SATHYA SAI ANANDAM
SATHYA SAI ANANDAM: EL GITA DE SAI BABA - CAPÍTULO V. ENCUENTREN A DIOS EN SU CORAZÓN

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jueves, 8 de agosto de 2024

EL GITA DE SAI BABA - CAPÍTULO V. ENCUENTREN A DIOS EN SU CORAZÓN

EL GITA DE SAI BABA

EL CAMINO DE LA AUTOREALIZACIÓN Y

LA LIBERACIÓN EN NUESTRA ERA

DIVINOS DISCURSOS

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Prashanti Nilayan

Compilado y editado por Al Drucker

CAPÍTULO V. ENCUENTREN A DIOS EN SU CORAZÓN


 

 

El Señor aseveró en el Gita: "Sólo cuando renuncien al egoísmo y al apego, y encaren la pena y la alegría con equidad, y practiquen la entereza en toda circunstancia, se volverán mis devotos y me serán muy caros."

Encarnaciones del amor:

Alcanzar la equidad y liberarse del apego y preocupación por su familia y por ustedes mismos, es muy difícil para los buscadores espirituales ordinarios. Para quien es cabeza de familia, la ecuanimidad y el desapego son casi imposibles. Logran adorar a Dios mediante las prácticas espirituales aprendidas, pero les resulta muy difícil destruir el ego y eliminar todo sentido del 'yo' y del 'mío'. ¿Por qué? Es muy difícil abandonar el ego mientras tomen su voluntad como distinta de la del Señor. Les vienen dudas, pero no se pueden entregar porque ven a las demás personas y al mundo como entidades separadas de Dios. Sólo cuando reconocen que Dios mora en cada persona, y está en todo lugar como una luz que brilla en el fondo de su corazón, podrán eliminar su egoísmo y rendirse por completo a Él. Una vez que reconozcan la unidad de Dios en todo, podrán seguirlo sin dificultad. Sepan que la refulgente presencia de Dios en cada ser también está presente en ustedes.

El Dios interno

Desde tiempo inmemorial, la gente se ha preguntado si existe o no existe Dios. Tan pronto se convenzan de que existe, el siguiente paso es ver cómo alcanzarlo. La cuestión de cómo llegar a Dios ha sido hoy como ayer un tema desconcertante para el hombre. Innumerables sabios hicieron grandes esfuerzos y empeñaron su saber y penitencias en encontrar la solución. Ellos revelaron dónde y cómo llegaron a conocer la existencia de Dios. Así hablaron al mundo:

·       "Ciudadanos, hemos logrado descubrir el principio trascendente que yace allende el mundo creado y visible. No lo podrán hallar en el mundo exterior ni en el espacio sideral, sino dentro de ustedes mismos. Él radica en su ojo interno, en su alma, en el centro de su sagrado ser interior. Ahí es donde mora el Dios bienaventurado."

El gran descubrimiento de los sabios fue que Dios mora en el cuerpo mismo. Es el ser imperecedero que mora en el cuerpo mortal. El cuerpo es cosa inerte que no se conoce a sí misma. El Gita llama de Dios al conocedor del cuerpo, que otorga conciencia al cuerpo. Deben de esforzarse por atravesar el velo de ignorancia que oculta su verdad, y descubrir al Señor inmortal que resplandece en el interior de su cuerpo mortal. No sólo están llamados a encontrar al Señor encarnado en ustedes y en las demás criaturas; también deben descubrirlo en cada cosa. Él es quien habita los cinco elementos: espacio, aire, fuego, agua y tierra. Es la base misma de todo lo creado.

Para encontrar un diamante deben de cavar la tierra. No lo hallarán colgando de un árbol. Tampoco hallarán el diamante más valioso -que es el Señor- expuesto allá afuera, a la vista. Apoyándose en la enseñanza de los seres elevados, tendrán que hacer un esfuerzo para encontrar a Dios dentro de ustedes mismos. El cuerpo no es una cosa ordinaria. Es el templo de Dios; es una carroza que porta al Señor. En el mundo -que puede considerarse un enorme pueblo- el Señor anda de un lugar a otro en esa carroza llamada 'cuerpo'.

Dentro del cuerpo sólo hay conciencia pura

Puesto que el cuerpo es el templo del Señor, no es correcto sentir indiferencia por él o descuidarlo, o bien usarlo de un modo incorrecto o vil. Deben de utilizar el cuerpo únicamente para actividades sagradas e inegoístas. Deben de cuidarlo y santificarlo ocupándolo en tareas venerables. No cabe duda de que el cuerpo es cosa inerte, mas en él reside el principio de la conciencia pura. Se puede comparar a una barca que ayuda al hombre a cruzar el océano de la existencia mundana. El cuerpo no es algo que hayas obtenido fácilmente; te lo ganaste tras incontables méritos y nacimientos con otras formas. Usarlo incorrectamente significa desperdiciar los méritos ganados en tus innumerables vidas pasadas.

Considérense inmensamente afortunados de haber nacido humanos en esta vida. Por ello, la sagrada barca en que viajan, debe de ser cuidada con esmero para poder cruzar a salvo el océano de la existencia mundana. Pueblan dicho océano amenazantes cocodrilos y criaturas terribles que podrían dañarlos. Los cocodrilos son los seis enemigos internos del hombre: lascivia, ira, avaricia, apego, soberbia y celos. Ellos habitan en todos los planos del inexpugnable mundo de la existencia.

El océano de la existencia mundana que alberga estas horrendas criaturas comprende el espectro de opuestos como la dicha y el sufrimiento, la atracción y la repulsión. Al navegar por el océano de la vida, resulta casi imposible determinar cuándo se estará contento y cuando se experimentará dolor. Rodeado de tantos cocodrilos, la única manera segura de llegar a feliz puerto es ver la unidad en todo. Tienen que creer firmemente en el principio divino de que el núcleo de Dios reside como flama viviente en todos y en todo. Cuando logren reconocer la presencia de Dios en cada ser, y vean la unidad en la diversidad, les será imposible odiar a nadie. Por eso el Gita comienza con la sentencia "no muestres odio a nadie".

La adoración ritual como los cantos sagrados y la recitación del nombre sagrado, que en un tiempo les fueron tan entrañables, les resultarán expresiones nimias una vez que reconozcan que Dios mora en su corazón. Mientras ignoran dicha verdad, las prácticas devocionales les parecen de lo más esencial para elevar el espíritu. Mientras no dominen el arte de nadar, tendrán que usar flotadores. Pero una vez que aprendan a nadar, no les serán necesarias las ayudas externas. Del mismo modo, las prácticas ritualísticas son apoyos útiles en tanto no comprenden el significado del Gita. Pero una vez que asimilan su dulce esencia, los rituales vienen a ser triviales.

Ve a Dios en todo

El capítulo sobre devoción del Gita describe las características que tornan a un devoto caro a Dios. Éste subraya que una vez que los seis enemigos del hombre son controlados, las virtudes florecen en él. ¿Se puede lograr con facilidad? Sí; pueden conquistar los seis enemigos internos con tan solo reconocer que Dios reside en los cinco elementos que penetran todo, y que es Él quien activa a toda criatura viviente. Mientras no lo reconozcan ni lo puedan experimentar, no encontrarán real satisfacción en nada de lo que hagan.

Si ponen sal en su boca, aunque beban dulce néctar, seguirán sintiendo el sabor de la sal. Primero tendrían que deshacerse de la sal, enjuagándose bien la boca para, en su lugar, degustar lo dulce. Cuando eliminen el sabor salado, podrán paladear la dulzura impoluta del jugo. De igual manera, sólo cuando logran conquistar al ego, removiendo la negatividad que enraizó en ustedes, pueden disfrutar de la dulce compasión, de la bondad del sacrificio, de la caridad, la empatía y el amor divino.

Para comenzar, intenten profundizar en lo que significa la verdadera devoción. Devoción significa estar totalmente absorbidos en el amor a Dios. Cuando desarrollan ésta y vuelcan todo su amor en Dios, lo que necesitan les es dado. Desarrollarán entonces la capacidad de sacrificarse por otros, y su amor se expandirá. El amor es el aliento de vida para cada humano. Sin amor no pueden vivir. El amor es una virtud sagrada. Como ya se mencionó - y un gran y antiguo sabio le comunicó a su mujer: "Todo el amor que sientes proviene realmente de tu yo supremo. El amor que hay en ti es realmente para tu yo supremo; no para los demás. "Pero, con frecuencia, debido a la ilusión, el amor sagrado destinado al atma, el yo único, es desviado hacia el cuerpo. El mundo entero sufre el mal de identificarse con el cuerpo.

Los males de la humanidad

Muchos de los momentos gratos de la vida no son sino el descanso que se experimenta cuando un padecimiento cesa. Ustedes sienten, por ejemplo, que comer es la gran cosa, pero tan sólo es una medicina que cura la enfermedad del hambre. Al administrar la medicina, la enfermedad se olvida temporalmente. Cocinan una amplia variedad de exquisitos platillos de lo más deliciosos, mas ese no es el principal objetivo por el que los ingieren. Como saben, los medicamentos a veces están mezclados con edulcorantes que los tornan más agradables. Del mismo modo, para curar el mal del hambre, ingieren una mezcla de alimentos, algunos de los cuales son muy gratos al paladar. En último análisis, la comida no es más que un tipo de medicamento que cura el mal del hambre. Después de la comida, los síntomas del mal desaparecen. De igual modo, cuando beben agua, los síntomas del mal de la sed son eliminados.

Ya mencionamos los seis enemigos internos del hombre: lujuria, ira, avaricia, apego, soberbia y celos. También podemos describirlos como: deseo, odio, posesividad, deslumbramiento, arrogancia y envidia. Son enfermedades profundamente enraizadas en el humano. Sólo mediante acciones que hacen las veces de medicamento se pueden contrarrestar, disminuir o eliminar dichas enfermedades. Toda su vida se han engañado pensando que estaban disfrutando diversos placeres, cuando en realidad lo que los tenía preocupados eran las posibles enfermedades. Hasta que no reconozcan que el residente del cuerpo es Dios, seguirán sufriendo dichos males.

Busquen al Señor dentro de su propio cuerpo

Toda práctica espiritual tiene que ser realizada con ayuda del cuerpo. La educación que tienen la obtuvieron necesariamente por intermedio del cuerpo. La magnificencia y grandeza de Dios la han aprendido gracias al cuerpo. Tomando el cuerpo como base, tienen que esforzarse a más no poder para descubrir al Señor dentro de él. No piensen que Dios vive en otro mundo. Él está presente en el cuerpo mismo. El pecado no proviene de un mundo distante; se deriva de las acciones realizadas en este cuerpo. Tanto su mérito como su demérito son el resultado de las acciones realizadas con el mismo cuerpo. Deben de indagar con ardor; realizar grandes esfuerzos para descubrir a Dios en ustedes.

Hasta que toquen a la puerta, el dueño de casa no les abrirá. Su misma madre les servirá la comida cuando se la pidan. Por lo tanto, tendrán que pedir y seguir pidiendo; tocar y seguir tocando, buscar y continuar buscando. Si buscan al Dios interno con perseverancia, lo encontrarán ciertamente. En un almacén lleno de mercancías, solamente podrán encontrar el objeto específico que desean, si buscan con mucho esmero. Si no se empeñan en la busqueda, jamás encontrarán lo que desean. Por eso se dice "El que busca, encuentra; el que persevera alcanza."

Tal vez sientan que has estado tocando la puerta durante mucho tiempo y nadie te ha abierto. Pero reflexionen ahora si han estado tocando a la puerta correcta. ¿Tocaron la puerta de la liberación o la del apego? ¿Tocaron la puerta de la morada de Dios o estuvieron tocando a la puerta del demonio? ¿A quién se suelen acercar? ¿En quién buscan refugio? ¿Le ruegan al misericordioso que vino en forma humana y lleva su propia vida como ejemplo para otros? ¿Le ruegan a la madre del universo? ¿Le piden alimento a ella, o se lo piden al demonio?

Puede ser incluso que estén mirando al Señor mas no estén procurando la divinidad en sí. Sin duda le rezan a Dios, pero le ruegan por insulseces materiales y bienestares mundanos. Tienen junto al árbol de los deseos, ¡y le piden café en polvo! Le deben de pedir el don de la trascendencia que los llevará a la dicha eterna.

Su devoción debe de acrecentarse y progresar, con la firme convicción de que Dios mora en tu propio cuerpo. Si desean buscar y descubrir al Señor que mora en ustedes, tienen que volcar su mirada hacia adentro. ¿Cómo deben de procurar al Señor? Tienen que llorar como el becerro muge por su madre, entreverada en la manada. Tienen que llorar como una mujer casta llora la muerte del marido. Tienen que llorar como la pareja sin hijos implora a Dios por un hijo. Así deben rogarle al Señor,con profundo ardor, añorando experimentarlo en su interior

Armoniza tus pensamientos, palabras y acciones

Pero hoy, casi todas sus oraciones se llenan de palabras pomposas, carentes de emoción. En la mente sólo llevan una cosa, pero con sus labios dicen otra. Sólo cuando sincronizan sus pensamientos con las palabras que emite su boca, éstas se trocan en oraciones y son efectivas. Después deben de llevar sus oraciones a la práctica. Una vez que su actividad cotidiana se coordina con sus pensamientos y sus palabras, sus oraciones se vuelven adoración. Una vez que alcanzan la unidad de pensamiento, palabra y acción, ustedes devienen un alma grande.

Deben de examinarse a sí mismos para verificar si están siguiendo el camino de la armonía de pensamiento, palabra y acción. Cuando se observan a sí mismos con honestidad, reparan en que la mayor parte del tiempo su pensamiento, palabras y acciones se disparan en diversas direcciones, y no existe unidad entre ellas. Cuando sus pensamientos, palabras y acciones son disímbolos, ustedes adquieren las características de un demonio, no de un santo. Su falta de armonía no los beneficia en nada, ni los hace caros ante el Señor.

Tolerancia: la virtud espiritual fundamental

Según los pensamientos que abriguen, éstos atraerán el resultado que les corresponda. Sientan lo que sientan, su sentimiento se reflejará en su forma de hablar y proceder. En primer lugar, deben de aplicarse a purificar sus sentimientos, hacer que su amor sea puro. Para lograrlo deben de desarrollar tolerancia, lo que implica tener serenidad, paciencia y autocontrol bajo cualquier circunstancia, y hacer el bien a todos, incluyendo a quienes los han dañado. Éste es el aspecto más encomiable de la tolerancia. Ella equivale a la verdad misma; es la base de la rectitud, y la esencia de la antigua sabiduría. La tolerancia es la No Violencia llevada a la práctica; es el contento, la compasión. En verdad, la tolerancia representa todo en todos los mundos. Sólo cuando alcancen paciencia y tolerancia podrán ganarse al Señor.

Al perder su temple, se agitan por insignificancias. El enojo y el mal carácter son peligrosos. Son capaces de arruinar su vida. Si albergan ira, no podrán lograr nada que valga la pena. Los demás los verán con enojo y repudio. Perderán su patrimonio. Los honores que hayan recibido se convertirán en cenizas. La ira los separará de su gente más cercana. Por ira la gente lo pierde todo y su vida se vuelve estéril. Por ello, en el Gita, Krsna enseñó el amor y la necesidad de cultivarlo en lugar de dar rienda suelta al odio, los celos, la ira y las demás emociones negativas.

 

El amor no conoce el odio
El amor carece de ego
ísmo
El amor es ajeno a la ira
El amor no toma, s
ólo da
El amor es Dios.

Solamente pueden experimentar a Dios a través del amor.

Si desean llegar a Dios, tienen que desarrollar amor. Sólo a través de él podrán experimentar al que es el amor mismo.

Para ver la luna no necesitan la luz de una vela o de una antorcha. La luz propia de la luna bastará para poder verla. Si desean ver a Dios, sólo tienen que llenarse de amor. Si se llenan de amor, se ganarán a Dios. Mas, mientras el amor no esté firmemente instalado en ustedes, necesitarán de prácticas espirituales tales como cantos devocionales, la repetición del nombre, y otras. Una vez que el amor puro haya enraizado en ustedes, toda práctica espiritual carecerá de sentido.

Aunque la luna brille intensamente, no podrán verla si mantienen los ojos cerrados. De igual manera, si sus ojos están cerrados a la presencia de Dios en ustedes, las buenas acciones y los ejercicios espirituales los ayudarán a abrirlos y a aclarar su visión para que puedan experimentar al Señor. Ésta es la principal enseñanza de Krsna en el Gita.

Cuando sólo presten oídos a palabras elevadas, las entiendan claramente y aun las practiquen, podrán alcanzar su meta espiritual. Aparten un lapso de al menos una hora al día para estudiar las enseñanzas e incorporarlas a su actividad cotidiana. Estarán empleando su tiempo sabia y santamente.