SATHYA SAI ANANDAM
SATHYA SAI ANANDAM: EL GITA DE SAI BABA - CAPÍTULO XIV. RECUERDEN A DIOS. OLVIDEN EL MUNDO

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miércoles, 11 de septiembre de 2024

EL GITA DE SAI BABA - CAPÍTULO XIV. RECUERDEN A DIOS. OLVIDEN EL MUNDO

 

EL GITA DE SAI BABA

EL CAMINO DE LA AUTOREALIZACIÓN Y

LA LIBERACIÓN EN NUESTRA ERA

DIVINOS DISCURSOS

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Prashanti Nilayan

Compilado y editado por Al Drucker

CAPÍTULO XIV. RECUERDEN A DIOS. OLVIDEN EL MUNDO

De todas las cosas preciadas que hay en el mundo, el tiempo es lo más precioso. Pongan atención a cómo están gastando su preciado tiempo. Su principal deber como seres humanos es ofrecer su cuerpo, su trabajo y su tiempo al Señor, que es la propia encarnación del tiempo.

Encarnaciones del amor:

En ocasiones, es posible recuperar con medicamentos la salud perdida o desmejorada. Pero el tiempo perdido se perdió para siempre y no hay manera de recuperarlo para volverlo a usar. Deben de hacer su mayor esfuerzo para emplear su precioso tiempo santamente. El tiempo es infinito, dura toda la eternidad. Pero el tiempo que les fue asignado es una microscópica fracción de aquél. Muchos de ustedes desperdician sus vidas creyendo que el mundo fenoménico es real. En consecuencia, emplean su tiempo limitado en gozar los placeres del mundo. Si reflexionan por un momento acerca de qué han logrado y en qué han empleado su invaluable tiempo, se darán cuenta con pesar de que lo han desperdiciado por completo.

Descubran quiénes son realmente

Lloran cuando nacen porque has venido al mundo sin saber quiénes son y por qué están aquí. Su llanto es la angustiosa súplica por descubrirlo: "¿Quién soy?" Si desperdician su vida entera en lo físico, ¿cuándo van a poder comprender quiénes son realmente? Su vida entraña un significado mucho más profundo que atender el cuerpo. Tienen que comenzar su vida preguntándose "¿Quién soy?" Y deberían de terminarla exclamando "¡Yo soy eso! ¡Soy Dios!" Tienen que reconocer que ustedes son la divinidad y finalizar su vida en la paz suprema que es su realidad. Desafortunadamente, la mayoría sólo presta atención a los satisfactores mundanos, y se conforman con placeres inmediatos, sin pensar en las consecuencias.

Cuando una rana ve moscas o lombrices frente a ella, se entusiasma tanto que le gustaría abalanzarse sobre ellas y tragarlas enteras. Mas, atrás de la rana está una culebra agazapada, lista para atraparla y engullirla. La culebra se alegra de haber encontrado su comida en forma de rana, la cual por el momento está entretenida con su propia satisfacción.


 

La culebra ignora que hay un halcón alistándose para caer en picada sobre ella y atraparla con sus garras. El halcón está tan emocionado con la idea de cazar y comerse a la inadvertida culebra, que no se percata de que hay un hombre escondido entre los matorrales, listo para dispararle.

Ustedes también están tan entretenidos en satisfacer sus deseos y regodearse en los placeres por venir, que pierden de vista lo que los está acechando por detrás, a punto de abalanzarse sobre ustedes. Pierden su tiempo, sin empacho de los daños que pueden sobrevenirles en el futuro. No pueden conocer la hora, el lugar ni las circunstancias en que el peligro los podría asaltar. Por ello, tienen que santificar el tiempo del que disponen ahora y emplearlo adecuadamente, reconociendo que es precioso, e incluso sagrado.

La juventud es el periodo más precioso de la vida

Puede ser que tengan la capacidad de gastar millones de dólares en comprar lo que les venga en gana, más el tiempo perdido no se compra con nada. La juventud es el periodo más precioso y sagrado de la vida humana. Les brinda la excelsa oportunidad de emplear adecuadamente su tiempo y santificar su vida. El tiempo de juventud es como el agua de un río: corre y no se recupera jamás. La juventud tendría que reconocerlo. Empleen su tiempo adecuadamente, y sentirán gran satisfacción en la vida. Tomen plena conciencia de todos los aspectos que entraña el tiempo. Dense cuenta de cuán importante es. Anticipen lo que pueda ocurrir en el futuro y mantengan la mira en su meta, constantemente.

En el capítulo sobre devoción del Gita se dice que el tiempo es el elemento más importante de la vida, y que se debe de usar con sabiduría. El tiempo debería de emplearse para alcanzar a Dios. El Maestro divino enseñó en el Gita que aunque no se hayan desapegado de los objetos mundanos, si mantienen la imagen del Señor constantemente en su conciencia, y realizan su trabajo y sus deberes como adoración, ofreciéndoselo todo al Señor, tendrán una vida llena de beatitud.

Krsna le dijo a Arjuna: "¡Haz tu deber, Arjuna! Si tienes que luchar, lucha. Pero lucha pensando en mí; entonces no incurrirás en pecado. Si me ofreces tu todo y me instalas firmemente en tu corazón, no sufrirás las consecuencias de tus acciones. No se te está pidiendo que te vayas al bosque a hacer penitencia y abandones todo. No tienes que abandonar a tu familia, a tu esposa ni tus propiedades. Veas lo que veas, digas lo que digas, oigas lo que oigas, hagas lo que hagas, hazlo como parte de mi trabajo, y ofrécemelo. Ofréceme tu mente y tu inteligencia por completo. Es la manera correcta de santificar tu tiempo. Si llevas tu vida de esta manera, ¡te aseguro que estarás salvado!"

Desarrollen confianza en ustedes mismos y una firme determinación

Por desgracia, hoy en día no se ve en la gente la capacidad de renunciación: firme propósito, fe, compromiso profundo, y voluntad de ofrecer la mente y el intelecto por completo a Dios. La visión de la mayoría de la gente no está cimentada en la fe. Deben de cultivar la firme fe.

 

No pueden saber qué tipo de vida les espera en el futuro, ni en qué circunstancias o en qué lugar se encontrarán mañana.

Nadie lo sabe más que el Señor. Si le ofrecen su todo, Él los protegerá en cualquier circunstancia. Tal nivel de renunciación requiere de gran confianza en sí mismos y de visión clara. Sea cual fuere su trabajo, deben de cultivar la determinación y una firme voluntad. Sin ello, no podrán lograr ni las cosas más simples.

Una pajarita puso sus huevos en la orilla del mar. Quería tener una vida cómoda. Las olas azotaron la orilla muchas veces, barriendo sus huevos. La pajarita se desanimó y casi desesperó porque cada que ponía sus huevos, el mar se los llevaba. Al tiempo, acabó sintiéndose muy molesta contra el mar. ¿Y qué podría hacerle una pajarita al inmenso mar? Ustedes pensarán. Pero ella no dudó de sí, ni se vio como una vulnerable pajarita enfrentando el gigantesco mar. Con férrea voluntad, decidió vaciar las aguas del océano. Esa fue su decisión y a ella se aferró con toda determinación. Noche y día se paraba en la orilla del mar, sorbía tantita agua en su piquito y la aventaba tras una colina aledaña. Gota a gota, determinó vaciar el océano, poniendo su fe en que al final lograría doblegarlo.

Cuando se percató de que solita no llegaría lejos, pidió ayuda a Garuda, el águila, vehículo del Señor Visnu y dotada de poderes. Por intermediación de Garuda, pudo ganarse la gracia del Señor Visnu. Entonces, el océano se asustó y humildemente le pidió disculpas a la pajarita, y le aseguró que esta vez no destruiría sus huevos con su oleaje, y le aseguró que podría anidar con toda confianza en la orilla. ¡Tan pequeña la pajarita y tan grande el mar! Ustedes suelen considerarse muy pequeños, mas no se desesperen ni pierdan la esperanza. No se desanimen creyéndose insignificantes ante Dios, a quien ven como infinito y poderoso.

Quizás piensen "¿Y por qué habría Dios de molestarse en prestarme atención? ¿Con qué podría yo agradarlo, cuando todo el cosmos le pertenece? Si ni siquiera los ángeles ni los seres divinos pueden verlo, ¿cómo podría yo contemplar su forma?" Pensamientos de desdén y no reconocimiento hacia ustedes mismos les impedirán llegar lejos. Mientras piensen de esta manera, no podrán obtener la gracia del Señor ni estarán realmente aptos para servirle. No se permitan tales raptos de fragilidad. Deben de instalar al Señor en su corazón y decirle: "¡Amado Señor! Sé que resides en el Universo, pero también en mi corazón. Te mantendré firmemente en mí con todas mis fuerzas. Es verdad que eres lo más grande entre lo grande. Mas también eres lo más pequeño entre lo pequeño. En tu forma reducida, moras siempre en mi corazón". Si cultivan la fe en ustedes mismos, y una voluntad firme de albergar a Dios en su corazón, ciertamente lo alcanzarán y, por ende, obtendrán todo su poder.

El nacimiento es penoso, la vida es penosa y la muerte es penosa

Gautama Buda alcanzó el estado de iluminación a base de voluntad y duras penitencias. Un día, al enterarse de que su hijo estaba mendigando, el padre de Buda le envió el siguiente recado: "Ay hijo mío, tu abuelo fue rey, tu padre es rey y tú también lo eres. Me enteré de que aun siendo rey de alto linaje estás mendigando por comida. No faltan propiedades ni riquezas en el reino. Sobran los lujos. Puedes tener lo que quieras. No sabes cómo sufro al saber que, pudiendo disfrutar de todas las comodidades en palacio, te has dado a la mendicidad, durmiendo sobre el yermo suelo, viviendo la desdichada vida de un limosnero. Por favor, vuelve a palacio. Te ofreceré una bienvenida y dispondré todo para tu retorno. El reino te pertenecerá".

Buda escuchó el mensaje de su padre con total desapego y le habló así al mensajero: "Por favor dile al rey que en efecto mi abuelo era rey; mi padre es rey, y también yo lo soy. Pero renuncié a este mundo y creo que mis verdaderos padres son renunciantes, así como mis verdaderos ancestros. Si realmente deseas que vuelva a ti, deberás contestarme las siguientes preguntas: ¿Puedes tú salvarme de la muerte? ¿Puedes alejar la enfermedad de mí y preservar mi salud? ¿Puedes evitar que yo envejezca y me dobleguen los achaques? ¿Tienes la capacidad de librarme de estos males? Si puedes responder a mis preguntas, volveré de inmediato a palacio".

Buda observó que el nacimiento es penoso, la vida es penosa y el final de esta también lo es. Respondió a su padre de la forma correcta. Tras contemplar las penurias de la vida y ver el sufrimiento de tanta gente, se negó a continuar atrapado en la ignorancia y la ilusión, lo que habría sido muy necio de su parte. La vida de Buda les puede servir de lección. En el limitado tiempo que se les ha dado, deben descubrir su verdadera naturaleza. Éste es el verdadero objetivo de la vida humana. Su cuerpo se compone de cinco elementos, que algún día habrán de fenecer. El que mora en su cuerpo es la única entidad eterna. Cuando indaguen la verdad, descubrirán que no existe tal cosa como la vejez ni la muerte para el morador interno. Cuando puedan comprender que dicho morador interno -que es su propia naturaleza- es la divinidad misma en todo su esplendor, conocerán la verdad y disfrutarán de infinita paz.

El recipiente y el conocedor del recipiente

Otra manera en que el divino Maestro explicó el asunto del cuerpo y el morador interno fue en términos de: el recipiente y el conocedor del recipiente. Se entiende por conocedor una persona consciente y dotada del más alto conocimiento, mientras que el recipiente carece de conciencia y de conocimiento. ¿Cuál es ese recipiente despojado de conocimiento elevado? El cuerpo, con sus aspectos bastos y sus aspectos sutiles, que es la morada del Señor. Sepan que el Señor - poseedor de todo conocimiento y sabiduría- reside en el cuerpo. Su residencia está aquí en la Tierra.

En la vida diaria, se refieren a su cuerpo como "mi cuerpo". Lo que dan a entender con ello es que ustedes no son el cuerpo, sino que el cuerpo es suyo; les pertenece. De igual modo, el morador interno sabe que no es el recinto, sino que el recinto le pertenece. Cuando afirman "esto es mío", están declarando que ustedes y el objeto son distintos. Cuando aseveran "este es mi pañuelo", están señalando que hay una separación entre ustedes y el pañuelo, que el pañuelo es diferente de ustedes. Cuando afirman "éste es mi cuerpo", significa que ustedes son diferentes del cuerpo. Del mismo modo, cuando el Señor declara que el recipiente es suyo, es libre de deshacerse de él en el momento que guste.

El cuerpo les es dado para que descubran quiénes son realmente, para que reconozcan al morador interno. Sin el cuerpo, no podrían conocerlo; no podrían realizar ninguna actividad ni seguir ningún camino espiritual. Todo el trabajo que llevan a cabo -mundano o espiritual-sólo es posible con ayuda del cuerpo. El cuerpo consiste de 20 principios; éstos son: los cinco órganos de la percepción, los cinco órganos de actividad, los cinco alientos vitales, y las cinco envolturas. Si a éstos le agregan la mente básica, la capacidad para discriminar, el asiento de las emociones y memoria del corazón, el ego y el yo interno, hacen un total de 25 principios que componen a un individuo. Poseer dicho conocimiento sobre el cuerpo y sobre el espíritu que lo habita constituyen el camino de la sabiduría.

El mundo es ilusión

Tontos son los que nacen en la ilusión y crecen en la ilusión, sin reconocer su naturaleza ilusoria. El mundo entero es ilusión, los apegos son ilusión, la vida familiar es ilusión, la muerte es ilusión, todo lo que ves y lo que piensas es ilusión. La vida misma es una ilusión. ¿Dónde quedaron aquellos reyes y emperadores que se sentían tan ufanos de sus conquistas? Todos ellos fueron sepultados bajo el peso del tiempo. Los días, meses, años y eras se funden unas en las otras. El tiempo es fluir continuo, y en este fluir todo y todos - personas y objetos- son barridos. Algo que está siendo barrido por el tiempo no puede volverse el sostén de otra cosa que también está siendo barrida.

¿Quién puede salvar a quién? La única entidad permanente que no se esfuma con el tiempo y que puede cuidar de todo es el Señor. Sólo Él puede cuidar de todos. Él es el cauce estable del interminable río del tiempo. Agárrense de Él. Ese es el secreto de la vida. Ese es el sello del humano verdadero. Crean en el Señor y no crean en el mundo, es el modo correcto de vivir su vida y disfrutarla. Recuerden siempre estos tres principios:

·       En primer lugar: no se olviden del Señor,

·       en segundo lugar: no crean en el mundo,

·       y, en tercer lugar: no teman a la muerte

Estos son los tres principios rectores para toda la humanidad.

En el Gita encontrarán los 64 atributos de un devoto verdadero. Es imposible que un individuo los posea todos. Si pueden practicar uno o dos de ellos, con eso basta. Pongan su fe en el Señor. Cuando desarrollen una profunda fe, no necesitarán nada más. Puede haber 50 cerillos en una caja. Si necesitan fuego, con uno solo que enciendan será suficiente. No necesitan encender los 50 fósforos. De igual modo, si existen 64 atributos, con uno solo que practiquen a la perfección será suficiente. El atributo más importante es el amor desinteresado. Swami ha dicho a menudo: "El amor es Dios; Dios es amor". Si viven en amor y se sumergen en la divinidad, el Señor cuidará de todos sus asuntos. Krsna le advirtió a Arjuna: "Cuando tengas total fe en mí, tu devoción sea completa, y dejes todo por mí, me serás muy caro."

 

Los cuatro tipos de devotos

La verdadera devoción no nada más consiste en realizar rituales como entonar cantos sagrados, repetir conjuros, hacer oraciones comunitarias o personales, o sentarse a meditar. La devoción consiste en poner fe inquebrantable en el Señor. Hay cuatro tipos de devotos: los que buscan gracias que aligeren su sufrimiento; los que buscan bendiciones para tener una vida plena y dichosa; los que se cuestionan sobre el significado profundo de la vida, y los conocedores de la más alta sabiduría.

El primer tipo le reza al Señor cuando está en dificultades o atravesando un trance difícil. Sólo entonces se acuerda del Señor para adorarlo.

El segundo tipo es el que implora al Señor por riqueza, posición y poder. Le ruega al Señor le dé progenie y larga vida, y sueña con poseer casas, propiedades, ganado, oro, joyas y cosas por el estilo para servir a sus semejantes. La mayoría de las personas procuran bienes mundanos, sin darse cuenta de que la verdadera riqueza es la sabiduría; la posesión más valiosa es el carácter noble, y la joya más preciada es estar inmerso en el amor de Dios. Ellos están deseosos de objetos mundanos, mas no comprenden el significado sutil y profundo de estas riquezas externas.

El tercer tipo de devotos siempre indagan acerca de la verdad. Constantemente se preguntan dónde está Dios, quién es Dios, cómo puede alcanzar a Dios, cuál es su relación con Dios, quiénes realmente son ellos. Al ingresar en esta etapa dan rienda a su indagatoria a fin de obtener conocimiento espiritual. En primer lugar, deben de responderse ¿Quién soy? ¿De dónde viene el mundo? ¿Cuál es mi meta? Se preguntan sobre estos temas e intentan comprenderlos mejor. Se acercan a personas elevadas, escuchan sus enseñanzas, los sirven, y estudian las escrituras sagradas. En el proceso, el conocimiento indirecto se vuelve directo, ya que las enseñanzas recibidas se pasan a formar parte de su experiencia interna.

Finalmente, una vez que han hecho suyas las enseñanzas, dejan atrás dicha etapa para volverse el cuarto tipo de devotos: los conocedores de la verdad, los poseedores de la sabiduría interna. Tal es auténtico conocimiento espiritual, trascendente, que alude a la experiencia de la unidad, la contemplación del Uno sin segundo.

Fijarse sólo en las cosas externas puede causarles infinito pesar. Si basan sus experiencias exclusivamente en el conocimiento mundano inevitablemente los aquejarán las reacciones que resultan de dicho conocimiento. Imagínense que dan un golpe sobre la mesa con cierta altanería. Pueden jactarse de haberle dado un trancazo, lo que seguramente le habrá dolido. Mas, para su decepción, al instante descubren que el objeto también los golpeó a ustedes con exactamente la misma intensidad, resultando igualmente lastimados por él. En el conocimiento mundano siempre encontrarán este tipo de respuestas. Hagan lo que hagan, se les devolverá; digan lo que digan, les resonará; piensen lo que piensen, se les reflejará. Todo en el mundo trae aparejada una reacción, una resonancia, un reflejo.

Mas en el reino espiritual no existe reacción, resonancia ni reflejo. En dicho ámbito sólo existe conocimiento trascendente, que es el verdadero. Ahí no encontrarán cosas separadas; objetos que reaccionan, ni nada que les pueda resonar, porque en el ámbito espiritual no existe un segundo. Sólo está el Uno. Doquiera haya una segunda entidad, surgirá el deseo de poseerla o de escapar de ella. En suma, surgirá un sentimiento de deseo, o bien, de temor. Pero cuando se sumergen en el conocimiento verdadero, no experimentan nada ni a nadie más; no existe un segundo. Entonces no surge deseo ni temor. A tal estado se le describe mejor como sabiduría: el más alto conocimiento. En dicho estado de exaltación, no perciben ni escuchan nada separado de su ser. Tan solo se sumergen en la dicha suprema. Es la dicha eterna de la divinidad.

La historia del hombre rico y sus cuatro esposas

Hay una historia que ilustra bien los cuatro tipos de devoción que aquí se han descrito. Una vez un hombre rico que tenía cuatro esposas tuvo que viajar al extranjero para un asunto importante. Pasó varios meses fuera. Antes de volver a casa, envió una carta a cada una de sus esposas avisando que volvería a casa en unas semanas, y que si necesitaban algo de aquel país, le enviaran su lista, que con placer las complacería en sus encargos.

La primera esposa era una mujer descontenta que padecía muchos achaques. Envió a su marido una lista de nombres de medicamentos, explicando que su salud no era buena y que le gustaría que le trajese medicinas del extranjero, que fueran de calidad. Su segunda esposa era muy codiciosa. Ella escribió "Querido esposo, por favor tráeme joyas, saris de fina seda y objetos de moda que sólo se venden ahí". El hombre recibió su carta y se determinó a traerle dichos enseres.

La tercera esposa era muy devocional. Le pidió al marido buenos libros espirituales y vidas de santos que estuviesen a la venta en aquel país. Siempre se allegaba a lecturas espirituales que la inspirasen, por eso solicitó ese tipo de libros a su marido. La cuarta esposa -la favorita del hombre- sólo le dijo: "Amado mío, no necesito nada para mí. Me hará feliz verte de nuevo en casa, sano y salvo."

Cuando el hombre volvió a casa, trajo todo lo que le habían pedido. La primera mujer recibió los medicamentos y tónicos del extranjero. La segunda mujer recibió sus joyas y saris de seda. La tercera esposa obtuvo las mejores ediciones de las escrituras, y otros libros sagrados. Entregados los regalos, se fue a quedar con la cuarta esposa, quien tan solo le había encargado: "Sólo ven sano a casa; no deseo nada más." Ella sólo lo quería a él. Las otras tres esposas, celosas de la favorita pues el esposo se había ido donde ella, le reprocharon así: "Después de tanto tiempo sin verte, ni siquiera te has parado en casa para vernos. ¿A qué se debe? El marido respondió: "A cada una le traje exactamente lo que me pidió. Una de ustedes me pidió medicinas, y se las traje. Otra me pidió joyas, y se las di. Una me solicitó libros sagrados y se los compré. Pero una de ustedes sólo esperaba ver mi persona, así que aquí estoy con ella."

Cuadro de texto: 8Dios responde a las solicitudes de cada uno

El marido es el Señor y las cuatro esposas son los cuatro tipos de devotos. El Señor les dará exactamente lo que buscan. Si lo que quieren es a Él, Él se quedará alojado en su corazón. Dios es como el árbol de los deseos que concede hasta los frutos más exóticos. Responderá a los requerimientos de todos. Es omnisciente. Está en todas partes. Sabe lo que quieren y se los dará. En realidad, el mundo es una especie de árbol de los deseos. El Señor se vale del mundo para satisfacer sus deseos y atender sus antojos. Pocas personas entienden esto. He aquí una historia que lo puede ilustrar.

Había un caminante que llevaba andando largo rato bajo el sol. Al fin encontró un árbol y se sentó a descansar a su sombra. Estaba exhausto después de su calurosa caminata, y la sombra del árbol le trajo gran alivio. En eso le entró mucha sed y se dijo: "¡Qué bien me vendría un gran vaso de agua fresca!" De pronto, de la nada, apareció un vendedor de aguas frescas. El caminante estaba sentado debajo de un árbol de los deseos, sin saberlo. Tras beber el agua, le vino otro pensamiento "¡Qué bueno sería tener una almohada y una manta para poder descansar a gusto!" De inmediato llegaron a él una cama y una almohada, de la mano del Señor. Ahora se encontraba realmente cómodo.

Después que obtuvo la cama y la almohada, pensó" ¡Qué cómodo se está en esta cama! Si tan solo mi esposa estuviera aquí" Al momento apareció su mujer. En esta ocasión, al llegar su mujer él realmente se atemorizó, por no estar seguro si se trataba realmente de su esposa o de algún demonio haciéndose pasar por ella. Al momento de pensarlo, aquella se transformó en demonio. Esta vez, presa de terror, exclamó: "¡Ay, Dios! ¿Me irá a tragar este demonio? No bien pronunció dichas palabras, cuando el demonio saltó sobre él y lo devoró entero.

La moraleja de la anécdota es que cuando se encuentren bajo el árbol de los deseos, deben de tener mucho cuidado con lo que piensan, porque sean cuales fueren, sus pensamientos se volverán realidad. El mundo en su conjunto es como un árbol de los deseos. Si sus pensamientos son buenos, los resultados serán buenos; si tienen malos pensamientos, obtendrán malos resultados. Por lo tanto, no deben de albergar sentimientos ni pensamientos negativos. Por eso Swami ha dicho a menudo "Hagan el bien, vean el bien; hablen del bien. Éste es el camino a Dios".

No son mortales; son inmortales

El mundo entero es creación de Dios; está saturado de su voluntad. En todos lados está Dios. No piensen mal de nadie. Logren total control sobre sus sentidos y alberguen sólo pensamientos positivos. Sean jóvenes o de edad, sólo deben permitir que entren a su mente buenos pensamientos; y traten de llevar siempre una vida buena. Este es el verdadero significado de ser humanos. El término sánscrito para humano es nara, que significa lo que no puede ser destruido, lo que inevitablemente retornará al Señor. Nara es aquel que no puede ser aniquilado, que es inmortal. Las antiguas escrituras declaran: "No son criaturas mortales; son hijos de la inmortalidad." También se le dice manava al ser humano. Se refiere a aquel que es libre de ignorancia. Sin embargo, hoy en día todos se comportan neciamente. Sus pensamientos, palabras y acciones no dan debida cuenta de su humanidad.

Se ha dicho que es mejor morir que permanecer ciegos en la ignorancia. Tienen que erradicar la ignorancia y lograr que no regrese a ustedes. Si quieren disolver la oscuridad, necesitan acercar la luz. Donde hay luz, no puede haber oscuridad. Si desean librarse de la ignorancia, tienen que volverse sabios. Una vez que se vuelvan sabios, la ignorancia no tendrá pie de apoyo en ustedes y podrá ser removida. Para obtener sabiduría se requiere la gracia del Señor. Un gran poeta cantaba así: "Dios mío, si tengo tu gracia, ¿a qué le puedo temer? ¿Qué puede el destino contra mí?"

Su vida no debe de estar regida por la lujuria, la rabia, la avaricia, el apasionamiento, la soberbia ni los celos. Ellos son los enemigos a los que hay que conquistar y someter. Son la oscuridad, producto de la ignorancia. Su vida debe de estar regida por la luz y la sabiduría. Debe de basarse exclusivamente en la gracia de Dios. Desde ya, anhelen obtener su gracia y su sabiduría. Para obtenerla, piensen en Él dondequiera que estén, todo el tiempo y bajo cualquier circunstancia.

En la era de oscuridad que atravesamos, no existe mayor práctica espiritual. Repitan constantemente el sagrado nombre del Señor e instálenlo permanentemente en su corazón. Su vida será bendecida y ustedes devendrán un ejemplo para toda la humanidad.