SATHYA SAI ANANDAM
SATHYA SAI ANANDAM: EL GITA DE SAI BABA - CAPÍTULO XI. LA VERDADERA RENUNCIACIÓN SE ENFOCA EN DIOS, NO EN EL MUNDO

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viernes, 30 de agosto de 2024

EL GITA DE SAI BABA - CAPÍTULO XI. LA VERDADERA RENUNCIACIÓN SE ENFOCA EN DIOS, NO EN EL MUNDO

 

EL GITA DE SAI BABA

EL CAMINO DE LA AUTOREALIZACIÓN Y

LA LIBERACIÓN EN NUESTRA ERA

DIVINOS DISCURSOS

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Prashanti Nilayan

Compilado y editado por Al Drucker

CAPÍTULO XI. LA VERDADERA RENUNCIACIÓN SE ENFOCA EN DIOS, NO EN EL MUNDO

Si verdaderamente desean ver al Señor, la virtud más importante que tienen que lograr es el desapego. El desapego vuelca la visión hacia adentro; les permite revertir la mente para vivir en la contemplación de la belleza interior.

Encarnaciones del amor:

Una vez que reconozcan la falibilidad y fragilidad de los objetos mundanos, perderán el deseo de poseerlos. La mente es muy fuerte, pero voluble. Es también muy obstinada; siempre se empeña en salirse con la suya. Arjuna le pidió lamentosamente a Krsna que lo ayudara a controlar su mente, diciendo "Oh, Señor, la mente es poderosa y voluntariosa." A lo que Krsna le replicó: "Arjuna, si practicas el desapego podrás sin duda controlar tu mente."

El control de la mente

La mente se puede comparar a un álamo. Las hojas del álamo se agitan con viento y también en ausencia de viento. También la mente es inestable y fluctuante. Además de fluctuar, la mente es fuerte y obstinada. Imagina un elefante, por ejemplo. Es un animal muy fuerte, que también puede ser cruel. Sin embargo, mediante un acicate lo puedes meter en cintura. El caballo raramente está quieto. Constantemente mueve las patas, las orejas, la cabeza o la cola. Siendo inestable, avanza en una dirección, después en otra; pero con el freno lo puedes controlar y hacer que vaya en la dirección que deseen.

Otro ejemplo es el mono, que vaga de un lado a otro y es la imagen misma de la inestabilidad y la volubilidad. Mas, con entrenamiento, hasta un mono puede ser controlado. Por eso, así como el acicate puede meter en cintura al fuerte y cruel elefante, mediante el freno se puede controlar al nervioso y agitado caballo, y con entrenamiento se puede sujetar a un mono, del mismo modo la mente -poderosa y voluble- puede también ser controlada mediante la práctica constante del desapego.

 

El desapego

Desapegarse significa percatarse de la naturaleza temporal de las cosas, no permitiendo que la mente se apegue a ellas. Ello no significa que les tomen disgusto o repudio, necesariamente, sino tan solo que no se aferren a ellas. Renunciar a todas las cosas del mundo fenoménico no es posible, pero sí pueden renunciar a la posesividad y al sentido del "mío". Una vez que renuncien a ello, podrán continuar disfrutando de las cosas del mundo; sin que éstas les hagan daño.

En el mundo fenoménico, cada cosa, persona y objeto están sujetos a cambio. En el mundo existen seis tipos de cambio: nacer, crecer, madurar, desmejorar, declinar y morir. Estos son los cambios a los que están sujetas todas las cosas. Eludirse pensando que este mundo transitorio e imperecedero es perenne, y apegarte a él es una cosa sumamente tonta en verdad.

En el templo de Visnu verán estatuas y pinturas de Garuda, el águila. En el de Siva, encontrarán estatuas y pinturas de Nandi, la vaca. Y en el templo de Rama, percibirán que hay retratos de Hanuman, el mono. En estas imágenes, los seres mencionados: Nandi, Garuda y Hanuman, se posan a los pies del Señor y sólo tienen ojos para Él, ya no para el mundo. Ellos exhiben el único apego prudente: el apego al Señor, que es lo único permanente. Y muestran desapego por el mundo, que es transitorio. El mensaje de tales representaciones simbólicas es que no se ocupen mayormente de lo transitorio, y se enfoquen en lo imperecedero, que es el Señor.

Una vez que reconozcan la falibilidad de las cosas, y su transitoriedad e impermanencia, irán perdiendo el deseo de poseerlas. Existen múltiples historias que nos hablan de la magra gratificación o paz interior que los emperadores - individuos acaudalados que gozaban de todo tipo de lujos- obtenían de éstos. Para gozar de un poco de paz interior, se iban al bosque a hacer penitencia. Sólo así obtenían la satisfacción y solaz que tanto añoraban.

Hagan el mejor uso posible de cada cosa

El desapego significa algo más que sólo reconocer los defectos y fragilidad de las cosas transitorias. Ser desapegado implica también tener la capacidad de extraer lo más positivo de cada cosa. Deben de esforzarse en sacar el máximo provecho de las cosas y apreciarlas tal como son. No tiene caso fijarse nada más en lo limitado de los objetos y el malestar que ello provoca; deben de usarlos adecuadamente para cumplir con su deber en el mundo. Entonces obtendrán satisfacción de ellos. En un sentido amplio, el desapego consiste realmente en dejar atrás las penas mundanas, abrazando la dicha del Yo supremo. Renunciar a su familia, su esposa, sus hijos y propiedades e internarse en el bosque no es el verdadero desapego. Desapego significa reconocer la naturaleza deleznable de los objetos, reconociendo a la vez su potencial y lados positivos.

Cuando se meten en dificultades, sean físicas, mentales, financieras o de otro tipo, es posible que se sientan desapegados de lo que ocasiona el trastorno. Es natural. Imaginen por ejemplo que muere una persona y se llevan su cuerpo a incinerar al crematorio. Cuando vez una cosa tal, se desapegan del cuerpo en cierta forma, abrazando la filosofía de que el cuerpo tiene que disolverse en algún momento. Tal desapego es tan solo un sentimiento temporal, mas no se puede considerar verdadero desapego.

Otro ejemplo es cuando una madre da a luz a su primer bebé. Al no soportar el dolor, grita que querría mejor morir. No se trata de un verdadero desapego. En cuanto nace la criatura -una niña supongamos-, comienza a desear ahora tener al varoncito. Algo similar ocurre cuando a alguien no se le cumplen sus deseos. También aquí se desarrolla cierto tipo de desapego. Pero las anteriores no son más que actitudes temporales. El desapego permanente es muy distinto.

El desapego permanente es contundente en comparación con el desapego leve. Vamos a suponer que una persona haya decidido hacer peregrinaje a un santuario de la India, pero suele postergar cosas. Cuando se trata de algo bueno como ir de peregrinaje, a veces uno pospone. Pero si se trata de hacer algo malo, uno prefiere llevarlo a cabo sin pérdida de tiempo. Por lo general, las personas no ponen mucho empeño en hacer cosas buenas. Ello puede considerase desapego leve, ya que se deja para después la realización de buenas obras. Este tipo de conducta no los llevará a alcanzar su meta espiritual. El desapego cabal es el que se requiere para avanzar en el camino espiritual.

Harischandra y Buda

Si creen que una actividad es sagrada y puede ser benéfica, no la posterguen. Llévenla a la práctica de inmediato y procuren que sea con éxito. Es el camino real que transmite Buda. Una vez que Buda Gautama se percató de que el cuerpo era impermanente y que ninguno de los objetos mundanos era duradero, se dio a la busca de las verdades inmutables. Renunció a su familia y a su reino, y se internó en el bosque para conocer la realidad última.

Hubo otro gran gobernante con un alto sentido de sacrificio y desapego: Harischandra. Fue emperador pero por una serie de eventos desafortunados perdió todas sus posesiones, su reino, su esposa y sus hijos, pasando el resto de sus días como cuidador de un crematorio.

Un día, al comenzar Harischandra su jornada de trabajo en el crematorio, unos hombres trajeron el cadáver de un amigo que había sido rico. Lo tendieron, le prendieron fuego y se retiraron en seguida a sus casas. Cuando se incinera un cuerpo, usualmente se le coloca peso encima, de lo contrario, en cuanto recibe los lengüetazos del fuego se dobla aparentando quererse levantar, para luego quedar tendido de nuevo. Sólo Harischandra permaneció en el sitio aquel día. Ni los amigos ni los parientes del difunto se quedaron a cuidar el asunto. Harischandra se fue a traer más combustible para la pira. De pronto, vio que el cuerpo se erguía. Se llenó de sorpresa y se acercó para ver mejor.

Ya cerca vio que el cuerpo se volvía a quedar tendido. Por un instante, pensó que el sujeto aún estaba vivo, y que se había levantado para otear por sus familiares y amistades. Pero Harischandra se dio cuenta de que el fenómeno en las llamas no era sino ilusión que hacía parecer vivo al cadáver. Entonces pensó: "Así como creí en un momento dado que el cuerpo estaba vivo, he creído que el mundo era real. Mas no lo es; sólo da la impresión de serlo."

Harischandra lamentó que el cadáver de un hombre que había sido tan rico no fuera acompañado por sus familiares ni amigos hasta el último momento. Y reflexionó que sea cual fuere la posición o riqueza de un hombre, ni su mujer ni sus hijos conservan el apego una vez muerto. Como resultado de su experiencia, Harischandra desarrolló gran desapego hacia las cosas y formas mundanas.

Los apegos mundanos son como un veneno

Todos los días y en todo momento, las cosas del mundo están atravesando cambios. Éstos no son artificiales, ni imaginarios; son cambios naturales e inherentes a la naturaleza de las cosas. En cuanto reconocen que el mundo es el escenario para el cambio natural y continuo de las cosas, y que el cambio es parte de la naturaleza de los objetos mundanos, quedan libres de sufrimiento. Quienquiera que sepa que las víboras venenosas tienen colmillos que expelen una toxina letal, permanece a resguardo de ellas. Si ven acercarse a un escorpión con la colita levantada, listo para atacar, ¿no se echarían a correr? Sólo un niño inocente o un ignorante se acercarían a él, so peligro de recibir un aguijonazo y morir.

Ustedes hacen su mayor esfuerzo para evitar al bicho venenoso, porque saben cuán dañino es. Del mismo modo, harían su mayor esfuerzo para evitar los apegos del mundo si conocieran su letal naturaleza. El Señor enseñó en el Gita que, en lugar de sufrir los coletazos de apegarse para después ser desilusionados por el giro de cosas, sería mucho mejor desde el principio no apegarse a las cosas mundanas. Sin embargo, continúan haciendo planes y apegándose a las cosas para experimentar placeres temporales. Se agotan pensando y planeando - "¿debería de hacer esto, o mejor debería de hacer aquello? O bien, "mejor hago esto en lugar de aquello"-, y se involucran en mil proyectos y actividades. Sin embargo, pagarán las consecuencias en el futuro.

Las semillas plantadas que han plantado sus acciones madurarán y ustedes cosecharán el fruto. Si las semillas son de un tipo, no pueden pretender recoger frutos distintos. Sea lo que fuere a lo que se dediquen, recogerán los frutos a manera de guirnalda invisible colgada al cuello. Cuando llegan al mundo, no se les ve ninguna guirnalda. En su cuello no luce collar alguno de perlas ni gemas preciosas, ni una gargantilla de oro. Sin embargo, ahí está ciertamente la guirnalda, hecha de las consecuencias de acciones, realizadas en vidas precedentes. La guirnalda entregada por el Creador adorna su cuello, aunque no sea visible al ojo físico.

Quien reconoce la verdad de que cada acción traerá una consecuencia, emprenderá exclusivamente buenas acciones y pasará su vida realizando sólo actos que le reportarán buenas consecuencias. El Gita lo enseña como una práctica de suma importancia para el devoto. Ello los llevará ulteriormente a desarrollar indiferencia y desapego por las cosas del mundo. Como resultado, obtienen la auténtica sabiduría. He aquí un ejemplo que muestra la naturaleza ilusoria del mundo y el desapego que debería infundirles.

El sueño del rey Janaka

El rey Janaka se había vuelto todo un maestro en asuntos divinos. Lo llamaban "el rey sin cuerpo" pues había logrado trascender la conciencia corporal. Una noche, después de la cena, se hallaba discutiendo asuntos administrativos con sus secretarios, después de lo cual volvió a sus aposentos. Se le había dejado su alimento en el umbral de la puerta pero no lo tocó. Se relajó en un sofá mientras la reina le masajeaba los pies. Pronto se durmió. La reina les pidió a los lacayos que abandonaran el cuarto y no permitieran que nadie perturbase el sueño del rey, pues éste se hallaba muy cansado. Luego le echó una manta encima y bajó la intensidad de la luz, permaneciendo a su lado en silencio.

Un poco más tarde, el rey Janaka abrió los ojos repentinamente, se sentó, miró a su alrededor incrédulamente, y en tono peculiar preguntó: "Es esto real o aquello es lo real? ¿Es esto verdad o es aquello la verdad?" La reina se asustó ante tan rara pregunta. Intentó comprender exactamente lo que el rey preguntaba, pero él no respondía su indagatorio, sino seguía repitiendo "¿Es esta la verdad o la verdad es aquello?" La reina entonces mandó venir a los ministros, consejeros y oficiales del rey. Ya reunidos cuestionaron al rey: "Maharaja, ¿cuál es tu duda? ¿Qué exactamente deseas saber?" Pero el maharajá no les respondió. Al final, los ministros convocaron al sabio Vasistha a la corte. Éste le preguntó al rey "¿Qué es lo que te tiene preocupado?" A lo que el rey replicaba exactamente con la misma cuestión "¿Aquella es la verdad o esta es la verdad? ¿Es esta la realidad o aquella es la realidad?"

En ese momento, apareció un tigre y todos corrieron por sus vidas. El tigre devoró toda la comida. De nuevo, Janaka se encontró en el bosque, arrastrándose y gimiendo "Ay, qué hambre tengo. Me muero de hambre." Cuando despertó descubrió que se hallaba en un palacio, recostado en un sofá real al lado de la reina, con una bandeja de plata llena de suntuosas viandas y ricos bocadillos en la mesita contigua. Y continuó preguntando si él era el hambriento desdichado que mendigaba comida a los ladrones en un amenazante bosque, o si era el rey, dueño del suntuoso palacio rodeado de excelsos lujos. "¿Esto es verdad, o es aquello? ¿Es esto real, o lo otro es lo real?"

Maharishi Vasistha inmediatamente reconoció la confusión del rey y exclamó "Rey Janaka, ni el mendigo ni el emperador son reales. Sólo tú eres real. Tú, tú mismo eres la verdad. El 'tú' que está presente como conciencia pura en el sueño, haciendo el papel de mendigo, y también está presente en el estado de vigilia, en el papel de rey. El 'tú' que contempla ambos estados es tu verdadera realidad.

La vida en el día es un sueño diurno, en la noche es un sueño. Ambos escenarios son ilusiones. Están llenos de fallas y defectos porque cambian constantemente a otra cosa, de modo que no son reales. Sólo tú, que permaneces inmutable a través de cada estado mental, eres lo real, libre de cambio e impermanencia.

Lo anterior también está enfatizado en el Gita, donde Krsna señaló la crucial verdad de que el mundo está en constante cambio y que sólo el atma es real e inmutable.

 

La angustia de estar separados de Dios

El desapego no significa dejar su vida atrás para irse a vivir al bosque como renunciantes. Penitencia no es hacer contorsiones corporales y someterse a privaciones. Representa la intensa angustia de sentirse separados de Dios. Siempre que los aqueje la angustia de separación, donde quiera que estén, ya están haciendo penitencia. Todas las experiencias mundanas son una combinación de tres atributos: inercia o caos, acción o reacción, y ritmo o calma. La penitencia angustiante, con su ardiente deseo de ver a Dios, los lleva a un estado del ser que trasciende estas tres cualidades. Cuando lo alcanzan, experimentan gran serenidad y unidad de pensamiento, palabra y acción.

El pensamiento, la palabra y la acción causan el karma. Son los instrumentos de la acción. Es la unión de estos tres instrumentos de acción lo que se llama penitencia. Cuando se logra la unión, le sigue un estado inefable de dicha, que es la dicha del atma. De modo que la verdadera penitencia es el punto en el que los tres instrumentos de la acción se reúnen, y entonces experimentan la dulzura de su yo inmortal.

Escuchen el siguiente ejemplo. Todos los días disfrutan de los beneficios de la electricidad. Puede ser que en su recámara tengan un ventilador. El ventilador tiene tres aspas. Si rotaran en tres direcciones distintas, no producirían mayor brisa. Pero al rotar al unísono, como si se tratara de una sola aspa giratoria, producen una ráfaga de aire muy razonable. La agradable brisa sólo es posible cuando las tres aspas trabajan juntas, rotando como una sola. Del mismo modo, cuando los tres instrumentos de pensamiento, palabra y acción, se funden y trabajan como uno solo, es cuando disfrutan de la dicha verdadera.

En la analogía, su corazón se puede comparar al cuarto donde está el ventilador. Los tres instrumentos de acción se equiparan a las tres aspas del mismo. Su intelecto es el contacto de la electricidad. El poder espiritual, o energía que emana del ser supremo, puede equipararse a la energía que enciende el ventilador. Su práctica espiritual es lo que despierta su intelecto, por ello se asemeja a encender el interruptor. Cuando los tres instrumentos de acción trabajan en sintonía como las aspas giratorias del ventilador, su angustia se transforma en dicha. Es así como pueden convertir su fuerza de vida y su poder espiritual en dicha.

La verdadera renunciación vuelca su mente hacia Dios

Los humanos han olvidado cómo se hace penitencia. Cuando dejan que su atención divague por el mundo temporal y transitorio, su camino espiritual decae por inercia y estancamiento. Cuando concentran su atención y conciencia en lo permanente, que es Dios, están haciendo penitencia, y su espiritualidad da un gran paso adelante. Si una puerta se cierra y la quieren abrir, tienen que introducir la llave en el cerrojo y girarla a la derecha. Si giran la llave a la izquierda, el cerrojo permanecerá cerrado. Se trata del mismo candado y la misma llave. La diferencia radica en cómo giran la llave. Su corazón es el cerrojo y su mente, la llave. Si dirigen la mente a Dios, obtienen liberación. Si la dirigen hacia el mundo sensorial, permanecen aprisionados. Con la misma mente se liberan o se esclavizan.

La auténtica renunciación encauza su mente hacia Dios. Significa que retira su mente de otros lugares y la hace descansar en el ser permanente. Tal desapego y sacrificio tiene que transformarse en un sentimiento muy intenso. No deben de posponer su práctica para mañana, y al otro día, postergarla para el siguiente.

Imaginen que van a asistir a una boda; seguramente prepararían su ropa desde unos días antes de la ceremonia. O imaginen que van a ir al cine; en ese caso se arreglarían al momento. Hasta para salir a caminar, se alistan un poco, previamente. Y si no pueden ir al cine hoy, lo pueden dejar para mañana. Si no sales a caminar en este momento, pueden hacerlo en otro momento. Pero la agenda del Señor no puede ser pospuesta o cancelada. Siempre tienen que estar preparados para aceptar lo que venga. El tiempo no perdona; no sigue los pasos del hombre. El hombre debe seguir los pasos del tiempo. El tiempo corre constantemente, arrastrando todo a su paso.

El Gita enseña que pueden disfrutar las cosas del mundo, mas no deberán apegarse a ellas, pensando que les pertenecen. El desapego o renuncia es uno de los puntos esenciales de la filosofía espiritual contenida en el Gita.