo Divino (Parama Bhakti) abarca dentro de sí todas las cualidades meritorias.
El Vedanta proclama que el Amor a Dios es igual a la Liberación (Moksha) Los Puranas consideran la liberación (moksha) como fusión con lo Divino. Pero la bienaventuranza que se experimenta por la constante contemplación de lo Divino por medio de la devoción no puede obtenerse ni siquiera fundiéndose con lo Divino. El Vedanta ha proclamado que el amor por Dios es igual a la liberación. El corazón del devoto, que está lleno de amor por Dios, es tierno y dulce. En algún momento todos tendrán que hacer de su corazón un verdadero santuario de amor por el Señor. Con el Señor inmerso en él, el devoto renuncia al deseo por la liberación. La devoción misma lo hará Uno con el Señor.
Cuando una gota de agua cae en el océano, alcanza la inmortalidad y la infinitud. Si sostienen una gota de agua en su palma, se evapora en unos pocos momentos. Pero cuando la unen con el océano, se vuelve ilimitada y una con el vasto océano. Sólo por medio del Amor puede realizarse la unión con lo Universal. Para un devoto que ha logrado tal unión con lo Eterno, todo aparece como lo Divino.
Las pastoras (gopikas) de Brindavan eran esta clase de devotas.
Experimentaban bienaventuranza Divina a través de su intensa devoción. Como un pez que no puede vivir fuera del agua, el devoto que está inmerso en el nectarino océano del amor Divino, no puede existir por un momento sin el amor de Dios. No puede disfrutar de ninguna otra cosa. Cada parte de su cuerpo está tan llena de amor por Dios que cada órgano encuentra su expresión en proclamar la gloria de Dios o hacerle algún servicio a Dios. Ésa era la devoción que las pastoras tenían por Krishna. Era algo más allá del intelecto y del poder de la razón. Krishna le explicó a Uddhava la verdadera naturaleza de la devoción de las gopis. Debido a que tal devoción no se puede someter a análisis intelectual, se desecha como fe ciega. La indagación intelectual no es capaz de explorar lo sutil; esto sólo puede conocerse por medio de la experiencia.
Desarrollen devoción firme por Dios Una pastora le preguntó una vez a Radha cómo se sentía cuando veía a Krishna, cómo respondía su corazón, qué transformación ocurría en ella y qué alegría experimentaba. Radha respondió: "El momento en que oigo la melodiosa flauta de Krishna, mi corazón se detiene, y me olvido de mí misma cuando sé que Krishna está llegando. Me pierdo en la música de Su flauta y no tengo conciencia de nada más. ¿Cómo puedo describirte mis sentimientos si estoy embriagada por la magia de Su melodía?".
El devoto embriagado por Dios no puede describir su bienaventurada experiencia en palabras. El que intenta expresarla, no tiene ninguna experiencia real de ella.
Aquellos que se consideran devotos deben reconocer la vasta diferencia entre su actitud estrecha y el carácter inefable de la verdadera devoción. Deben resolver dejar a un lado los mezquinos apegos y desarrollar una devoción firme por Dios como el principal objeto de su vida. Para este fin, la compañía de los buenos es esencial. Los buenos pensamientos son promovidos sólo por medio de la asociación con la gente buena. Esto significa que deben evitar el contacto con las personas malintencionadas y malvadas.
La asociación con las personas malignas hace de una persona buena una mala. Tenemos ejemplos clásicos de las dañinas consecuencias de la asociación con seres malvados: Kaikeyi, en el Ramayana y Dharmaraja en el Mahabharata son ejemplos de personas que sufrieron terriblemente debido a su asociación con individuos malintencionados (Manthara en el caso de Kaikeyi, y los Kauravas en el caso de Dharmaraja).
El amante de Dios renuncia a todo Todos deben esforzarse por llenar su corazón de verdadera devoción. La constante contemplación de la forma de Dios y la frecuente repetición del nombre del Señor son los medios por los cuales el corazón se llena de amor por Dios. Cuando siente este amor, el devoto está lleno de un éxtasis inefable. Fue debido a tal éxtasis que Kulasekhara Alwar, el santo real, exclamó: "¡Oh, Señor! La gente habla de la liberación como del medio para redimir la vida y librarse de los nacimientos y muertes. No pido tal redención. Yo estaré contento con amarte y servirte en innumerables vidas.
Permíteme amarte y servirte. Ésa es la única bendición que busco de Ti, no la liberación".
El universo está impregnado de amor. Es la encarnación de Vishnu. No hay nada en el cosmos, ningún lugar donde Él no esté presente. Considerar el universo como manifestación de Dios y experimentarlo como tal es la verdadera devoción. El sabio Narada fue el supremo exponente de esta doctrina. Él observó:
"El amante de Dios renuncia a todo; está supremamente contento, inmerso en la bienaventuranza del Ser. ¡Provéeme de tal amor, oh Señor!".
El hombre, hoy en día, se está comportando con menos gratitud que la que demuestran los pájaros, las bestias y hasta los árboles.
Es ingrato con sus padres, sus maestros, la sociedad y hasta con Dios. Hace gala de su apego a la verdad, rectitud, paz, amor y no violencia, pero no practica ninguna de ellas. ¿Por qué será? Es debido a su intenso egoísmo y preocupación por sus propios asuntos e intereses. Sólo cuando el hombre deponga su egoísmo podrá dirigir su mente hacia Dios. El amor por Dios disipará la ignorancia y el engreimiento del hombre, de la misma manera que el Sol disipa la bruma matutina. El corazón es el asiento del amor. Ese amor debe expresarse, en primer término, en el hogar. A partir de allí debe extenderse al propio pueblo o ciudad, después al propio estado, a la nación y finalmente al mundo entero.
La senda de la devoción es la senda del Amor Divino El amor debe expandirse desde el individuo al universo entero.
Debemos considerar el amor como Dios. Las diferentes formas atribuidas a Dios son producto de la fantasía. Pero el amor puede experimentarse directamente. Si se es teísta o ateo, mundano o renunciante, un yogui o un materialista, siempre se tendrá una alta consideración por el amor. El amor es la única forma por la cual todo el mundo está dispuesto a aceptar a Dios. El cultivo del amor y el logro del amor universal por medio del amor es la sublime senda del amor: es la senda de la devoción o bhakti.
Realizar a Brahman a través de la continua meditación en Él no es un camino que les gusta a todos. Por esto, los maestros espirituales como Ramanuja favorecieron la senda de la devoción, experimentaron ellos mismos la bienaventuranza que fluye del amor por Dios y propagaron el principio del amor como el medio más fácil de experimentar lo Divino. Hubo maestros que enfatizaron la senda de la acción (karma marga), la senda del conocimiento (jñana marga), los diferentes tipos de yoga y otros medios para realizar lo Divino.
Pero la corriente subyacente común que fluye a través de todos ellos es la senda de la devoción (bhakti marga), del amor Divino.
Esto es aceptado por todos ellos. El amor es Dios. El universo está impregnado de Dios. El ver a Dios en todo, el amar a todo como una manifestación de Dios y ofrecerle todo a Dios como una ofrenda de amor, éste es el camino del amor.
Unos verdaderos ejemplos de la senda de la devoción Las pastoras, el sabio Narada y el niño Prahlada son ejemplos supremos de la senda de la devoción. Prahlada significa "el que está lleno de infinito deleite". El deleite del cual Prahlada estaba lleno era el amor por Dios. Él veía a Dios en todo. Cuando su padre Hiranyakasipu le preguntó si Dios estaba en un pilar, él dijo que Dios sí estaba en el pilar. Hiranyakasipu golpeó el pilar y el Señor salió de él en la forma de Narasimha, el Hombre-león, para vindicar la fe de Prahlada en la omnipresencia de lo Divino.
Sin una fe firme en la omnipresencia de lo Divino, la devoción no tiene significado alguno. Al desarrollar fe, la devoción aumenta y le permite a uno afrontar todas las vicisitudes de la vida, con fortaleza y serenidad, viéndolas como designios de la providencia. Finalmente, la devoción centrada en Dios lleva a la unión con lo Divino. Hoy en día, la devoción comienza con el ritual matutino del yoga (una forma de adoración), progresa hacia el disfrute (bhoga) al mediodía, y termina con la enfermedad (roga) en la noche.
El Gita dice que la absorción en lo Divino es siempre la marca del yogui. Esto no puede lograrse de un salto, sino por la práctica constante.
La autorrealización es la meta. El amor es el medio. Es por medio del cultivo del amor que la vida puede encontrar su plenitud. Todos deben esforzarse por lograr esta plenitud, llenando esta aventura humana con la dulzura del amor y transformándola en una expresión de la Divinidad. Ésta es mi bendición para todos ustedes.
Discurso en Abbotsbury, Madrás, 19-1-1986.
La disciplina es importante en la vida. Los adiestra para enfrentar las decepciones. El camino de la vida tiene sus altibajos.
Cada rosa tiene una espina. Ahora la gente quiere rosas sin espinas. Esperan que la vida sea una sola saga de placeres sensorios, un picnic en todo momento. Cuando esto no sucede, se enojan y empiezan a culpar a otros.
—BABA
"La devoción (bhakti) es servicio a Hrishikesha (El Señor de los Sentidos)", se ha dicho. El servicio a Dios ha sido descripto como devoción o bhakti. El corazón del devoto se inunda de amor por el Señor, a través de la constante recordación y recitación de Su nombre. Como resultado de esta corriente de amor, surge la devoción.